Nunca pensé que me fuese a emocionar tanto la idea de ver una jornada de la liga alemana. Nunca pensé que me sentaría delante de la televisión con el firme propósito de ver un Borussia Dortmund vs. Schalke 04. Y aún menos sabiendo que no puede haber ni un alma en las gradas de un estadio que acostumbra a estar repleto de hinchas que, con sus cánticos, hacen estremecerse a cualquiera. Y es que cuando lleva uno sin ver fútbol en directo desde hace 66 días (que se han hecho infinitamente más largos que los de las vacaciones de verano), cualquier excusa es buena para ocupar el salón y disfrutar de una hora y media de fútbol alemán.
Sin embargo, antes de comenzar el partido, más que emocionado (que también), me encontraba expectante. Expectante de saber cómo sería el habitual pasamanos entre los jugadores y los árbitros, cómo serían los agarrones propios de los saques de esquina, cómo se celebrarían los goles (lo de abrazarse queda descartado) y de saber qué pasa si a un jugador se le ocurre escupir al césped (costumbre de lo más desagradable, que espero desaparezca gracias a la nueva realidad que vivimos).
Pues bien, no ha habido pasamanos, primero ha salido un equipo y luego el otro; ha habido inevitables agarrones de todo tipo, como era de esperar; los goles se han celebrado sin acercarse los unos a los otros y, por desgracia, ha continuado la desagradable costumbre.
El Dortmund ha salido victorioso del derbi del Ruhr con un contundente 4-0. El primer gol, como era de esperar, de Haaland, el noruego que ansía media Europa. Un doblete de Guerreiro, el carrilero portugués que ha protagonizado un gran partido, y otro tanto de Hazard completaban el resultado. Pero el hombre del partido, sin duda alguna, ha sido el alemán Julian Brandt, que ha dado dos asistencias de gol y se ha apoderado del centro del campo con un juego más propio de un veterano que de un joven de 24 años. En general, un equipo compacto, pero ofensivo que a base de triangulaciones y buen juego ha superado al Schalke con pasmosa facilidad, a pesar de no jugar con algunos titulares como Marco Reus, Jadon Sancho o Alex Witsel.
En definitiva, un partido entretenido que marca el comienzo del fútbol alemán y europeo. Y es que, como dijo Lineker en 1990, «el fútbol es un juego que inventaron los ingleses y que siempre gana Alemania». Y como no podía ser de otra manera, los alemanes han vuelto a ganar, siendo los primeros en devolver el balón al aficionado. Aunque este no esté presente.