Hablemos claramente
Aun existiendo una disyuntiva en cuanto a la elección del 30 de Abril o el 20 de Noviembre como la fecha indicada para representar internacionalmente al niño, yo no he seguido más criterio que el que a continuación esclarezco para decantarme por la segunda opción.
Ellos
Coincidiendo con la fecha en que se aprobó en una convención de la Asamblea General de la ONU, el día 20 de noviembre es el Día Internacional de los Derechos del Niño. Con ocasión de esta celebración, no es raro que pensemos, mirando el mundo infantil que tenemos a nuestro alrededor, que es una celebración que sobra; pues lo niños están demasiado considerados, reconocidos y presentes. Incluso puede que los veamos “sobrados” en muchas ocasiones en que los adultos nos volcamos, dándoles incluso más de lo que ellos demandan: juegos, comodidades, electrónica, viajes… Sin embargo, no nos planteamos que, tal vez, nosotros mismos fuimos en su día protagonistas de este bienestar; de esa holgura en la forma de vivir. A destacar cabe que, en el mundo que hoy existe, no todos los niños gozan en sus vidas de esta situación.
Un acuerdo perpetuo
En cualquier caso, fue para esos niños, millones, repartidos por todo el mundo, para los que se acordaron, a través de muchas reuniones y convenciones, una serie de derechos fundamentales que son de obligado respeto y cumplimiento por parte de los gobiernos, la familia, la sociedad, los políticos, jueces… En primer lugar, se crea en la ONU un Fondo Internacional de Emergencia (UNICEF, 1975). Cinco años más tarde se aprueba la Declaración de los Derechos de los niños (1989) y, en la siguiente convención del año 2000, se aprueban la actualización de estos derechos, así como, en 2014, se remarca el hecho de que los niños, o sus representantes legales, pueden presentar quejas individuales ante el Comité de los Derechos del Niño.
Actualmente, cada país que firmó los acuerdos debe presentar ante el Comité un informe detallado acerca de la situación en que se encuentran estos Derechos en su ámbito. El Comité, en respuesta, los estudia, valora, así como hace recomendaciones para mejorar. Los derechos fundamentales de los niños son: Derecho a la igualdad, a una protección especial, a un nombre y una nacionalidad. Derecho a la vida, a la salud, a la educación, a estar informado verazmente; derecho al esparcimiento, a la diversión, a expresarse y opinar, a la libertad de pensamiento, a un nivel de vida digno, a un cuidado especial de aquellos que sean discapacitados/refugiados/adoptados o están en acogida…
¿Verdadero o falso?
Todos los países del mundo han firmado la convención donde se recogen los derechos de los niños, a excepción de Estados Unidos. Sin embargo y por desgracia, este acuerdo no se lleva a cabo, ni es respetado, por parte de todos los firmantes, ni mucho menos. Por otro lado, todos estos derechos que hemos enumerado se sostienen sobre la base de la no discriminación, la priorización del interés por la infancia, la garantía de supervivencia y desarrollo y la participación en todo aquello que le atañe. Todo escrito, aprobado y rubricado, pero…En el mundo se siguen incumpliendo de forma sistemática. Nada puede justificar esta lacra que humilla y no respeta a los más débiles que, para colmo, suelen ser los más desfavorecidos a nivel social.
Toda una gama de esclavitudes
Encontramos niños secuestrados y entrenados con armas desde los ocho años para aprender a matar por bandas terroristas, como en Colombia o en Estado Islámico. Matan su sensibilidad. Los enseñan a ver normal el matar de la forma más cruel. También niños explotados laboralmente con trabajos inhumanos y peligrosos; haciendo excavaciones en túneles estrechos, oscuros y frágiles, donde tantos han perdido la vida –en la República Democrática del Congo, por ejemplo- únicamente con el objetivo de extraer un rico mineral; el coltán. Este es imprescindible para la fabricación de móviles, tablets y ordenadores; sólo para que nosotros seamos dotados de “juguetes” y diversión, sin pensar a cambio de qué. Y, por supuesto, todo ello bajo la complicidad de los propios gobiernos y multinacionales que, de hecho, lo compran para enriquecerse.
Niños explotados laboralmente en tareas domésticas hechas para terceros; especialmente por niñas a partir de los siete u ocho años (Latinoamérica) que guisan, planchan, limpian, etc. Explotación sexual a partir de los nueve o diez años en países del sureste asiático, como atractivo turístico a donde van occidentales a satisfacerse sexualmente, sin atender al hecho de que sean niñas. O tal vez sea eso lo que los atrae. Incluso niños utilizados por sus propias familias como buscadores en vertederos llenos de ratas y suciedad inmundicia; bajo la cruda realidad de no tener nada para comer y vivir. De esta forma, pretenden conseguir unas monedas, cogiendo algo de lo que allí haya que puede tener valor (chatarras).
Una dolorosa realidad
Infancias rotas: sin juegos, risas o afecto. La pobreza, las enfermedades mortales en muchos casos (VIH), el abandono de la escuela, la discriminación por raza o por casta o etnias…Son estas las causas principales de tanta injusticia que, cada día, recae sobre los niños que trabajan como adultos 12 ó 14 horas por euro. ¿Cómo podemos erradicar esto? En mi humilde opinión, sólo un gran acuerdo a nivel mundial tendría la fuerza necesaria para perseguir esta ignominia, erradicar la pobreza y establecer una enseñanza obligatoria y gratuita para todos en cualquier lugar. ¿Pueden darse estas circunstancias? Personalmente, lo veo muy complicado; pues la generosidad, empatía, justicia e igualdad están demasiado diluidas en la actualidad. Aunque me gustaría equivocarme. Por último, no olvidemos que, muchas veces oculta tras la trata blanca y la prostitución, hoy, en nuestro país, la explotación infantil también existe.
