Hacia el fin de la revictimización
Los atentados del 11 de marzo de 2004 no duraron un segundo. Ni un día. Ni meses. Llevan durando veinte años, repitiéndose en las mentes de familias, amistades y allegados de 192 asesinados y 1.400 heridos. Sus recuerdos no descansan en paz, pues al dolor de sus pérdidas se sumaron las polémicas en torno a la autoría de los delitos. ¿Al Qaeda o ETA?, la pregunta de difícil respuesta para uno de cada tres españoles, es causa de que el recuerdo a las víctimas siga generando polémicas veinte años después. En este 11 de marzo de 2024, sin embargo, los delitos prescriben, algo que podría ayudar a aliviar este debate tan doloroso para muchos.
¿Qué implica la prescripción?
Con la prescripción ya no se podrá inculpar a los «autores intelectuales» de los delitos cometidos. Lo que quiere decir que, si tras la prescripción saliese a la luz un nuevo «autor» de los delitos, no podría ser condenado. Víctor Sampedro, Periodista y Profesor que ha dedicado gran parte de su vida a la investigación en torno al 11-M, aborda el concepto de «autores intelectuales» de manera muy crítica. A razón de su última publicación, «Voces del 11-M: Víctimas de la Mentira», concedió a El Generacional una entrevista en profundidad sobre su libro y, posteriormente, nos prestó ayuda para la elaboración de este artículo.
En esta segunda reunión, nos explicó que el concepto de autor intelectual “es una invención”, así como un término “muy autoritario y muy antidemocrático”, ya que “en democracia, la mente no delinque”, y “los delitos de pensamiento y de conciencia son una cuestión de confesionario, no de la esfera pública”. Víctor se pregunta “cómo demonios puede provocar una mente un atentado”, y responde que, si una mente “tiene un proceder terrorista, no es un intelectual, es un terrorista, y eso se prueba con hechos, y con testimonios incontrovertibles”. Víctor considera que la intención detrás de la invención del concepto de “autor intelectual” es la “difamación” y la creación de un “enemigo difuso e inconcreto”.
El concepto de autor intelectual cuestiona la autoría del 11-M
Como se dijo en un inicio, uno de cada tres españoles se sigue preguntando si fue Al Qaeda o ETA el autor del atentado, una duda que nace, precisamente, de la creación del término “autor intelectual”. Las pruebas que se hallaron después del atentado, demuestran la irrefutable autoría de Al Qaeda como actor terrorista. Aunque son muchos los que pensaron (y piensan) que ETA se encontraba detrás, en calidad de “autor intelectual”, prestando soporte e ideaciones al grupo yihadista. Esto genera bastante conflicto a los afectados por el 11-M, ya que las razones detrás de la confusión tienen un gran interés político y económico que convierte el sufrimiento ajeno en algo beneficioso para otros.
«La revictimización es el efecto último de las teorías de la conspiración en nuestras vidas. Supone la imposibilidad de completar el luto por las constantes insidias y las dudas sobre quiénes te arrebataron a tus seres más queridos, te amputaron o lesionaron el cuerpo y las ganas de vivir”. Estas son palabras de Eulogio Paz, actual presidente de la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo, y padre de Daniel, asesinado en el 11-M.
En el segundo capítulo de «Voces del 11-M: Víctimas de la Mentira», Eulogio habla de los alcances emocionales de la inconcreción acerca de la autoría. Antes incide sobre el origen político del debate y explica el trasfondo de la confusión en torno a la autoría.
Las elecciones de marzo de 2004
El contexto del 11-M transcurrió durante el gobierno de José María Aznar, presidente del Partido Popular, en el año 2004. Una de sus políticas más controvertidas fue la entrada en la Guerra de Irak por la crisis del petróleo en el año 2003. Algo que convirtió a España en un punto de mira para represalias yihadistas.
