Abdalla Mohamed, un ciudadano sirio de 32 años, y su hija Salwa, protagonizan un vídeo viral en Twitter en el que se les ve riendo y jugando, fingiendo que las bombas que caen en Sarmada (Idlib, Siria) son fuegos artificiales. Abdalla le envió el vídeo a un amigo turco de la familia, Mehmet Algan, de 34 años, que trabaja para la Asociación Médica para Expatriados Sirios (SEMA) en Estambul. Así le contaba cómo hacía que los bombardeos diarios no causaran un trauma en su pequeña de 3 años. Impactado por la ternura del vídeo, Mehmet publicó un mensaje en su cuenta de Twitter (@alganmehmett) contando la situación de su amigo, y pidió permiso a Abdalla para acompañarlo con el vídeo que le había enviado.
El vídeo tuvo tanta repercusión que las autoridades turcas se pusieron en contacto con Abdalla, y la familia logró cruzar la frontera el pasado martes 25 de febrero. Así, Abdalla y su pequeña consiguieron dejar Siria y la guerra atrás. «Estoy feliz, estamos lejos de la guerra, no hay explosiones, no hay aviones, no hay muerte. Es un sitio nuevo, no tengo trabajo, pero estoy feliz», declaraba Abdalla para El País.
A veces la realidad supera a la ficción, y muchos han comparado a Abdalla con el protagonista de La vida es bella (1997) de Roberto Benigni. Ambos utilizan los juegos y la imaginación para ocultar a sus hijos los horrores de la guerra. Esta historia ha tenido un final feliz. Sin embargo, la vida aún no es bella para los miles de niños que sufren la guerra de Siria. Según la Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU, en el noroeste de Siria, 503 niños han perdido la vida desde el inicio de la nueva ofensiva el pasado 29 de abril.
