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Manuel Francisco Reina: «Que un dictador te declare ‘persona non grata’ es un elogio»

Literatura, conocimiento y amor por la tradición literaria

Manuel Francisco Reina (Cádiz, 1974) es filólogo hispánico, novelista, poeta, guionista, crítico literario, dramaturgo y columnista. Ha sido colaborador de medios tan importantes como El País, La Vanguardia, ABCD del ABC y actualmente posee una columna en El Plural. Ha publicado más de 50 obras. Entre ellas destacan poemarios como: Consumación de estío (Premio de Poesía Ciudad de Irún), Las liturgias del caos (Premio Aljabibe de Poesía), La paternidad de Darth Vader. En el plano narrativo, ha publicado Los amores oscuros; en ella se desvela el último amor de Lorca (Juan Ramírez de Lucas), razón por la que no huyó de España. Con ella obtuvo el Premio Internacional de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza. También La Princesa Paca, cuenta el romance del poeta nicaragüense Rubén Darío y Paca Sánchez escrita junto a la periodista Rosa Villacastín. Ambas novelas fueron un auténtico éxito editorial.

En esta entrevista conversamos con el autor gaditano acerca de un sinnúmero de asuntos: poesía contemporánea, proyectos actuales, su relación con grandes efigies de la literatura como Alberti, Saramago, su visita a Nicaragua y la situación actual del país centroamericano que tanto aprecia, su poemario más reciente: El fiel de la balanza, entre otros.

Sobre actualidad y literatura

Pregunta: Sueles tener más de un proyecto en marcha. Eres un “todoterreno” tal y como se dijo cuando te fichó ABC. ¿Estás trabajando en algún proyecto actualmente?

Respuesta: Yo creo que soy un escritor bastante transversal y siempre ando trabajando en varias cosas: dos libros de poemas, una novela nueva después de muchos años. Hay un proyecto para hacer una novela gráfica sobre Los amores oscuros con un dibujante y colaborador de El País, José Blanco. Por otro lado, hay una propuesta para adaptar bien a serie o película Los amores oscuros gracias a José Luis Cuerda. El año pasado falleció desgraciadamente de Covid, pero su equipo se puso en contacto conmigo y andamos negociando qué sucede con todo esto. Por último, voy a publicar unos poemas inéditos de Rafael Alberti, los escribe cuando regresa a España en el momento de la Transición.

P: ¿Qué significa para ti la poesía?

R: Para mí la poesía es la fuente de la que emana toda la literatura y posibilidad. De hecho, originariamente de ella nacen los demás géneros. La poesía incluso en narrativa te da la posibilidad de sugerir con la palabra muchas más cosas que el tono totalmente prosaico. La sugestión poética da más posibilidades literarias que la evidencia narrativa.

P: ¿Cómo afrontas el proceso creativo de tus obras?

R: Depende de cada libro. Por ejemplo, no es lo mismo una novela como Los amores oscuros que requiere un proceso de documentación para recrear una época determinada al proceso de escritura de un libro como El fiel de la balanza, que exige una atención intelectual y emocional muy importante.

P: Te has atrevido a indagar en todos los géneros: poesía, ensayo, novela, teatro. ¿Hay alguna de tus obras a la que le tengas un afecto especial?

R: Algunas que han marcado hitos en mi carrera literaria son especiales. Otras no solo han marcado hitos, sino que además me han cambiado a mí. En poesía destacaría tres: Consumación de Estío, La paternidad de Darth Vader y El fiel de la balanza. En novela: La coartada de Antínoo y, por supuesto, Los amores oscuros. Probablemente, esos cinco títulos son los más importantes para mí de momento.

P: Hay tesis que se están realizando sobre la poesía popular, el flamenco y la copla que se apoyan en algunas de tus obras. ¿Te honra de alguna manera, te llena de satisfacción?

