Los altercados entre serbokosovares y la policía se han saldado con 80 heridos
Los Balcanes vuelven a ser uno de los puntos calientes de Europa después de un polémico proceso electoral en el norte de Kosovo.
Las heridas abiertas en los Balcanes durante la década de los noventa nunca han acabado de cicatrizar. La Guerra de Kosovo librada entre 1998 y 1999 entre el Ejército de Liberación de Kosovo (UÇK), que contaba con el apoyo de la OTAN, y la República Federal de Yugoslavia, liderada por Slobodan Milošević y reducida a Serbia y Montenegro, concluyó con la victoria de la Alianza Atlántica. La OTAN colocó a la KFOR (Fuerza Internacional de Seguridad para Kosovo) como la encargada de gestionar una región históricamente semiautónoma dentro del mapa de Serbia.
En 2008, Kosovo declaró unilateralmente su independencia. Desde entonces, ha tenido en los EEUU su mayor protector. En cambio, Serbia ha girado el periscopio en busca de apoyo hacia Oriente. Aleksandar Vučić, presidente serbio, desafía a Europa mientras se acerca a Putin. Los nuevos incidentes de Kosovo han movilizado a toda la comunidad europea.
Alcaldes albanos en una zona de mayoría serbia
El 93% de la población kosovar es de etnia albana. Sin embargo, en el norte predomina la población de origen serbio. Los 50.000 serbokosovares de la zona septentrional, compuesta por cuatro municipios, boicotearon las elecciones locales. En estos comicios tan solo participó el 3’5% de los censados. Es decir, solamente ejerció el derecho a voto la comunidad albanokosovar del norte.
Albin Kurti, primer ministro de Kosovo, favoreció las candidaturas albanokosovares en un área de mayoría serbia. La ley electoral de Kosovo, al igual que la española, no estipula un porcentaje mínimo para validar el proceso. Por lo que las elecciones celebradas en abril, teniendo en cuenta el marco legal, fueron totalmente válidas.
Ha sido en la última semana de mayo cuando la tensión ha estallado en los Balcanes. Los alcaldes estaban citados para que tomaran posesión del cargo en los consistorios del norte de Kosovo y la población serbokosovar se ha concentrado en estos puntos para impedir que fueran refrendados por las autoridades. Así, en la localidad de Zvecan se han sucedido los enfrentamientos entre serbokosovares, que no reconocen a los alcaldes, y las tropas de la OTAN.
Vučić ordenó al ejército serbio que se situase en “alerta de combate”, mientras la OTAN desplegaba 700 tropas móviles que se suman a las 4.000 ya asentadas en Kosovo. Además, Turquía se ha añadido a los refuerzos mandando 350 soldados en defensa de los intereses de la UE y la OTAN. Kosovo es reconocido como Estado independiente por todos los países de la UE excepto por Eslovaquia, Rumanía, Chipre, Grecia y España.

Albin Kurti, admirador de las políticas de Robert Francis Kennedy, resopló aliviado tras conocer que por el momento no hay víctimas mortales. En declaraciones a The Guardian tachó de “manifestantes fascistas controlados por Serbia” a los que bloquearon el nombramiento de los alcaldes. “Una república democrática no puede rendirse ante una milicia fascista”, añadió el primer ministro de Kosovo al periódico británico.
Por su parte, el presidente serbio ha exigido la retirada inmediata de los alcaldes y la repetición de las elecciones. Un representante político proserbio del norte de Kosovo radiografió el regreso de la violencia en los Balcanes. “Ha sido la culminación de meses de descontento y miedo entre las minorías serbias”. Serbia, junto a Rusia o China, no reconoce a Kosovo como Estado soberano.
Para el nacionalismo serbio, Kosovo es el núcleo histórico de su nación. Los principales centros religiosos, donde se profesa el cristianismo ortodoxo, se encuentran en suelo kosovar. Asimismo, en 1389 la caída frente a los turcos en la Batalla de Kosovo supuso el fin del esplendor del Reino de Serbia.
La respuesta de la UE
Las reacciones de los líderes europeos a los disturbios no se han hecho esperar. En la cumbre celebrada el jueves pasado en Moldavia la UE reclamó a Kosovo que repitiera las elecciones, lo que obligó al primer ministro kosovar a suavizar sus declaraciones y mandar un mensaje conciliador a sus vecinos serbios.

En representación de Pristina, la presidenta Vjosa Osmani advirtió sobre una posible repetición electoral. “Sería posible si desde Belgrado no promueven el boicot”. Emmanuel Macron y Olaf Scholz han sido los políticos más implicados en el proceso apaciguador en la escalada de tensión. “Hemos pedido a ambas partes que repitan las elecciones lo antes posible, con la garantía de que la población serbia se vea representada”, confirmaba el presidente de la República Francesa. La OTAN y los Estados Unidos también han seguido el tono mediador de Europa.
El fallido acuerdo de Bruselas de 2013 no ha ayudado a calmar una zona con una elevada actividad sísmica sensible a las tendencias nacionalistas. Con la UE como intermediaria, Serbia y Kosovo se comprometieron a crear una comunidad de municipios con amplia autonomía de mayoría serbia (norte) dentro de las fronteras kosovares. Este pacto nunca se ha terminado de consolidar y el norte de Kosovo sigue siendo objeto de disputa entre Pristina y Belgrado.