La organización Breaking the Silence expone los rostros de 52 excombatientes del Ejército israelí para mostrar el lado oculto de la guerra
Es el fotoperiodista uruguayo Quique Kierszenbaum quien ha querido llevar a las salas de la galería Orly Dvir, situada en la metrópoli costera de Tel Aviv, los retratos de 52 antiguos militares que lucharon por la ocupación del territorio palestino. Con esta cifra se busca hacer referencia a los 52 años que ahora se cumplen desde la ocupación en 1967. Se podrán visitar durante este noviembre en la muestra Exposed.
El objetivo de la exhibición no es otro que acercar a sus protagonistas a los ojos de la sociedad para poder alcanzar una visión real de lo que son y han sido. “No somos víctimas, sino verdugos”, afirma Avner Gvaryahu, director ejecutivo de la ONG. “Aunque me veía a mí mismo como una buena persona, yo era su miedo”; un miedo que dice no poder evitar al recordar todas las situaciones a las se enfrentó durante sus años en activo.
Kierszenbaum, que ha trabajado en el proyecto durante casi una década, intenta reflejar esta perspectiva del conflicto de la forma más transparente y auténtica posible: desde esta óptica, los retratados se muestran más humanos que nunca. Se deja entrever a un grupo sincero de personas casi “underground” para dejar claro que la responsabilidad de la ocupación militar forma parte de toda la sociedad israelí. A través de imágenes mudas, da a conocer los testimonios que estos excombatientes dieron a la organización sobre abusos que cometieron o de los que fueron testigos durante su servicio militar obligatorio en Cisjordania y Gaza.
Con esto, BTS trata de denunciar la situación que se vive en el país explicando cómo, a pesar del surgimiento cada vez mayor de voces políticas que apuestan por la anexión al territorio, los medios y las organizaciones de la sociedad civil han sido deslegitimadas. El riesgo al que se enfrenta la exposición queda muy claro, pues en la actualidad cualquier manifestación artística que cuestione la ocupación es duramente criticada desde el poder. Aun así, tanto fotógrafo como fotografiados mantienen su postura y se niegan a claudicar.
El papel de los retratados no queda, sin embargo, perdonado o justificado. Más bien todo lo contrario: son aquellos que han apostado por dar la cara tras sus actos. Con el paso de los años, estos antes solados han sido capaces de convertir su lacra del pasado en un escalón desde el que cambiar las cosas. Y así, desde esa altura, todo se sostiene en la idea de intentar acabar de una vez con una de las guerras más brutales y aterradoras de la historia de la humanidad.