R: Hombre, claro. Mira, cuando me dicen: ¿cómo un autor como tú hace el guion de un documental sobre la copla?, ¿cómo un autor como tú de pronto escribe sobre flamenco?, ¿cómo un autor como tú de pronto hace un ensayo sobre la copla? Efectivamente, este último se está utilizando como material para muchas tesis doctorales al respecto. La respuesta es muy sencilla y complicada. Por un lado, porque es una referencia cultural y biográfica. Además, a mí me apasionó el mundo de La Generación del 27 (Lorca, Alberti). Muchos de los temas del flamenco están en esos autores.

P: Has tenido relación con grandes representantes de la literatura como Alberti o Saramago (Nobel de literatura). ¿Hay alguna anécdota que recuerdes y quieras compartir?

R: Hay muchas. Yo tenía 13 años cuando conocí a Rafael Alberti en El Puerto de Santa María (Cádiz). Una de las que recuerdo fue aquella vez que me preguntó: ¿Qué te pasa? Le respondí que estaba un poco decepcionado con la facultad. Además, habían publicado un texto bastante feo contra mí. Rafael me dijo: «No te preocupes, Manuel. Mira, los periódicos y los titulares de hoy son los papeles con los que mañana se envolverá el pescado en la plaza”. Me pareció maravilloso porque retrata mucho lo que era él.

En cuanto a mi relación con Saramago es curiosa. Yo coordino un libro que se llama: La paz y la palabra. Letras contra la guerra. A una de las personas que le pido que colabore es a su mujer Pilar del Río y claro también la de Saramago pensando que no va a responder. Pilar me dice: “José quiere escribir un textito para el libro. Te lo mando, tal y demás”. Pensé en que el maestro Saramago ya Premio Nobel tendría que abrir el libro y fíjate lo generoso que fue que me dijo: “No. No. Yo quiero ser uno más. Tú eres el que te estás dando el trabajo de coordinar. El prólogo tiene que ser tuyo”. Así lo hicimos porque era la única condición que ponía.

Sobre El fiel de la balanza 

P: Es un poemario en prosa de una intensidad abismal. ¿Cuál es el mensaje que deseas transmitir apoyándote en el lenguaje poético que desprende la prosa?

R: La constante de ese libro es la búsqueda del equilibrio. De volver a equilibrarme después de ese maremoto que supone el desengaño, la perfidia, la traición. La constante es cómo la palabra viene en auxilio de la emoción, de los sentimientos, de la vida en general. La palabra es ese “fiel de la balanza” que acaba equilibrando los desequilibrios de la vida. La palabra salva, ese sería el mensaje.

P: El título de esta obra es un verso de un libro anterior tuyo. Últimamente, en tu bagaje literario vemos un diálogo continuo. ¿Tiene un fin concreto este diálogo poético o ha sido sin buscarlo?

R: En este caso ha sido sin querer. Cuando me sucede esta cuestión biográfica que es un desengaño amoroso después de doce años de matrimonio busco refugio en el trabajo. Este verso me sonaba, pero claro no me acordaba de que era mío. Ya con el libro terminado releyendo mi libro Solo tu nombre es mi enemigo aparece un verso en el que digo: “Y tu nombre infiel, en el fiel de esta balanza”. Allí me di cuenta de que me estaba autoplagiando [sonríe]. Eso me llevó luego a una reflexión y es que sin quererlo en mi obra hay un diálogo entre unos libros y otros. Me he dado cuenta de que muchos de mis libros están interconectados.

P: El fiel de la balanza tiene una respuesta en otro libro donde hay un juego de espejos. ¿Nos podrías comentar algo de ese futuro proyecto?

R: Habla de… [cavila unos segundos] de eso que el clásico llamó: «La fiera venganza del tiempo». De cómo a veces uno no se debe de tomar la molestia de vengarse, de mancharse el alma. El libro en el que hay una contestación a El fiel de la balanza es con una mala leche, con mucha frialdad. Ese refrán que dice: “La venganza es un plato que se sirve frío”. Es un libro que reflexiona sobre eso, cómo a veces tienes que sentarte a esperar y ver el cadáver de tu enemigo pasar. Es un libro bastante perverso en el sentido intelectual.

