El pasado martes Rishi Sunak recibió oficialmente el encargo del rey Carlos III para formar el nuevo gobierno de Reino Unido, tan sólo apenas sesenta días después de que fuese nombrada Liz Truss como sucesora de Boris Johnson. El nuevo primer ministro, el primero de origen indio, fue el único candidato del partido conservador en hacerse con más de los 100 avales necesarios. Tras la retirada de los otros candidatos –Penny Mordaunt y el propio Boris Johnson-, Sunak se convierte en el líder del partido ‘tory’ sin necesidad de consultar a las bases.
El hecho de que Liz Truss haya protagonizado el mandato más breve de un ejecutivo británico pone de manifiesto la situación de inestabilidad e incertidumbre que vive Reino Unido. Su plan fiscal, que consistía en una drástica bajada de impuestos, provocó un desplome del valor de la lira, lo que sentenció su gobierno y volvió a remover las aguas en el Partido Conservador para buscar un nuevo sustituto. Una vez elegido, Sunak apostó por promover la “estabilidad y la unidad” en su primer discurso como premier en la sede de los conservadores en Londres, consciente de los “profundos retos económicos” que tiene por delante el país.
El desconcierto del Brexit
Más allá de los estragos que ha hecho la pandemia en la economía de las islas, y los que está haciendo actualmente la invasión de Ucrania y la consecuente inflación, Reino Unido tiene un problema de fondo que no logra revertir desde hace prácticamente un lustro: el Brexit. Daniel Gil (@Eurofilo_ en Twitter) centraba la cuestión en la definición misma del concepto, ya que seis años después “seguimos sin saber exactamente qué es el Brexit”.
Cuatro presidentes después, desde Theresa May hasta el actual inquilino de Downing Street, ningún presidente ha sido capaz de explicar en qué se traslada exactamente la idea del Brexit al plano económico y político, o qué supone a la hora de establecer una nueva ruta en las relaciones con la Unión Europea. Muchas voces han especulado sobre lo que iba a significar en materia de inmigración, fiscal o la posibilidad de una mayor libertad para establecer nuevos lazos comerciales. Pero la realidad es que ninguna de esas voces ha coincidido a la hora de centrar sus ideas y conformar un discurso único y homogéneo, que identifique el Brexit con algo en concreto.
Lo curioso de la situación es que toda esta incertidumbre se encuentra en el seno del Partido Conservador, ya que los ‘tories’ tienen mayoría absoluta en el gobierno. De ahí que Sunak hiciese especial hincapié en su afán de reagrupar el partido con el fin de sacar adelante la complicada tesitura que vive el país británico, una realidad que ya se alarga más de lo deseado.
No hay duda de que el covid y la invasión de Ucrania han tenido su importancia para llegar a la situación actual. Pero la realidad es que el Brexit ha sido el origen de todos los problemas: en 2016 –año del referéndum- la economía británica representaba un 90% del tamaño de la alemana, y ahora es menos del 70%. Desde el divorcio europeo, la inversión empresarial ha estado creciendo en todos los países del G7, menos en Reino Unido.
La coyuntura actual no hace más que agravar la situación británica
Para más inri, como comentábamos, se suma la coyuntura internacional actual, protagonizada por la crisis energética derivada de la invasión rusa en Ucrania, que ya se afronta con el libro de cuentas en rojo por la pandemia. Las políticas relacionadas con el coronavirus cuestan más en el Reino Unido como proporción del PIB que cualquier otra economía avanzada, excepto Canadá, afirma Celia Maza en El Confidencial. La inflación tampoco se queda atrás, algo común en todo el continente europeo, pero que en Reino Unido marca la cifra del 10,1%, el nivel más alto en cuatro décadas para los británicos.
De esta manera, Reino Unido se encuentra sustancialmente mermado en el plano internacional por todos estos bailes de sillones, que no terminan de estabilizar el país y que lastran aún más su estado. Rishi Sunak es consciente del tremendo reto que tiene por delante. Ya no sólo se trata de reunificar la formación y restaurar la economía, sino también promover un discurso sensato del Brexit que no entorpezca la recuperación económica y ayude a revertir el descrédito internacional de los últimos meses, por no decir años.