Vivimos en una sociedad que escapa del presente, romantiza el pasado y sin esperanza en el futuro. La cultura de la nostalgia parece estar cada vez más presente en esta generación. Esta cultura se ve totalmente reflejada en la industria cinematográfica y musical.
Ya hace varios años que podemos observar como este fenómeno ocupa la gran mayoría de las pantallas: Matrix 4: Resurrection, Spider-Man: No way home, Dune, Cenicienta… son algunos títulos que representan a la perfección la manifestación de la nostalgia en el cine en los últimos años. Algunos cineastas, como David Murcia Aristizabal, afirman que esto se debe a que como las producciones cada vez son más costosas y necesitan sobrepasar la inversión, los creadores apuestan por lo seguro. Sin embargo, muchas otras personas apuntan que se debe a una falta de creatividad en las nuevas generaciones.
Plataformas digitales
Las plataformas digitales, como Netflix o Prime Video, son también un reflejo de esta cultura nostálgica. En su cartelera, durante estos últimos años, han incluido títulos de series que acabaron hace ya varios años y que habían sido referentes para jóvenes que ahora son adultos. Algunas de estas son: El Barco, El internado, Los Serrano, Física o química…
Pero, sin duda, uno de los principales encargados de promover esta nostalgia por referentes o ídolos de hace unos 20 o 30 años es Disney. Sus últimos remakes o reboots son algunos como Dumbo, Aladdín, Peter Pan & Wendy, o La sirenita (aún por estrenar). Míticos personajes que ya conocíamos, algunos de ellos reinterpretados, como es el caso de La sirenita, la cual es de tez negra mientras que en la versión original esta es de tez blanca. Muchos apuntan a que se trata de una reinterpretación forzada, con motivo de una inclusión racial. Pero quizás sería mejor crear nuevos referentes que incluyesen estas características en su versión original en lugar de reinterpretar ídolos anteriores. ¿Hace cuánto Disney no nos regala a un nuevo personaje que se convierta en un ícono para las nuevas generaciones? Al final, los ídolos de ficción de dichas generaciones simplemente serán referentes reciclados provenientes de la nostalgia de nuestra época.

Industria musical
La industria musical no se queda atrás en este ámbito. El fenómeno también se ve reflejado en esta, aunque no tan mayoritariamente como en la industria cinematográfica. En los últimos años hemos asistido a lanzamientos de temas que o bien incluyen partes de canciones antiguas o se trata de una nueva versión de dichas canciones. Algunos ejemplos son: Corazón sin vida de Aitana y Sebastián Yatra incluye un pedacito del famoso tema Corazón partío de Alejandro Sanz; Nunca Estoy de C.Tangana, que incluye trozos de Como quieres que te quiera de Rosario; la versión de Vivir así es morir de amor de Camilo Sesto, reinterpretada en este caso por Nathy Peluso; o una de las más recientes, el lanzamiento de María Escarmiento de una versión más electrónica de uno de los hits de la Oreja de Van Gogh como es Puedes contar conmigo.
¿Falta de originalidad?
Está claro que los productos nostálgicos funcionan bastante bien en el panorama cultural actual. Prueba de ello es que en el pasado año 2021, ocho de las diez películas más taquilleras fueron secuelas, remakes y reboots. Estas cifras parecen reafirmar la crisis de creatividad u originalidad que muchos apuntan. Pero, realmente, ¿se trata de una falta de etas características? Lo cierto es que no. La oferta audiovisual responde al consumo del público, por tanto, el problema no radica en la falta de originalidad o de buenas ideas, que siguen existiendo, sino que la gran demanda de estos productos no deja espacio para las ideas originales.
La sociedad actual vive atrapada en esa nostalgia, necesitamos darle voz y espacio a las nuevas ideas, darle oportunidad a nuevos referentes, a la creatividad… Si no ¿de qué tendrán nostalgia las generaciones del futuro?