P: ¿Te pones en tono vengativo?

R: No, no. No me pongo en tono vengativo porque me parecería algo mezquino para la poesía, aunque fuera legítimo. No es eso. Es una reflexión sobre la venganza. Una reflexión sobre cómo a veces uno no tiene ni que tomarse… [piensa] el esfuerzo ni la energía de vengarse.

P: ¿Podríamos decir que tu próximo libro va a ser una reflexión sobre la venganza?

R: Exacto. Más que venganza… de sobre cómo a veces la propia vida se encarga de que tú veas cómo la gente que ha hecho o que te ha hecho el mal paga su propio karma por las acciones o decisiones que ha tomado. No es exactamente lo mismo [sonríe].

P: La portada del poemario la realiza Luis moro, artista plástico que tiene un gran éxito internacional en Estados Unidos o México. ¿Cómo fue posible esta colaboración?

R: A Luis Moro lo conozco de hace muchos años. Nos conocimos en Madrid y tenemos amigos en común. Empezamos a coincidir en exposiciones. A partir de allí, surgió una amistad y el deseo de colaborar. En Instagram viendo sus trabajos me llamó mucho la atención esa pieza. Vi esa imagen que se llama Sinfonías paralelas que es un tríptico y dije: “Esa es la imagen para El fiel de la balanza”. Me puse en contacto con él cuando estaba en México y se lo comenté. Me contestó que la utilizara sin problemas y así fue.

P: En el poemario escribes: «Soy menos yo cada día y gano gravedad, soy menos materia y más sentimiento claro…». ¿Nos hace falta ser menos materia y mostrar más la claridad de nuestros sentimientos?

R: Yo creo que sí. Hemos dado un salto tecnológico brutal que facilita muchas cosas, pero como especie no estábamos preparados para eso. Este salto está generando una distancia, frialdad que hace que ni el pensamiento ni la materia tengan el valor y el peso que deben tener. Debemos ser muy claros en las ideas que proyectamos, compromisos que asumimos e incluso en nuestra materialidad. Por ejemplo, si hablamos de relaciones afectivas o sexuales, la gente casi ni se toca. Entran en un chat y estamos como en una película de ciencia ficción que hasta las relaciones íntimas se realizan a través de máquinas. En el tema de pensamiento, debate político e intelectual estamos igual.

Sobre redes sociales, periodismo, poesía contemporánea

P: Has sido colaborador de varios medios. ¿Cómo observas el periodismo actual?

R: Lo veo calamitoso. No es un proceso de ahora. Yo he vivido estar en un periódico contratado fijo y saber. Primero, lo que se pagaba por tu trabajo que era un pago digno. A como ahora que es una vergüenza o no se te paga. Después, cómo había correctores de estilo, cómo funcionaban las redacciones a cómo funcionan ahora. Es bastante lamentable. Creo que las redes sociales y los periódicos digitales están posibilitando que haya ciertos reductos de pensamiento y de debate crítico, pero también hay mucho ruido de fondo. La llamada prensa tradicional está viviendo sus últimos estertores. Se alimentan más de sus webs que de la prensa escrita de papel.

P: ¿Qué opinas del panorama literario que han creado redes sociales como Instagram?

R: Vamos a ver… Mmm… [suspira]. Yo procuro no tener prejuicios con lo que viene nuevo y estar siempre atento a lo que sucede. ¿Qué es lo que pasa con las redes sociales? Que se han convertido en un escaparate y medio de difusión muy interesante para la literatura y la cultura, pero a veces muy perverso. Nunca la poesía ha tenido un canal de difusión tan amplio, tan global e importante como las redes sociales, pero de pronto se ha dado valor a algo que no tiene valor literario. Hay gente que no tiene ni puñetera idea de la tradición literaria y que se cree que poner lo que llamo «exabrupto lírico» a golpe de tabulador es escribir poesía. Eso no es escribir poesía.

