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Érase una vez un campeón de la NBA

Los Ángeles Lakers se proclamaron anoche por decimoséptima vez en su historia campeones de la NBA tras vencer a Miami Heat en el sexto partido de las finales y cerrar la serie con un marcador de 4-2. Los Heat, con una plantilla inferior y mermados por las lesiones, estuvieron muy por encima de las expectativas y consiguieron competir a un nivel muy alto, liderados siempre por Jimmy Butler, y llevar a los Lakers a seis partidos dejando por el camino dos partidos memorables. LeBron James fue coronado MVP de las finales (lo ha sido las cuatro veces que ha sido campeón) y con esta victoria Los Ángeles Lakers cierran una brecha histórica al igualar en campeonatos a los Boston Celtics, que llevaban medio siglo liderando la lista de títulos. Pero comencemos por el principio.

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Imagen vía https://twitter.com/Lakers

Decía el actor Nathan Fillion mientras interpretaba al escritor Richard Castle que «siempre hay una historia, siempre hay una cadena que hace que todo encaje, tan solo hay que encontrarla». Lo cierto es que la historia de esta temporada es fácil de encontrar, pues se trata de una de las más duras, emocionantes, complicadas y emotivas desde que la NBA es NBA. Hablamos de la temporada que más reveses ha superado con diferencia, lo que la ha convertido en la más larga de la historia, 357 dias. Causa y efecto.

Como toda historia, esta que pretendo contar hoy tuvo su introducción. Todos los personajes (en forma de equipos de baloncesto) se presentaron en la línea de salida el 22 de octubre de 2019, listos para una carrera por el anillo en la que, como cada año, solo uno de los 30 sería coronado campeón. Durante dos meses y medio, pudimos observar su desarrollo y empezar a vaticinar qué futuro podría esperar a cada uno de ellos. Para cuando llegó la navidad, se intuía que Los Ángeles Lakers y sus vecinos los Clippers dominarían el oeste, con el permiso de unos Nuggets que siempre han pasado desapercibidos pero que llevan ya unos años con unos grandes registros, sobre todo en temporada regular. Luka Doncic brillaba con los Mavericks, los Rockets seguían experimentando con su super smallball, OKC rendía muy por encima de los esperado… pero cualquier debate sobre las posibilidades de campeonato se reducía a los equipos angelinos. En el este, quedaba clara la división de clases existente. Bucks, Celtics, Heat, 76ers, Raptors, Pacers, y un mundo por detrás, los otros nueve equipos.

Todo seguía la ruta habitual hasta que llegó 2020 y con él, los nudos. Como nos ha pasado a todos, vaya. Mientras el mundo celebraba la entrada del nuevo año, conocimos el fallecimiento de David Stern, ex comisionado (o lo que es lo mismo, ex jefazo) de la NBA, el día 1 de enero. Una figura que será recordada para siempre por ser la persona que, en el momento más bajo de la liga, la impulsó hasta el punto en el que la conocemos ahora. Lo que vemos hoy en día sería inconcebible sin su labor.

Sin tiempo casi para recuperarse de esa pérdida, el universo NBA sufrió uno de los golpes más duros de su historia. El 26 de enero, un trágico accidente de helicóptero acababa con la vida de sus 9 tripulantes, entre los que se encontraban Kobe Bryant y su hija Gianna. De un plumazo, de un segundo a otro, el baloncesto y el deporte perdían a uno de sus máximos exponentes. Una leyenda que perdurará en la memoria de deportistas y aficionados para siempre.

