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Nuria Ortega: «Las artes, la filología son necesarias y hacen falta»

Las infancias sonoras, la preterición como juego poético

Nuria Ortega Riba (Almería, 1996) es filóloga hispánica y posee un Máster en Enseñanza de Español como Lengua Extranjera. Su segundo poemario, Las infancias sonoras, fue galardonado con el Premio Adonáis 2021. El jurado destacó: «La naturalidad con la que actualiza la tradición y la mirada de asombro sobre el mundo y la memoria».

En esta entrevista, la autora almeriense, reflexiona sobre el proceso creativo de su obra, vivencias tras ganar el prestigioso galardón, sus primeras andanzas por el lenguaje poético, influencias, premios literarios, entre otros asuntos.

Pregunta: ¿Estás trabajando en algún proyecto actualmente?

Respuesta: Sí, tengo un par de poemarios. Bueno, en poesía siempre escribo según sale y luego organizo por temáticas. También estoy escribiendo una novela que me trae loca. Soy muy obsesiva y corrijo bastante [sonríe]. La novela tiene mucho de Las infancias sonoras y del paisaje de Almería.

P: ¿Recuerdas cómo fue tu primer acercamiento al verso?

R: Tengo como dos recuerdos. El primero, en un verano en casa de mis abuelos, acababa de recoger un par de libros de estos que te mandan a leer adaptados para niños. Me los compré y recuerdo pasar ese verano entero leyendo y releyendo todo el rato Las rimas de Bécquer y Campos de Castilla de Machado. Tendría unos 11 años más o menos. El segundo fue en el instituto con el típico profesor que nos hacía escribir versos, relatos y luego los leíamos en clase. Él publicaba lo que más le gustaban y recuerdo que escogió uno de los poemillas que escribí y dije: “Anda, mira le ha gustado”.

P: ¿Qué ha significado la poesía a lo largo de tu vida?

R: No quiero decir que haya sido refugio porque no siempre lo ha sido. Cuando me he encontrado con algún poema que he considerado redondo —pienso en Szymborska o Javier Egea en su momento—, para mí esos poemas han sido como una revelación, una manera de mirar del poeta y que se corresponde con cómo veo el mundo.

P: ¿Y la literatura?

R: Historia. Tengo una necesidad de contar historias. Me vienen esas historias o conozco las de la gente e incluso los poemas cuando no son narrativos cuentan una.

P: Esa cercanía con la forma de utilizar la palabra te lleva a estudiar filología hispánica. Háblame de tu etapa universitaria.

R: En principio iba a hacer Bellas Artes, pero al final no lo hice porque apareció un profesor que me metió la literatura. En general, muy bien. Tuve unos años malos como todo el mundo y hubo un momento en el que quería dejar la carrera. No la soportaba porque al final se daba de todo menos literatura. Llegó un punto en el que no estábamos leyendo ni viendo nada. Gracias a dios tuve a dos profesoras muy buenas que me dieron ánimos y pude seguir.

P: ¿Qué crees que le puede aportar un filólogo al mundo?

R: Pues no sé si aportamos algo, la verdad [sonríe]. Las artes, la filología son necesarias y hacen falta.

P: ¿Qué fue lo que más y lo que menos te gustó de la carrera?

R: Me gustaron mucho las asignaturas de Literatura Latinoamericana y Literatura y Géneros (dábamos solo mujeres). Lo que menos, pues… [sonríe] los encontronazos con profesores que están ocupando espacio.

P: ¿Cómo afrontaste la perspectiva laboral? ¿Te ha sido difícil encontrar trabajo?

R: Hice un máster de español para extranjeros y estuve trabajando un año en Granada, pero luego vino la pandemia y regresé a Almería. Ahora mismo no tengo un trabajo fijo, pero doy clases particulares.

P: Con Las infancias sonoras te alzas con nada y nada menos que el Premio Adonáis. Cuando estabas en la gala: ¿se te pasó en algún momento por la cabeza que podías salir de allí cargando la estatuilla?

R: No, yo me quería morir. Me encontré con una lista de finalista y decía: “¿Con esta lista y el número tan grande? Es imposible”. Pero mira, salió…

P: ¿Por qué Las infancias sonoras?