P: Esto es, ¿no te gusta la poesía que se hace en Instagram?

R: Me gusta la poesía que se hace en Instagram, pero hay mucha cosa que no es poesía. Hay algo mucho peor, muchas editoriales que se dicen serias han creado premios y colecciones literarias para publicar cosas que no es poesía. Y que en algunos casos es basura y tienen faltas de ortografía y, sobre todo, no tienen ningún respeto por la palabra, la lengua y la tradición literaria.

P: ¿Existe una voz legítima que diga: «Esto es poesía y esto no es poesía»?

R: No sé si hay una voz legítima. Lo que sí sé es que hay gente que ha dedicado su vida al estudio y creación de la poesía. He vivido estos años con gente que ha dedicado su vida a la poesía, algunos incluso con premios nacionales. Editoriales supuestamente “serias” han rechazado sus libros porque no tenían seguidores en Instagram. Mientras a cualquier muchachito o muchachita que publica más poses, morritos, carne —que me parece fantástico, no tengo nada en contra—, pero eso no tiene nada que ver con lo literario.

A esa gente se le dan premios de hasta 20 mil euros. Ni siquiera saben construir una frase de sujeto, verbo y predicado. Ya no le preguntes sobre qué es una metáfora, una comparación, un oxímoron. No sé si hay gente acreditada, porque también huyo bastante de los que se creen en posesión de la verdad absoluta.

P: ¿Tiene algo bueno la corriente poética actual o todo es maligno como esgrimen algunos críticos literarios?

R: Tiene de bueno el poder enganchar con un público que no era de poesía. Esa capacidad de divulgación de la poesía. Entre toda esa basura hay muchas cuentas de Instagram que publican poemas de Benedetti, Shakespeare, Lorca, Alberti, Rubén, Martí, Pizarnik. Entre todo ese marasmo claro que tiene muchas cosas positivas. Yo no satanizo la poesía. En Instagram hay muy buenos poetas que utilizan las redes como plataforma. No solo los valoro, sino que también los sigo.

P: ¿Qué opinas de los premios literarios?

R: Tengo sentimientos encontrados. No nos engañemos, los premios literarios tienen mucho que ver con grupos de poder. Desgraciadamente, muchos premios no se lo dan al mejor libro presentado, se lo dan al mejor libro presentado de un amigo. O se lo dan al mejor libro presentado que tenga que ver con la tendencia que a ti te gusta. Sin embargo, a veces sucede que en esos resquicios se cuelan libros muy interesantes. Por ejemplo, Antonio Díaz Mola que sin padrino se lleva el Premio de Poesía Joven de RNE o como un Jorge Pozo se acaba de alzar con el Premio Ochaíta o el Antonio Gala.

P: Háblanos de tu experiencia en el mundo editorial. 

R: Ha sido muy dispar. He conocido un momento en el mundo editorial en el que había editores de verdad. Es decir, gente que sabía de literatura. Ese momento ha sido muy bonito. Poder sentarte en el despacho de un editor y hablar de literatura, que es de lo que deberíamos hablar, trabajar escritores y editores. En ese momento, había incluso biografías de la gente de la televisión, libros de cocina. Lo que no puede ser es que de pronto ahora para que tú seas bien tratado en una editorial solo hay dos posibilidades. Una, que hayas publicado un fenómeno editorial tipo: El tiempo entre costuras o Patria. Dos, que tengas miles de seguidores en Instagram.

Sobre Nicaragua y La Princesa Paca

P: El primer espejo en el que mirarte fue la poesía de Rubén Darío. ¿Qué ha significado para ti Rubén?