Imagen vía Sports Illustrated

Pese a los contratiempos, la NBA continuó su camino. Porque es lo que ellos hubiesen querido y porque era su deber. Hasta que, simplemente, no pudo más. En la madrugada del 11 al 12 de marzo se confirmó el primer positivo por coronavirus de la liga. El imparable avance de la pandemia se llevó por delante también la actividad deportiva a nivel mundial y la NBA, evidentemente, no fue una excepción. Ante la situación que previsiblemente se avecinaba, los altos cargos de la liga decretaron la suspensión indefinida de la competición. Asolados por la misma incertidumbre que otros tantos millones de personas, la finalización de la temporada fue, por momentos, una utopía, un escenario casi imposible. Por momentos, la planificación de la presente temporada y la siguiente era un circo. Y claro, en 2020, montas un circo y te crecen los enanos.

El día 25 de mayo se confirmó el fallecimiento de George Floyd, y con él, el inicio del movimiento Black Lives Matter, tan necesario como, quizás, inoportuno. En plena pandemia, miles de protestas a lo largo del país norteamericano congregaron a cientos de miles de personas (incluidos jugadores de la liga) clamando por la debida justicia social, por el fin del racismo y por el fin de los abusos policiales. En clave NBA, un condicionante más. No solo debían encontrar la manera de finalizar la temporada de la manera más segura posible, sino que también debían concederles a los jugadores una plataforma desde la que ejercer la mayor influencia posible, la influencia que ellos deseaban, sobre la sociedad estadounidense. Llegados a este punto, la NBA necesitaba un escenario de ensueño, de cuento de hadas, propio de Disney. Y ahí encontraron la solución, en Disney.

El parque temático Walt Disney World Resort, en Orlando emergió como posible escenario para un desenlace que, visto en perspectiva, ha rozado la perfección. Desde el momento en el que existió la opción, las posibilidades que ofrecía este resort cumplían con todas las expectativas que la liga trataba de cumplir. Y nació la burbuja de Disney.

A partir de aquí, sinceramente creo que el resto es historia. Y no solo en el plano deportivo. Después de 97 días de confinamiento de periodistas, trabajadores, cuerpos técnicos y jugadores, se han registrado 0 casos de coronavirus dentro de la burbuja. Un trabajo y una gestión perfecta de una situación sanitaria a la que la liga no se había enfrentado nunca.

Pero volviendo a lo que al balón y la canasta concierne, lo cierto es que el desenlace ha resultado ser memorable. Los seeding games (partidos de clasificación) con los que arrancó la competición fueron un entrante ideal para lo que vendría después. La batalla en la conferencia oeste por entrar en Playoffs dejó actuaciones para el recuerdo de Damian Lillard, que rozó lo sobrehumano para meter a sus Blazers la post temporada. El esfuerzo tuvo su recompensa y el reconocimiento del público NBA que seguramente merecía desde hace años y no había tenido. Aunque para reconocimiento el que recibieron los Phoenix Suns de Ricky Rubio y compañía, que se presentaron en Orlando casi sin opciones y que para sorpresa de todo el mundo, ganaron los 8 partidos que disputaron en una actuación realmente emocionante , lo que les permitió luchar por la ansiada 8ª plaza del oeste hasta el final, pero que acabó por no ser suficiente. Al menos se ganaron el cariño de gran parte de la afición.

Los Playoffs trajeron lo prometido, como todos los años. No había publico, no había factor cancha, pero sí hubo baloncesto del máximo nivel, cuestión que por momentos se puso en duda después de más de tres meses de inactividad deportiva. El resultado, como digo, para recordar. Las series de Denver Nuggets ( las tres), la que enfrentó a Boston Celtics y Toronto Raptors o la que enfrentó a Dallas Mavericks y Los Ángeles Clippers, entre otras, han resultado ser series absolutamente memorables. Giros de guion inesperados, remontadas, actuaciones individuales históricas y finales de infarto han hecho de estos Playoffs unos de los mejores de la historia reciente de la liga. Y todo desembocó en las finales que hasta la madrugada de ayer, disputaron Los Ángeles Lakers y Miami Heat.

