El origen del “viernes negro” es algo que desconocemos, solo sabemos que nos gusta comprar y a los comercios vender
Fuente: agentyc.com
La semana del cuarto jueves del mes de noviembre es siempre esperada en EE.UU. Acción de gracias, o Thanksgiving como se conoce en la lengua inglesa, es, detrás de Halloween, la fiesta más anglosajona que existe. La familia se reúne alrededor de una gran mesa, adornada por grandes manjares liderados por el mítico pavo; hijos y nietos que cruzan el país para reunirse con sus familias por unos cuantos días, madres y suegras compiten por quién cocinara la mejor pie (una tarta con mucho, mucho hojaldre); y el resto se reunirá en frente a la televisión para ver un magnifico partido de fútbol americano (que, aunque sorprendente para la cultura europea, no se juega con los pies).
Pero la cosa no acaba ahí. Después de Thanksgiving viene el día, o más bien la noche, en la que los grandes comercios se frotan las manos y al que los pequeños comercios esperan todo el año: el Black Friday. Su origen es dudoso y cambia dependiendo de a quién o dónde preguntes. Algunos te contarán que el primer uso de la expresión “viernes negro” se dio, no para referirse a las compras de Navidad, sino en relación a una crisis económica: el viernes 24 de septiembre de 1869, dos implacables financieros de Wall Street, tras un intenso trabajo por conseguir grandes beneficios, fracasaron en su empeño, y el mercado entró en bancarrota. Por ello, se nombró a ese día como el “viernes negro”.
Otra de las historias que acompañan al término “Black Friday” tiene que ver con los pequeños comercios en el mercado. La tradición cuenta que, tras un año entero de pérdidas (es decir, números rojos), por fin, tras el día de Acción de Gracias, llegaba la época navideña, día a partir del cual comenzaban los beneficios, y con ellos, en lugar de números rojos, se producían “números negros”.
En la actualidad, se conoce como «viernes negro» al día que inaugura la temporada de compras navideñas con significativas rebajas en muchas tiendas minoristas y grandes almacenes. Y aunque, la tradición sea de origen americano, ya hay países que la toman como propia como, por ejemplo, el Reino Unido. En España nos queda un poco para que el pavo lidere la mesa otro día que no sea Navidad, pero, a la mínima oportunidad de rebajas, nos lanzamos a utilizar la tarjeta de crédito con una sonrisa de oreja o oreja.
Pero, que no nos engañen, rebajas reales hay pocas o de porcentajes mucho menores que los que anuncian. Los grandes y pequeños comercios saben que se llenaran las calles del centro de cualquier ciudad buscando los primeros regalos de Navidad, y las páginas web tendrán grandes ventas; y por eso aprovechan el tiro y suben los precios. Sí, los suben.
Fuente: republica.com
Esta “tradición” ya lleva bastante tiempo instalada en España y los empresarios saben que si suben los precios los días de antes de todos sus productos y luego los bajan al original (incluso, a veces, por encima de este) no perderán ni un céntimo y facturaran más. Esto los grandes como Inditex o El Corte Inglés lo saben y por eso se suben al carro otro año más.
Muchos son ya los clientes que se han dado cuenta de esto y compran la semana anterior de que empiece la campaña de Navidad, llegando a ahorrarse dinero. Pero la realidad es que la gente sale a la calle a comprar cosas por un precio igual que el de dos semanas antes y se siente realizada porque, siendo honestos, compartir algo con los yanquis nos gusta bastante a todos.