“Las películas son sueños que nunca se olvidan”. Son las palabras con las que Mitzi tranquiliza a su hijo Sammy, de solo seis años, antes de que este entre por primera vez a una sala de cine a ver El mayor espectáculo del mundo y quede aterrado por la colisión entre un tren y un coche. Así comienza Los Fabelman, la cinta más personal de Steven Spielberg, con la que el legendario director narra el génesis de su amor por el cine y cómo esta gran pasión marcó su infancia y adolescencia.
Los orígenes de Spielberg
Después de la muerte de su padre en 2020 y la pérdida de su madre tres años antes, el director, con más de medio sigo de experiencia en la narración de historias, consideró que era el momento de contar la suya. De manera que, mediante llamadas de Zoom con el guionista Tony Kushner, recordó a su madre, una cariñosa y extravagante pianista, a su padre, un brillante y sensato informático, a sus tres hermanas, los diferentes entornos en los que vivió, y, cómo no, a su eterna compañera: la cámara cinematográfica.
El director recrea los primeros cortos que hizo con la cámara de su padre, en los que sus hermanas pequeñas representaban a espeluznantes momias hechas a base de papel higiénico o citas a dentistas que acaban con mucha salsa de tomate, y, más tarde, los rudimentarios westerns y largometrajes de la Segunda Guerra Mundial en los que utilizaba a sus compañeros de los boyscout como figurantes.

Sin embargo, la admiración que despierta en Sammy la sucesión de 24 fotogramas por segundo y cómo es capaz de hacer el choque de un tren menos terrorífico, encapsular tiernas acampadas familiares, cazar amores no permitidos, expresar cuando no se encuentran palabras y ensalzar o humillar a enemigos del instituto puede convertirlo, como dice su extravagante tío abuelo durante una breve visita, en un adicto al arte, una persona egoísta que valora las películas más que sus seres queridos.
El cine como tema
“Los Fabelman” se une así a un conjunto de filmes que son una carta de amor al cine, con historias extraordinarias sobre su trascendencia que tocan el corazón del espectador. Una de las películas más emblemáticas de esta lista es la inolvidable Cinema Paradiso, ganadora del Óscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa de 1988, en la que el protagonista Salvatore, un aclamado director que lleva décadas sin regresar a su casa, recuerda a su amigo Alfredo, el proyeccionista del cine de su pueblo que lo animó a cumplir su sueño de hacer largometrajes.
De igual manera, la obra del director Damien Chazelle se caracteriza por su respeto por el mundo del cine y los soñadores que desean pertenecer en él. Cómo olvidar a Mia Dolan, la camarera interpretada por la oscarizada Emma Stone en La la land (2016) que se presenta a todas las audiciones posibles con la esperanza de ser la siguiente gran actriz de Hollywood, o a Brad Pitt como Jack Conrad, estrella de cine mudo de Babylon (2023) que defiende el cine como arte mayor por su relevancia en la vida de los espectadores.
No obstante, otros filmes se han centrado en mostrar el lado oscuro del artista, el peligro del que el estrafalario pariente de los Fabelman advierte a Sammy. Un largometraje que refleja perfectamente este comportamiento maquiavélico es Cautivos del mal (1952), dirigida por Vicente Minnelli y protagonizada por Kirk Douglas, Lana Turner, Barry Sullivan y Dick Powell, en la que un guionista, una actriz y un director recuerdan el manipulador comportamiento del productor Jonathan Shields.
Otros ejemplos serían el personaje de Pedro (Will More) en el filme de Iván Zulueta Arrebato (1979), un adolescente obsesionado con la esencia del cine que es finalmente “devorado” por su obra maestra, o Howard Hughes en la cinta de Scorsese El aviador (2004), encerrado en su sala de cine personal visionando una y otra vez sus propias películas.
Spielberg no ha sido el único director de renombre que ha realizado una película autobiográfica en los últimos años, pues grandes autores como Pedro Almodóvar o Paolo Sorrentino también se han inspirado en sus propias vivencias e inicios con las cámaras (Dolor y gloria (2019) y Fue la mano de Dios (2021), respectivamente). Sin embargo, no hay película autobiográfica que capture con más sensibilidad la mente del artista como «8 ½» (1963) de Fellini, oda al cine por antonomasia.
Lo más destacable
Aunque «Los Fabelman» no llegue a ese punto magistral, es una excelente película que se distingue de otros títulos por la ternura, inocencia y fantasía que caracteriza a la obra de Spielberg. Las espectaculares actuaciones de Michelle Williams y Paul Dano como Mitzi y Burt Fabelman dotan a cada escena familiar de una energía y dinamismo con las que es imposible no sonreír y la manera de tratar la curiosidad por el cine del protagonista, casi como un juego infantil al principio que deriva en una férrea determinación adolescente, es conmovedora para los apasionados como él, pero también para todo espectador que quiera ver una historia alegre y ligera.

Con siete nominaciones a los Oscar (Mejor Película, Mejor Director, Mejor Guion Original, Mejor Banda Sonora, Mejor Diseño de Producción, Mejor Actor y Actriz de Reparto), la última obra de Spielberg es un relato optimista que es prueba de que los sueños se hacen realidad, un regalo que el director hace al cine como muestra de agradecimiento por haber sido su inspiración y legado.