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Fast Fashion: El culto al derroche

La era de la instantaneidad y la fiebre por el consumo dan sus frutos en la industria textil

La industria de hoy –caracterizada por los modelos lineales y productos baratos– gana terreno. Mientras, las campañas de moda sostenible tratan de imponerse mediante modelos circulares, productos duraderos y de mejor calidad.

Qué es ‘Fast Fashion’

La industria de la moda crece desmesuradamente y en pleno proceso de expansión se subdesarrolla el concepto de ‘fast fashion’. Fruto de la combinación entre los volúmenes masivos que se comercializan y la instantaneidad de la nueva era digital, el fenómeno “fast fashion” se propaga por todas las marcas de moda a nivel mundial.

El fenómeno consiste en la compra masiva de nuevas colecciones que siguen la última moda y tendencias. El coste de producción es muy bajo y de dudosa calidad y legalidad, aunque eso no ha sido un obstáculo para su proliferación. De esta forma se engancha al consumidor con sus atractivos y asequibles precios por estar en tendencia.

Microtendencias

Marcas que presentan nuevas colecciones cada dos semanas, abandonan el esquema tradicional de colección – primavera- verano- otoño- invierno-. Producen esas tendencias de corta duración que se renuevan de forma ultrarápida. 

Fiebre por el derroche

“Más por menos” resume bastante bien este fenómeno. Los materiales de baja calidad y la barata mano de obra permiten asegurar el bajo coste de producción y por tanto el precio de venta al público. Así se hacen alcanzables a todos los bolsillos, es popular, permite comprar muchas prendas pero de menor calidad. De esta forma, facilita estar a la moda a los consumidores y propicia la aparición de las microtendencias.

El deseo por consumir más se remonta a la Revolución Industrial, desde entonces las clases medias y bajas se ven incluidas en el modelo, ahora la moda es accesible. Sin embargo, el modelo ha cambiado mucho desde entonces.

La proliferación de la publicidad y los estereotipos han forzado a los consumidores a querer seguir las tendencias y consumir todo lo que se pone de moda. Inevitablemente esto determina para el resto cuál es tu rol social, determina tu estatus y tu grupo social.

Aunque cabe destacar la amplia variedad de tallas en relación con el precio que las tiendas de moda ultra rápida cuentan. Es bastante significativo el ejemplo de Estados Unidos, un país con un alto índice de obesidad, donde estas tiendas cuentan con un tercio del dominio del sector.

Prendas abandonadas en la basura de Nueva York | FUENTE: Pinterest
Prendas abandonadas en la basura de Nueva York | Fuente: Pinterest

Obsolescencia programada y percibida

La fórmula que integra los enormes volúmenes de producción textil y la mala calidad de estos, acaba en la obsolescencia programada de estos productos. Ya hemos oído este término con nuestros dispositivos inteligentes –móviles, tabletas, ordenadores…–.

Consiste en la programación que tiene un producto de un reducido periodo de tiempo, de forma que se tiene que reemplazar otra vez tras el fin de su vida útil. Hemos sido testigos de este fenómeno múltiples veces, desde comprarnos otro móvil porque mágicamente deja de funcionar hasta reponer nuestras medias de Nylon tras un uso. No interesan los productos duraderos, lo que interesa es el consumo.

En la industria textil ocurre lo mismo, compramos prendas de marcas ultra rápidas que son tan baratas que su pésima calidad reduce su vida útil, compramos otra nueva y así una y otra vez.

Por otro lado, la obsolescencia percibida, es un término asociado pero no tan sonado. Consiste en la consumición de tendencias para luego abandonar dichas prendas porque “ya no están de moda”, las vemos obsoletas pero físicamente todavía están en perfecto estado. Las microtendencias se ajustan perfectamente a este esquema, abandonamos prendas que han pasado de moda para hacer hueco a las de la semana que viene.

Culto al consumismo

El fenómeno de la instantaneidad tiene su papel; las tendencias corren y los usuarios se contagian de ellas. Cada día hay algo nuevo y todos quieren estar al día, tanto en redes como en moda.

Las grandes multinacionales han logrado enganchar a sus consumidores, han convertido el concepto de ‘estar a la moda’ en un bien y convencido a la masa para consumirla de forma casi inconsciente.

Su expansión es tal, que se crea un cambio en la curva de gustos. La oferta fluye junto con las tendencias, la velocidad supone adquirir prendas baratas que preceden a la calidad. Se vende cantidad antes que calidad.

Esto tiene consecuencias de carácter medioambiental; la industria textil siempre ha tenido un determinado impacto en el planeta, pero con estas nuevas formas de consumo masivo, ha cambiado. Ahora el impacto es mucho mayor que hace 20 años, además de ser acumulativo. El desgaste de recursos naturales, químicos vertidos y emisiones, son las principales causas.

Por otro lado, encontramos las preocupaciones sociales; la mano de obra para la manufactura del textil es muy barata, así se consiguen los volúmenes masivos que funcionan las 24 horas del día. Se abusa de los obreros; alrededor de 40 millones de personas son explotadas todos los días por apenas un dólar la hora y bajo pésimas condiciones.

Consumismo | FUENTE: Huffpost.com
Consumismo | Fuente: Huffpost.com

La utopía de la sostenibilidad

¿Es posible un nuevo modelo más sostenible? Muchas marcas apuestan por la sostenibilidad y la responsabilidad social con obreros y medio ambiente, sin embargo, ¿están los consumidores dispuestos a pagar más por menos? 

De momento, parece ambiguo pero cada vez son más los ofertantes y demandantes que han tomado conciencia de los abusos y apuestan por prendas de mayor calidad bien remuneradas. Un modelo de negocio circular, sin sustancias nocivas, de larga duración y reciclables. 

Recientemente, nos hemos hecho eco de la última noticia sobre el Pacto Verde para 2030 por parte de la Comisión Europea; que entre otras medidas tiene como objetivo la reducción de emisiones, lo que afectaría a varios sectores –entre ellos, el textil–. Se ha especulado sobre el cierre de tiendas especializadas en el Fast fashion y de dudosas condiciones laborales, como Shein. Pero lo cierto es que las empresas de este tipo deberán adoptar algunas medidas para favorecer a la transparencia en sus procesos, y ajustarse a los requerimientos de la Unión Europea.

Suena bastante idílico, pero lo cierto es que cada vez un mayor número tanto de marcas, como de consumidores apuestan por prendas de larga duración, atemporales y de mejor calidad.

Aunque han proliferado múltiples campañas a favor del modelo circular, las conciencias parecen no moverse lo suficiente como para acabar con este despilfarro

Protesta contra la moda rápida | FUENTE: Refinery29
Protesta contra la moda rápida | Fuente: Refinery29

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