R: [Resopla] Darío significa tanto para mí. Es como una orquesta sinfónica, capaz de coger toda la tradición española —no solo la española—, hacerla suya y renovarla. La convierte en una orquesta sinfónica en verso. Te das cuenta de lo que hace con el castellano: coger el hexámetro de Virgilio y llevarlo a la tradición. A mí me voló la cabeza. Efectivamente, me pareció un espejo en el que mirarme.

P: ¿Alguna obra o poema que más te haya llegado al alma?

R: Azul es un libro fundamental. Además, tengo una historia familiar con ese libro. Mi tío-abuelo Manuel Reina es el primero que habla de Rubén Darío en España. Pertenecía al consejo de la reina María Cristina. Él con licencia real hace una revista literaria que se llama La Diana. En ese revista había dos premisas: estar atento de todo lo que sucedía en París y en Latinoamérica. El primero que lee en España Azul de Rubén Darío es mi tío-abuelo. Él le da el libro a Valera para que haga una crítica. Incluso Rubén Darío dedica varios poemas a mi abuelo.

Por supuesto, Sonatina, La Marcha triunfal, Melancolía son poemas fundamentales. Desde luego, si tuviera que elegir un solo poema, me quedaría con Lo fatal. Es demoledor, existencial, con sensibilidad y delicadeza. Un monumento poético.

P: ¿Cómo nace La Princesa Paca?

R: Cenando una noche en casa, Rosa Villacastín me dice: “Mira, eso que has hecho con Lorca y Juan Ramírez de Lucas es lo que me gustaría que se hiciera con mi abuela y su historia de amor con Rubén Darío”. Decidimos ponerlo en pie literariamente. Me pasó toda la documentación que su abuela conservó, el famoso baúl de Rubén Darío. Yo escribo la novela y ella aporta toda la documentación. Fui muy minucioso. Entonces, ese es el proceso. Es una novela con un éxito enorme y un proceso de escritura muy bonito.

P: ¿Qué fue lo que más te sorprendió mientras escribías la novela?

R: Fíjate, me conmovió que el alcoholismo de Rubén fuese un síntoma. Un síntoma de alguien que tenía unas carencias emocionales muy importantes desde niño. Eso queda como una herida de Rubén toda la vida. De hecho, lo que intenta crear siempre es una familia. En definitiva, me sorprendió esa imagen que se ha proyectado de Rubén Darío como un alcohólico. Rubén no era soberbio ni arrogante, pero muy consciente de su capacidad intelectual, de su valía como escritor. Fue muy frustrante que ese valía intelectual no fuese recompensada económicamente. Es decir, vivir tantos momentos de necesidad. Me sorprendieron su ternura, era un hombre apasionado, fogoso, hedonista. La capacidad de ternura de Rubén con Francisca y sus hijos no se ha contado mucho.

 P: Es tanta la repercusión del libro que el Gobierno de Nicaragua os invita a la conmemoración del centenario de la muerte del poeta. ¿Qué tal fue tu visita a Nicaragua?

R: Fue muy emocionante. Todavía el gobierno de Ortega no se había radicalizado. Descubrí un país que no había conocido más que por la literatura de Rubén y por mi maestra Pilar Paz Pasamar, ella entró en contacto con los poetas de la Teología de la Liberación. También me encuentro con jóvenes ávidos de literatura. Fue emocionante visitar la tumba de Rubén.

P: Conociste a Ernesto Cardenal gracias al director nicaragüense de Cultura Hispánica René González. ¿Cómo fue el encuentro?  

R: Es de esas cosas que uno atesora para siempre. Me pasó lo mismo cuando conocí a García Márquez. He tenido mucha suerte porque he conocido a muchos maestros y me he entendido con ellos. Con Cardenal conecté inmediatamente. La imagen que tengo de Cardenal es un maestro sin pretenderlo, que lo hace más interesante aún. Tengo una imagen íntima, tierna, fraternal de confianza. Él estuvo trabajando y escribiendo hasta el último momento.

