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Mary Shelley: Anatomía de una creación

En la víspera de Halloween, recordamos a una de las figuras más prominentes de la literatura gótica, Mary Shelley y su mayor obra: Frankenstein

Las noches desapacibles de verano poseen un poder inaudito que transforma las historias con claros tintes de terror ficticio en la más absoluta realidad. Aquellas historias que introducen elementos de terror entre sus páginas cobran especial relevancia hoy, víspera del día en que los muertos salen a recibir a los vivos en las calles. Una de esas historias es Frankenstein, la obra magna de la autora Mary Shelley, que goza del privilegio de haberse concebido en una noche desapacible de verano, probablemente, el más desapacible de todos, el de 1816, cuando su joven autora contaba con 17 años de edad.

Los orígenes de Mary Wollstonecraft Godwin se pueden explicar con una extraordinaria simpleza a través de sus apellidos. Su madre, Mary Wollstonecraft, ampliamente conocida y venerada por ser la fundadora del feminismo liberal y por su obra Vindicación de los derechos de la mujer. Su padre, William Godwin, conocido por ser uno de los precursores del anarquismo a través de su obra Justicia Política. De la primera, Mary Shelley sólo recibió el apellido ya que nunca llegó a conocerla debido a su muerte prematura tras el parto. Del segundo, Mary Shelley recibió instrucción, miseria y una madrastra. La instrucción fue excepcional, la miseria una constante y la madrastra una perfecta antítesis de su madre.

Retrato de Mary Wollstonecraft, madre de Mary Shelley | Fuente: Wikimedia Commons

En este contexto familiar asfixiante, Mary Wollstonecraft Godwin realiza dos viajes a Escocia para instruirse en formación política radical en la casa de los Baxter por petición de su padre. Es en el transcurso de esos viajes es donde conoce a Percy Shelley, poeta romántico y filósofo radical. El matrimonio que Percy mantenía en ese entonces con Harriet Westbrook no impidió que entablara una relación romántica con Mary que duraría hasta la muerte del poeta, en el verano de 1822. La relación entre Mary y Percy se vería sometida a numerosas dificultades impuestas por el orden social de la época y por el padre de Mary, que no quería que la inmaculada reputación de su hija se viera entorpecida por un hombre casado.

Renunciando a su mujer y a su hija, Percy decide fugarse con Mary a Francia. A su vuelta a Inglaterra, tras dos meses de viaje, Mary se había quedado embarazada. Ni la familia Shelley ni los Godwin quisieron ayudar económicamente a una pareja clasificada como infame a los ojos del orden social del siglo XIX.

La vida cotidiana de Mary y Percy se formó en torno a tres pilares: la lectura, la escritura y la estrechez. Paulatinamente, las costumbres libertinas de Percy afloraron y crearon continuos conflictos en la pareja. Presuntamente, Percy mantuvo relaciones con numerosas mujeres, incluida la hermanastra de Mary, Claire, que vivía con ellos. Mary dio a luz a una hija prematura que murió poco después del parto, consolidando así la cruda atmósfera que rodeaba a la autora.

Monumento dedicado a Mary y Percy Shelley en Dorset | Fuente: Wikimedia Commons

El verano de 1816 se inaugura con la propuesta de Lord Byron, uno de los poetas románticos más influyentes de Reino Unido, que invita a la peculiar pareja a pasar el verano en Ginebra. La invitación, lejos de ser aleatoria, se realiza porque Lord Byron mantenía relaciones muy estrechas con la hermanastra de Mary, Claire. El desapacible verano de 1816, como la propia Mary lo califica en el prólogo de su obra, marca el escenario en el que cuatro personajes se reúnen para aliviar las tardes lluviosas: Percy Shelley, Lord Byron, Mary Shelley y John William Polidori (médico y secretario de Lord Byron). Las constantes lluvias no les permitían salir de casa, Lord Byron, en un intento de animar a sus visitantes hizo la propuesta que alteraría la vida de todos los presentes: ¡Escribamos cada uno nuestra propia historia de terror!

De las densas conversaciones entre Percy y Lord Byron, en las que Mary era una mera espectadora, uno de los temas a tratar fueron los experimentos de Darwin y la posibilidad de devolver la vida a aquello que hacía tiempo que había muerto. Como desgrana Mary en la introducción de Frankenstein, sus sueños tras aquellas conversaciones dieron forma a un joven estudiante que daba luz a una criatura que había estado muerta, pero que, ahora, comenzaba a vivir.

Cubierta de Frankenstein | Fuente: Ediciones Austral

La obra final se publica en 1818 titulada bajo el nombre de: Frankenstein o el moderno Prometeo. La primera edición fue publicada de manera anónima por lo que todos asignaron a Percy Shelley la supuesta autoría. Sin embargo, la segunda edición tenía en su cubierta el nombre de Mary Shelley. Como es costumbre con las obras de las mujeres, su autoría fue cuestionada por numerosas voces de relevancia en el mundo literario, a pesar de que las pruebas demostraban que Mary era la creadora de tal obra. La influencia de la obra en la literatura fue capital al considerarse una de las novelas representativas de la literatura gótica. La principal premisa de la obra se presenta en la época como una idea arrolladora que evoca la reflexión a medida que se acerca el desenlace.

Firma de Mary Shelley | Fuente: Wikimedia Commons

Una de las lecturas principales que se ha otorgado a Frankenstein o el moderno Prometeo está relacionada precisamente con la segunda parte de su título. Prometeo, en la mitología griega, se dedica a desvelar el conocimiento de los dioses y les desafía, otorgando y permitiendo al hombre el descubrimiento del fuego. Al igual que Prometeo, el joven Frankenstein, estudiante de medicina, desafía a su propio Dios y contra todo designio natural centra su existencia en otorgar vida a lo que yace muerto. Prometeo y Frankenstein pecan de orgullo y soberbia al creerse superiores de lo que pueden llegar a ser. En el caso de Frankenstein, al dar vida a su creación, rompe con el ciclo natural estipulado y lo termina pagando con su propia vida.

Adicionalmente, Frankenstein o el moderno Prometeo es también objeto de lecturas políticas debido a la figura de los progenitores de la autora. Se discute que la obra cumbre de Mary Shelley es una clara contraposición a la creencia ilustrada de que la humanidad tiende a ser mejor, es decir, con el paso del tiempo, la humanidad se convierte en algo superior a lo que era antes. Este ideal era defendido tanto por Wollstonecraft como por Godwin. No obstante, la obra de su hija contradice estos supuestos. ¿O acaso una criatura creada a partir de cadáveres es una mejora para la sociedad?

Finalmente, y quizás el más importante, la figura de la criatura creada por el joven estudiante de medicina Frankenstein constituye el reflejo de la más absoluta soledad. Mary Shelley vivía atormentada por un vacío solitario que la anegaba completamente, el rechazo social, la atención de Percy hacia otras mujeres y la pérdida de su hija constituyen los elementos más reconocibles en el monstruo que crea sobre el papel. Mary, al igual que su monstruo, había sido herida por aquellos a los que más quería. El monstruo decide actuar en consecuencia a la maldad recíproca, mientras que la forma de actuar de Mary es dar a luz a una de las novelas más impactantes del siglo XIX.

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