En las últimas semanas, la tensión en la valla fronteriza no ha parado de aumentar. De un lado, Bielorrusia. Del otro, las fuerzas de seguridad polacas, que cortan el paso a la UE. Y en medio de la burocracia y la geopolítica, más de 2. 000 migrantes llegados desde Oriente Medio, con destino Europa.
La crisis migratoria en el este de Europa, concretamente en las fronteras de Bielorrusia con países como Polonia, Letonia y Lituania, lleva meses siendo un problema creciente. Sin embargo, desde principios del mes de noviembre, la situación ha empeorado radicalmente en un punto concreto de la frontera polaca. Según Bruselas, el gobierno de Bielorrusia, dirigido por el primer ministro Alexánder Lukashenko, estaría promoviendo la llegada de estos migrantes de forma masiva, desde países como Iraq o Siria. Desde Minsk han negado estas afirmaciones, y reprochan a la Unión que sus sanciones están impidiendo a Bielorrusia el poder frenar las oleadas de migrantes.
Una nueva forma de hacer la guerra
La realidad es bien distinta. Las autoridades europeas ya hablan de ‘guerra híbrida’. Este término hace referencia al uso, por parte de Bielorrusia, de grupos de migrantes como arma arrojadiza contra la frontera polaca, con el objetivo de generar presiones y tensión en la Unión Europea. Aunque Minsk también lo ha negado, todo apunta a que las propias autoridades de Lukashenko se habrían encargado de facilitar la llegada de miles de migrantes hasta la valla fronteriza, bajo la promesa de un futuro mejor en Europa.
La mayoría de estos migrantes habrían llegado en vuelos fletados desde sus países de origen, lo que convierte esta vía en una opción muy atractiva para los refugiados, por presentar menos riesgos que las rutas marítimas. Aunque no hay informaciones oficiales que lo confirmen, algunos de los afectados cuentan que, una vez llegados a Bielorrusia, fueron las propias fuerzas de seguridad del país las que los trasladaron hasta la valla.
“They cut the fence. The Belarusians cut for us & we ran.” A migrant tells us how a Belarusian soldier helped migrants get into the EU (she was sent back). Our report for @BBCNews as crowds of migrants moved to the border crossing. Camera/edit @mattgodtv Producer @BBCWillVernon pic.twitter.com/aWYOaV2MZ2
— Steve Rosenberg (@BBCSteveR) November 15, 2021
Una vez allí, quedaron bloqueados, en tierra de nadie. Polonia ha ido reforzando su despliegue militar y policial en la frontera, para evitar las incursiones ilegales; y las últimas informaciones apuntan a un total de 12.000 efectivos polacos desplegados en la zona. En el lado bielorruso, acampados en el bosque y sin poder avanzar en ninguna dirección, han permanecido durante varios días cerca de 2.000 personas. Sin apenas recursos ni ayuda humanitaria, y con la llegada del invierno al centro de Europa, la situación de los migrantes empeora por momentos, mientras la crisis diplomática parece cronificarse.
¿El principio del fin?
El pasado jueves se produjeron algunos movimientos que parecían ser los primeros pasos hacía una resolución del conflicto. Lukashenko mantuvo una reunión telefónica con Angela Merkel, en la que se valoró la posibilidad de que Bielorrusia se encargara de repatriar a 5.000 de los 7.000 migrantes en su territorio; siempre y cuando la Unión Europea habilitara un corredor humanitario para los 2.000 refugiados acampados justo a las puertas de Polonia. Ese mismo día, el primer avión de repatriación con destino Iraq partió desde Minsk, con 431 migrantes a bordo que, según Bielorrusia, “eran los únicos que habían manifestado su deseo de marcharse”. El ministro del Interior alemán, Horst Seehofer, anunció poco después que la opción de acoger a 2.000 migrantes en territorio europeo no era viable, ya que implicaría “ceder ante la presión de Bielorrusia”.
Las últimas informaciones emitidas desde Minsk aseguran que, desde el jueves, todos los migrantes han sido trasladados a almacenes cercanos a la frontera, donde se les habría proporcionado mantas y comida, mientras se regula su situación. Mientras tanto, las autoridades fronterizas polacas siguen informando de intentos de cruzar la valla. La realidad es que ninguno de los dos países ha permitido la entrada de ayuda humanitaria; y son muy pocos los medios de comunicación acreditados para informar desde la zona. La mayoría de las imágenes son distribuidas por las fuerzas de seguridad polacas, que declararon en septiembre un estado de emergencia en una zona de 6km alrededor del paso fronterizo, prohibiendo así la entrada de activistas y periodistas por igual. La guerra también se hace con (des)información y propaganda.
Los intereses de Rusia
Con todo, el trasfondo de la cuestión está constantemente sobrevolado por la ‘mano negra’ de Rusia, y los intereses de Putin frente a la UE. Lukashenko ha jugado desde hace años una estrategia de equilibrio, acercándose a la Unión o a Rusia dependiendo de sus intereses. Sin embargo, desde que Europa impusiera sanciones contra el país por la falta de libertades políticas de la población, el primer ministro se ha visto obligado a depender más de Rusia. Y Putin sabe y puede aprovechar esta situación para seguir presionando a la Unión Europea. Aunque eso implique usar migrantes como arma.
