Una lección sobre el padecimiento humano en El libro de la risa y el olvido de Milan Kundera
Es perfectamente entendible que, tanto lectores como escritores, emprendamos denodadamente una búsqueda con el fin de comprender los sucesos psicológicos que más condicionan nuestra propia naturaleza. En esa misión resulta imprescindible sumergirse en la miseria humana y nuestros más oscuros padecimientos. Así, el concepto de lítost resulta desagradablemente interesante.
Sobre el autor
Milan Kundera (Brno,1929) es un escritor checo – nacido en la extinta Checoslovaquia – que más tarde adoptaría la nacionalidad francesa. Se trata de uno de los más brillantes narradores europeos actuales, no por nada es un permanente candidato al Premio Nobel de Literatura. Kundera es un hijo del exilio debido a su papel en la Primavera de Praga, durante la ocupación soviética del país.
Este exilio marcará irremediablemente su obra, pero no es el único tema del autor de La insoportable levedad del ser, libro que, además, podría entenderse como la clave de su respetabilidad internacional. La producción de Kundera – en muchas ocasiones a caballo entre la ficción y el ensayo – galopa en torno al amor, la sensualidad, el totalitarismo o la ética. Todo ello, por supuesto, entretejido con una prosa virtuosa que mezcla la rotundidad con la ironía y, cómo no, la levedad con el peso.

¿Qué es la lítost?
El libro de la risa y el olvido es, según su propio autor, una novela “en forma de variaciones”. Está compuesta por siete diferentes narraciones independientes, pero intercomunicadas que representan las etapas de un viaje. En él, Kundera reflexiona sobre la fragilidad del erotismo, la forma de vida occidental o, en este caso en concreto, la miseria humana.
La lítost, tal y como nos la presenta el autor, es una palabra checa que, si bien resulta intraducible a otros idiomas, se refiere a un padecimiento sufrido al contemplar la propia miseria puesta de manifiesto por comparación con otra persona. Esa lítost se manifiesta en dos fases: tras el dolor inicial al sabernos miserables en un aspecto concreto, se sigue el sentimiento de venganza.
Esa revancha personal busca equilibrar la balanza. Persigue estrictamente la humillación del otro para que así ambos puedan seguir sintiéndose iguales. Aunque, si bien es cierto, la venganza va seguida necesariamente por, en palabras de Kundera, “una hipocresía patética”, puesto que no puede revelar su verdadera razón. Jamás se reconocerá que dicha venganza está condicionada por el suceso inicial.

Caso práctico
Pongamos un ejemplo: A y B son compañeros de piso y van juntos a una fiesta. B es muy tímido, pero por nada en el mundo se atrevería a reconocerlo. En cambio, A está dotado de una impactante verborrea. En la fiesta todos escuchan atentamente a A, mientras B no alcanza ni siquiera a esbozar unas pocas frases. Este sentimiento – una lítost de manual – que siente al verse incapaz de competir con la oratoria de su amigo le causa un profundo dolor.
Siguiendo las fases de la lítost, después del dolor solo queda esperar a la venganza. Al volver a casa, A trata de coger un vaso de agua del estante más elevado y termina por romperlo en mil pedazos. Es entonces cuando B tiene servida su revancha. Arremete contra A de una manera feroz, le llama torpe, manazas, descuidado… La lluvia de insultos continúa hasta que A no puede más que ponerse a llorar. Entonces y sólo entonces, se ha consumado el equilibrio, ahora ambos son igual de miserables. Y, así, la cólera desaparece.

La solución
En este caso, Kundera sólo nos dibuja un escenario en el que la lítost pueda no tener efecto: el amor. Claro que no cualquier amor, ha de ser un amor altísimo, de un carácter absoluto. En palabras del autor: “Uno de los remedios usuales contra la propia miseria es el amor. Porque aquel que es amado de un modo absoluto, no puede ser miserable”.
Soluciones aparte, es indiscutible que cualquiera de nosotros ha sentido algo así en alguna ocasión. Ahora bien, tal vez mediante el pleno conocimiento de este suceso, podamos llegar a dominarlo. Es decir, quizás la única manera de no ser presa de la rabia y la venganza de la lítost sea leer a Milan Kundera. Una vez más, gracias a la literatura, dándole un nombre a algo – aunque sea en una lengua eslava y de difícil comprensión- podemos salvarnos.