P: Abril de 2018 es un punto de inflexión para los nicaragüenses. Tú eres un perjudicado, te declaran persona non grata por no apoyar a Ortega y por tus artículos contra su gobierno. ¿Qué opinas como escritor de la censura y el abuso de poder tan descarado?

R: Es una desgracia. Por supuesto, mi postura es al lado del pueblo nicaragüenses. Muchos de los chicos que vinieron a mis conferencias fueron asesinados y otros se exiliaron. Los dictadores no tienen ideologías, tienen máscaras. Que un dictador te declare persona non grata es un elogio. Una medalla que llevo puesta. Lo terrible es la impotencia como intelectual de no poder hacer mucho más que denunciar lo que está pasando y que intelectuales como Cardenal estuviesen recluidos en su casa, no se dejó tener en paz la misa de difunto, que intelectuales como Gioconda Belli o Sergio Ramírez se tengan que exiliar de su propio país. Lo más terrible es la cantidad de gente que está en Nicaragua sin una posibilidad de vivir en libertad, tener una sociedad en el que sus necesidades básicas estén garantizadas.

P: La novela de Sergio Ramírez se ha censurado en su propio país. ¿Un hecho descabellado, no?

R: Me parece que es un horror. Es la típica parafernalia de todos los dictadores. Es una locura, una desgracia. Afortunadamente, las redes sociales facilitan y hacen posible que por mucho que prohíbas la obra de Sergio Ramírez, cualquiera que quiere leerlo a golpe de click se lo puede descargar. Lo tremendo es que haya alguien que se permita el lujo de censurar una obra. No teníamos ninguna duda de que Sergio Ramírez es un maestro de la literatura contemporánea y de que Daniel Ortega es un dictador.

P: ¿Te has autocensurado escribiendo?

R: No. Me he metido mucho en líos por no autocensurarme. Sí me he topado con la censura ajena, no con la mía. No me he autocensurado nunca, más allá de que a veces sí manejas más información de la que haces pública.

P: En abril en Cádiz asistes al estreno del documental «Nicaragua Libre para vivir» del director Daniel Rodríguez Moya. ¿Cómo fue ese acercamiento a una realidad tan devastadora?

R: Salí devastado de la proyección del documental. Revivir la realidad de ese pueblo maravilloso, pequeñito en extensión, pero maravilloso en riquezas culturales, artísticas, lingüísticas y potencialidades. De ese país del que me enamoro de su gente y ganas de salir adelante. Nicaragua es de los nicaragüenses no de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Ver con mis propios ojos a gente asesinada es durísimo.

Manías, influencias literarias, recomendaciones

P: Manía o manías que tengas a la hora de escribir.

R: Rotuladores. Sigo escribiendo a mano, pero a la hora de escribir tienen que ser rotuladores.

P: Nombres de autores o autoras que más te han influido.

R: Por supuesto Rubén Darío, Alberti, Lorca, Pilar Paz Pasamar, Shakespeare, Cernuda, Francisca Aguirre, Alejandra Pizarnik, Mistral son muchos. Soy un lector omnívoro, me gusta todo lo bueno.

P: Completa la frase: “Escribo porque…

R: Necesito hacerlo.

P: Un libro de la literatura universal que te hubiera gustado haber escrito.

R: El amor en los tiempos del cólera [sonríe].

P: ¿Qué estás leyendo actualmente?

R: Estoy terminándome Tongolele no sabía bailar de Sergio Ramírez. Welcome to mí, del poeta cubano Eduardo Herrera-Baullosa que recomiendo.

P: El próximo Premio Cervantes se lo darías a…

R: Antonio Hernández Ramírez.

P: Alguna recomendación literaria para todo aquel que lea esta entrevista. 

R: Pues… [piensa] que lea, que devore. Leer es la mejor manera de aprender, de enriquecerse, de pensar, darle una vuelta a la cabeza. Leer, leer, leer. Recomendaría a la maestra de La Generación del 50, Pilar Paz Pasamar.

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