El pinkwashing una practica capitalista que afecta principalmente a la comunidad LGBTIQ+, que afirman estar cansados de que se lucre en su nombre durante 30 días para que en julio todo vuelva a la triste normalidad.

El pinkwashing es una estrategia de marketing utilizada no solo por marcas, sino por instituciones o partidos políticos por la cual se aprovechan de la lucha por los derechos de la comunidad LGBTIQ+ con el fin de ganar simpatía, y dar una imagen de progresistas y modernos.
Esta palabra viene de las palabras inglesas Pink (rosa) y whitewash (encubrir o blanquear). Lo que significa que es un lavado de imagen “rosa”, refiriéndose a los derechos LGBTIQ+.

Origen
Esta practica se remonta a los años 90, cuando muchas marcas comenzaron a usar el color rosa durante el mes de mayo como símbolo de la lucha contra el cáncer de mama.
Por ello, desde Breast Cancer Action comenzaron a usar este término en símbolo de protesta contra las empresas que trataban de beneficiarse a costa de esta enfermedad.
Este término también se ha usado para criticar al Estado de Israel, al declararse territorio gay-friendly cuando en realidad, pretenden señalar a la población palestina etiquetándola de homófoba y alimentando así la islamofobia.
Fue Sarah Schulman, historiadora estadounidense quien, en 2011, acuño este nuevo significado del termino en un articulo publicado en el New York Times, “Israel y el pinkwashing”.

Mes del orgullo
El pinkwashing es un termino muy ligado al mes de junio, al ser el mes de la comunidad LGBTIQ+, durante este mes muchas empresas e instituciones añaden una bandera arcoíris a sus logos o venden productos destinados a personas de colectivo.
En concreto, pinkwashing se refiere en este caso a la llamada instrumentalización capitalista del arcoíris y otros símbolos de los derechos LGBTQI+ por parte de las empresas (capitalismo rosa).
Al apoyar los derechos del colectivo LGBTQI+, por ejemplo, con el lanzamiento de un nuevo logotipo del arcoíris que coincide con el Mes del Orgullo en junio, las empresas buscan reforzar estratégicamente su propia reputación corporativa y/o desviar la atención de posibles actividades negativas y perjudiciales.
Esta practica es un reflejo de la doble moral de empresas e instituciones, al aprovecharse de un grupo históricamente vulnerable como la comunidad LGBTQI+, o las mujeres, en el caso del cancer de mama.

Porque al final detrás de todos esos logos o promociones solo buscan mostrarse como modernos, sin establecer medidas de fondo o suficientes que se sustenten en la realidad. Más allá de cambiar el logo, ¿cuántas empresas son realmente transincluyentes, y tiene protocolos específicos para frenar el acoso laboral a sus trabajadores LGBT? o ¿cuántas de estas marcas hacen donaciones importantes a asociaciones que protegen a la población LGBT+?
Por ello los miembros del colectivo denuncian esta practica y recalcan que “no solo existimos durante un mes, existimos durante todo el año. Durante todo el año necesitamos empleo. Durante todo el año recibimos burlas en nuestros centros de trabajo.”
Alguno de los ejemplos más notables es el cambio de logo por parte de FIFA en Twitter, mientas que organizan la Copa Mundial de Fútbol, en un país que es conocido por la falta de respeto hacia este colectivo, como es Catar.
