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Ideología Woke: cuando lo ‘woke’ se vuelve ‘sleepy’

El movimiento woke busca acabar con las injusticias sociales, especialmente el racismo. Pero sus políticas pueden acercarnos más a la anticultura y distensión y no al contrario. Buscan la igualdad de grupos minoritarios tan diversos, que crean guerras ideológicas entre sí mismos.

Qué es ser o estar woke

Tiene sus orígenes en las comunidades negras de Estados Unidos, woke era usado para describir a las personas que han despertado (de wake en inglés) a las cuestiones progresistas, y están en alerta ante las injusticias. Existe un gran debate sobre cómo definir el concepto woke, si bien el término se usa para describir una amplia gama de ideas y movimientos relacionados con la justicia social. Como por ejemplo el antirracismo, el feminismo, el colectivo LGTB+ o las teorías indigenistas entre otros.

Origen del término woke

El primer uso de la palabra tuvo lugar en la década de 1940 entre las comunidades negras como un llamado activismo sindical. Ya en 1965 Martin Luther King usó la expresión en su discurso «Remaining awake through a great revolution» (Permanecer despiertos a través de una gran revolución).

La explosión de su uso se dio con el surgimiento del movimiento Black Lives Matter en 2013 con la muerte de Trayvon Martin; aunque popularizado en 2020 con la muerte de George Floyd. Este movimiento nació como oposición a la violencia policial contra la comunidad afroamericana en EEUU y cobró fuerza en redes sociales. La expresión comenzó a usarse en paralelo al movimiento y lo acabó por trascender: con el surgimiento del movimiento #MeToo; el Black Trans Lives Matter (las vidas de las personas transgénero negras importan); y otros movimientos contra diferentes injusticias.

Un ejemplo de polarización

El wokismo se ha vuelto un término paraguas para causas sociales apropiado por distintos sectores; es una muestra de la polarización social y política de Occidente. Se ha convertido en un campo de batalla entre centristas y progresistas en EEUU; mientras que la derecha conservadora critica el movimiento por su corrección política (evitar el lenguaje excluyente u ofensivo) y por la llamada «cultura de la cancelación».

El wokismo es también una herramienta de marketing para las empresas, que apelan al consumidor a través de su apoyo a causas sociales. Empresas reconocidas se muestran su apoyo en el mes del orgullo LGBT+; con el movimiento Black Lives Matter; durante el 8 de marzo por el día de la mujer; y un largo etcétera. Este marketing ha sido tachado de oportunismo o pinkwashing para vender sus productos además del uso de celebridades que no representan a los colectivos a los que apelan.

La cultura de la cancelación

La cultura woke utiliza la cancelación como modus operandi. La cultura de la cancelación es un fenómeno online resultado de la expansión del wokismo a las redes sociales. La cultura de la cancelación se refiere a la retirada masiva de apoyo de figuras públicas o celebridades que han hecho cosas que no son socialmente aceptadas en la actualidad.

Esta práctica de «cancelar» o avergonzar masivamente ocurre a menudo en plataformas de redes sociales como X (Twitter), Instagram o Facebook. Se usa como herramienta para detener el comportamiento ofensivo y dañino, mientras que parte de la sociedad encuentran esta cultura como problemática y tóxica.

Gran cantidad de celebridades han sido canceladas como Kevin Hart, Kanye West, Dave Chappelle y un largo etcétera, pero sin el resultado esperado. La cultura de la cancelación en muchos casos no llega a tener efecto, como en el caso de Chris Brown. El cantante fue detenido en 2009 por golpear y amenazar a Rihanna (su pareja en ese momento); la cancelación no impidió que hoy en día siga en los escenarios.

En otros casos la cancelación sí que llegó a impactar en ciertas celebridades. Como es el ejemplo del youtuber James Charles, quien perdió más de 3 millones de seguidores en cuestión de días tras ser etiquetado como un depredador sexual. Otro ejemplo famoso es la autora J.K.Rowling quien fue cancelada por hacer comentarios tránsfobos en X (Twitter).

El wokismo en decadencia

Pese a su función inicial, que era la de dar voz a sectores marginales de la población, el wokismo se ve en la actualidad como un perjuicio para el progreso social. La cultura woke ha puesto sobre la mesa asuntos sobre los cuales no se hablaba hace unos años. Ideas como la apropiación cultural, los micromachismos, la transfobia, la gordofobia y el indigenismo entre otros, son muy recientes. La concepción de lo woke ha dejado de ser lo que era en un principio y en la actualidad es usado de forma peyorativa.

La realidad es que dentro del movimiento woke, compuesto por un paraguas enorme de minorías, surgen batallas culturales. Surgen subgrupos que no aceptan a otras minorías, conflictos entre sí que dificultan su toma en consideración en la política actual. Batallas culturales como ciertas feministas no aceptando a las mujeres trans; ciertas personas del colectivo LGTB+ apoyando la gestación subrogada; sectores inmigrantes no aceptando a la comunidad LGTB+ y un largo etcétera.

Todo esto hace que a la hora de la verdad, los políticos traten los temas acerca de minorías sociales «con pinzas». Lo woke por ello, hoy en día ha pasado a la historia y su sucesor es la cultura de la cancelación que implementaron en la sociedad.

Hemos podido observar que es complejo definir qué es la cultura woke y cuáles son sus componentes. De todas formas, lo que podemos concluir es pese a su autodestructivo comportamiento, ha traído debates «a la mesa» que son muy relevantes para una sociedad que busca el progreso social.

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