R: Por la estructura. Creo que lo que tienen en común las cuatro partes es esa infancia que las cruza. Hay una primera de mirar atrás: la memoria, familia, paisaje de Almería. La segunda es más de observar el mundo, pero conservando la mirada de la niñez. Creo que todo al final está cruzado por esa infancia. Por eso no es “La infancia”, sino “Las infancias”. Y “Sonora” porque me lo imaginaba como una voz que me hablaba detrás de la oreja.

P: ¿Qué te ha aportado ganar el Adonáis?

R: Gente que me sigue en las redes, me hablan, estoy teniendo entrevistas, comparten mis poemas. He conocido a Luis García Montero, [suspira] muchas cosas.

P: Tu obra se divide en 4 partes. Encontramos temas como la familia o el desgarramiento nostálgico provocado por la distancia. ¿Considerarías tu poesía como una ráfaga de la cotidianeidad?

R: No lo sé, quizá en este poemario hay partes que sí. Ahora mismo me están saliendo poemas alejados de la cotidianeidad. Creo que escribo de diferentes maneras, pero de lo mismo: el paso del tiempo, la muerte, el duelo, el amor. Aquí no hay amor, pero ahora mismo estoy escribiendo mucho de amor.

P: ¿Cómo te sentías anímicamente a lo largo de la escritura del libro?

R: Fue cansado psicológicamente. Este lo escribí en Granada (2018-2019). El hecho de ver tu ciudad desde otro sitio. Se me juntaron muchas cosas porque era la primera vez que salía de mi casa. Al salir se me removieron por dentro causas familiares que no eran  fáciles. Estar fuera me conectó mucho con la muerte reciente, por ejemplo. No fue un proceso sencillo.

P: En el último poema que se titula: Desnuda. Escribes: A donde van los niños que tuvieron una vez un sueño. ¿En tu infancia eras soñadora?

R: Sí, siempre. Quería ser dibujante de cómic, novelista siempre jugando con mis historias. Un verano entero era pirata y otro exploradora.

P: ¿Tú qué opinas de la corriente poética que se ha expandido por Instagram?

R: Sinceramente, no me gusta estar machacando. Que la gente lea lo que quiera. Sí que es cierto y entiendo que dé mucha rabia que algunas personas tengan cierto éxito y puedan vivir de ello cuando otras personas no pueden. No me gusta meterme en odio ni nada.

P: ¿Crees que las grandes editoriales se guían más por el número de seguidores y autores como tú debéis recurrir a los premios para poder publicar?

R: Sí, claro. Hay muchas editoriales que se guían por eso. Tampoco conozco mucho el mundo editorial tan a fondo, pero sé que algunas sí. Los premios literarios claro que ayudan, pero hay gente muy buena que no ha ganado premios literarios.

P: ¿No eres nadie si no tienes un premio y ya has pasado los 25 años?

R: No, ¿no? [sonríe]. Quiero pensar que si me hubiera dado por escribir a los 50… Para mí, no.

P: ¿Cómo ha sido tu relación con los premios?

R: Me llevo presentando a premios desde que era adolescente, pero nunca había ganado.

P: ¿Has perdido algún otro? ¿A cuáles has mandado manuscritos?

R: Me he presentado varias veces al Hiperión sin éxito ninguno. Al Loewe no sé qué año, pero me presenté, al Antonio Carvajal también.

Manías, influencias literarias, recomendaciones

P: Manía o manías que tengas a la hora de escribir.

R: Silencio absoluto.

P: Autores y autoras que más te han influido.

R: Szymborska, Gloria Fuertes, Virginia Woolf…

P: Una palabra que ames.

R: Herrumbre.

P: Una palabra que odies.

R: Pff… pues no lo sé.

P: Describe tu proyecto/revista Rielar con tres vocablos.

R: Almería, comunidad y luz.

P: Completa la frase: “Almería para mí es…

R: Tranquilidad, sol.

P: Un libro que te hubiese gustado haber escrito.

R: Canto yo y la montaña baila.

P: Un libro que no hayas podido terminar de leer.

R: Ahora mismo me está costando Nuestra parte de noche.

P: Un autor o autora con el que te irías a tomar algo.

R: Gloria Fuertes.

P: ¿Qué estás leyendo actualmente?

R: A Marta Asunción Alonso y el Viaje inútil, de Camila Sosa Villada.

P: ¿A quién le darías el próximo Premio Cervantes?

R: A mi amiga Paula.

P: Alguna recomendación para todo aquel que lea esta entrevista.

R: Que piensen menos.

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