El atentado tuvo lugar tres días previos a las elecciones que enfrentaban a Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero el 14 de marzo. Si se revelaba la autoría de Al Qaeda, se desplazaría del gobierno al Partido Popular por haber atraído el terrorismo yihadista. Mientras que, si hubiera sido ETA, el PP no se habría visto afectado a nivel electoral.
Esta compleja situación provocó un interés político muy fuerte detrás del atentado. El PP quería ganar las elecciones, así que ocultó información relevante sobre la autoría de Al Qaeda e insistió en la autoría de ETA. Algo que se reflejó durante gran tiempo en medios afines al gobierno (o a la lucrativa polémica), que avalaban dicha autoría. Y participaban, día sí, día también, en la elaboración de una teoría de la conspiración que en sus versiones más extremas culpaba al propio PSOE de estar detrás del atentado.
La teoría de la conspiración llegó a tener tal peso, que se cesó de sus cargos a algunos periodistas que se negaron a avalarla. Tal fue el caso de José Antonio Zarzalejos, antiguo director del ABC que presta su declaración como afectado en el libro de Sampedro.
La permanencia de la desinformación
Aunque las pruebas apuntaban directamente a Al Qaeda y no había rastro alguno de la participación de ETA, la campaña de desinformación había logrado su propósito: sembrar la duda. Ya había sido acometida, y era tarde para retractarse. 20 años después, sigue siendo tarde. Tanto para el Partido Popular como para muchos medios que todavía sacan rédito de la polémica con titulares sensacionalistas y seudoinformación que atrae visitas.
El Partido Popular no llegó a retractarse y, en su lugar, buscó formas de dar sentido a la teoría de la participación de ETA. Para tal empresa, se posicionó muy cerca de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), creada en el año 1981 para apoyar a los afectados por el terrorismo de ETA. Cargos importantes de la asociación han tenido representación en el Senado y/o Congreso a favor del PP y Vox. AVT ha recibido ayudas para la creación de locales por parte de la ex-alcaldesa Ana Botella, una ayuda que no fue recíproca para la Asociación de 11-M Afectados del Terrorismo. Con todo, AVT y PP defienden la no prescripción de los delitos, ya que supondría cerrar a nivel penal la polémica “autoría intelectual” de los hechos. Y la supuesta participación de ETA que defienden ya no podría ser juzgada.
El alcance de la prescripción de los delitos en las instituciones y las vidas de las personas es todavía difuso. Lo que se presupone, al menos, es que podría ayudar a cesar la revictimización a la que se exponen muchos afectados por el 11-M.
¿Por qué existe la prescripción de los delitos?
Según abogadosgaia.es, el artículo 9.3 de la Constitución Española recoge que el principal criterio para la prescripción de delitos es el temporal. Se entiende que hay ciertos delitos que pasado un tiempo no tiene sentido que se sigan juzgando. Lo que afecta principalmente a la posibilidad de poder inculpar al autor/es de los crímenes pasado un tiempo.
La única excepción para esta prescripción se recoge en el artículo 131 del Código penal, según el cual no prescriben los delitos de lesa humanidad, genocidio, delitos contra las personas y bienes en caso de conflicto armado, y los de terrorismo.
Para sorpresa de muchos, los atentados del 11-M no entran en esta categoría. ¿Por qué? En el año 2004 los únicos delitos que no prescribían eran los de lesa humanidad, esto es, según edu.lat, el exterminio, la desaparición forzada, la esclavitud y la tortura.
La modificación del Código Penal a través de la Ley orgánica 5/2010, asentó la imprescriptibilidad de los delitos de terrorismo, lo que, presumiblemente, incluiría los actos de Al Qaeda en el 11-M. Sin embargo, el carácter no retroactivo de la justicia imposibilita que esta modificación afecte al caso del 11-M. Y permite que los delitos prescriban hoy y, con ellos, la revictimización de los afectados y la insistencia en el polémico término de autores intelectuales.