Unas finales en las que los Lakers doblegaron a Miami en seis partidos. El sexto y último, un reflejo de lo que ha sido la temporada de los angelinos. Superioridad física, defensa prácticamente insuperable y en ataque, un monstruo de dos cabezas secundados por una horda de jugadores decididos y hambrientos. LeBron James y Anthony Davis han liderado con maestría a un equipo con unos roles muy definidos, en el que todo el mundo sabía qué hacer y cuando, y todos lo ejecutaban de buen grado.

Imagen vía GETTY IMAGES

Desde el banquillo, Frank Vogel cumplió con creces lo que se propuso: añadir a un ataque tremendamente polivalente una defensa diferencial, infranqueable. Y lo consiguió consagrando la defensa angelina como la mejor de la liga durante toda la temporada. Seguramente no se hable los suficiente de él. Mención especial para Rajon Rondo, el base veterano de los Lakers que ha ejercido como factor diferencial en los pocos momentos en los que alguna pequeña duda sobrevoló por encima de los Lakers. Y como guinda, una actuación estelar en el partido de anoche, partido que se encargó de dinamitar al final del segundo cuarto dando un absoluto clínic que permitió a su equipo abrir una ventaja de 30 puntos al descanso que resultó ser definitiva.

En el otro lado, Miami merece todos los reconocimientos habidos y por haber. El equipo dirigido por Spoelstra, que acabó 5º en la conferencia este, se abrió paso hasta la final a base de una defensa que ha mostrado mil recursos y un ataque coral que abrumó y desbordó a todo aquel que se puso por delante, incluidos los Milwaukee Bucks del flamante MVP Giannis Antetokounmpo, a los que eliminaron por 4-1. Las lesiones de dos de sus jugadores titulares como Goran Dragic y Bam Adebayo no impidió a Miami pelear la final y ofrecer mucha más resistencia de la que buena parte del público pensaba. Y gran parte de esto es gracias a Jimmy Butler. El alero, puesto en entredicho por momentos por su carácter o su supuesta dificultad para encajar en según que vestuarios, ha liderado a su equipo en todos los sentidos que esa palabra puede abarcar. Ha sido el primero en defender a sus compañeros cuando ha sido necesario, el primero en aseverar que su equipo podía hacer grandes cosas en post temporada, el primero en bajar el culo en defensa y el jugador que ha anotado 40 puntos cuando su equipo lo ha necesitado. Simplemente ha subido de nivel, ha pasado de ser una estrella de la liga a codearse con la élite, esa escueta selección de jugadores capaces de llevar a un equipo a las finales teniendo menos argumentos que sus rivales. Sus Playoffs y los partidos 3º y 5º de las finales son para recordar y para ver una y otra vez.

Imagen vía https://twitter.com/MiamiHEAT/media

Pero todo esto no fue suficiente. Los Lakers han sido más y mejor, y además contaban con LeBron James. Queda la sensación que fuese quien fuese quien se le pusiese enfrente en su camino al anillo, no iba a estar a su altura. El final pudo ser prácticamente perfecto si Danny Green hubiese anotado el triple definitivo en el 5º partido con la camiseta diseñada por Kobe Bryant pegada al corazón. No pudo ser, el triple se quedó corto y Miami ganó aquel partido. No todos los finales de Disney han de ser perfectos. Pero si es un gran final.

LeBron decidió que este sería el año de su cuarto anillo y así ha sido. La voluntad del rey. Lo ha ganado por él, por ganarse el respecto que merece. Por los que dudaron de él cuando llegó a Los Ángeles y decían que venía para hacer películas en Hollywood. Han ganado sin olvidar a las víctimas de las injusticias sociales, y de los que ya no están entre nosotros. Siempre presentes. La NBA y los Lakers acaban de la mano una temporada histórica por David Stern, por hacer más grande su legado. Por Kobe, por Gigi, para siempre en la memoria.

Por todo ello, por todo lo contado, Los Ángeles Lakers son campeones de la mejor liga del mundo.

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