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¿Y si hubiera una forma de «rejuvenecer» nuestro sistema inmune?

Un estudio preclínico en ratones revela grandes avances en esta dirección

Si hay un factor de riesgo estrella para el desarrollo de enfermedades, ese es la edad. Con el paso de los años, nuestro cuerpo acumula infinitos e inevitables cambios relacionados con el aumento de incidencia de enfermedades crónicas durante la edad avanzada. Nuestro sistema inmune no se libra de estos cambios, pero… ¿Y si hubiera una manera de “mantenerlo joven”?

Un artículo, publicado el pasado 27 de marzo en la revista Nature, expone que están más cerca de lo que podríamos imaginar de encontrar la manera de rejuvenecer el sistema que, entre otras cosas, nos defiende de las infecciones y células cancerosas: nuestro sistema inmunológico. Un complejo mecanismo que, al igual que el resto de sistemas, no está exento del paso de los años. Envejece con nosotros.

¿Qué significa que nuestro sistema inmune “envejezca”?

De forma muy simplificada, nuestro sistema de defensa se divide en una inmunidad innata, responsable de una primera protección del cuerpo contra invasores, y una inmunidad adaptativa, que es más específica y “recuerda” a los invasores para combatirlos eficazmente en el futuro. 

El “envejecimiento” del sistema inmune supone un desequilibrio entre estas dos ramas, que se traduce en un descenso de la inmunidad adaptativa (y, por lo tanto, una respuesta débil ante nuevas infecciones), así como inflamación crónica y una mayor incidencia de cáncer de la sangre. Estos cambios, en parte, ocurren a nivel de las células madres hematopoyéticas (las células que se encuentran en la médula ósea y son responsables de generar células sanguíneas).

Lo que diferencia a las células madres del resto es que, además de poder “autorrenovarse” (dividirse y producir células idénticas a sí mismas), tienen la capacidad de diferenciarse en diversos tipos de células especializadas. Por este motivo, a partir de una misma célula madre hematopoyética puede crearse cualquier tipo de célula que componen nuestra sangre. 

Las células madre sanguíneas de una persona joven mantienen este “superpoder” de diferenciarse en cualquier clase de células de la sangre. En las personas mayores, sin embargo, una gran proporción de estas células madre está sesgada hacia producir un tipo específico: las células mieloides, que incluyen los glóbulos rojos, las plaquetas y otras células inmunes (responsables de la inmunidad innata, la primera línea de defensa).

La edad hace que intercambien el “superpoder” de diferenciarse, por una “superproducción” de células mieloides. Las células madre se quedan “ofuscadas” en fabricar este tipo de células. Esto se traduce en el desequilibrio del que hablábamos (aumento de inmunidad innata y disminución de la adaptativa), acompañado de inflamación crónica y mayor probabilidad de generar cánceres mieloproliferativos (un tipo de cáncer caracterizado por esto mismo: producción excesiva y anormal de glóbulos rojos, plaquetas o glóbulos blancos).

Ilustración de la producción de sangre en jóvenes y en edades avanzadas inspirada en la imagen del artículo «Anti-ageing antibodies revive the immune system» | Fuente: propia

Estos cambios en la sangre no están exentos de sentido biológico. Teniendo en cuenta que una edad más avanzada implica haber generado, a lo largo de la vida, inmunidad frente a una gran variedad de patógenos, es lógico que la inmunidad adaptativa cobre menos importancia cuanto más mayores nos hacemos y, al mismo tiempo, la inmunidad innata aumente para protegernos de manera rápida de las amenazas. 

No obstante, y según señala el artículo, aunque este mecanismo haya funcionado muy bien a lo largo de la evolución humana (cuando las personas, al llegar a su edad adulta, ya se habían expuesto a la mayoría de patógenos de su zona local) ha dejado de ser un proceso provechoso. La introducción de los medios de transporte y el consecuente aumento de la migración geográfica exponen a las personas a nuevos patógenos también durante la vejez, cuando la respuesta inmune ante nuevas amenazas no está tan preparada. Esto ha podido ser la causa de que nuevos microorganismos originen pandemias globales, ya que, en líneas generales y como demostró la pandemia por COVID-19, las personas mayores son más propensas a fallecer por una infección.

Por lo tanto, se puede deducir que estos cambios en el sistema inmune, que un día tuvieron su lógica, no son del todo beneficiosos para nosotros. Pero… ¿Y si pudiéramos frenar estos cambios? ¿Y si hubiera una manera de mantener joven nuestro sistema inmune? 

El estudio que rejuveneció el sistema inmune de ratones

Durante la investigación del Dr. Jason B. Ross y su equipo, diseñaron una estrategia terapéutica para “revitalizar” el sistema inmune envejecido de ratones. Su método consiste en “atrapar” con anticuerpos las células madre que han perdido la capacidad de diferenciarse y están produciendo células mieloides en exceso, para así dejar espacio a la pequeña proporción de células madre “equilibradas” que quedan y que estas puedan reinstaurar el equilibrio entre la producción de células mieloides y linfoides, mejorando la respuesta ante las infecciones y reduciendo la inflamación crónica. De alguna manera, devolviendo a la sangre su juventud.

Ilustración simplificada del efecto del tratamiento con anticuerpos en la producción de las células sanguíneas | Fuente: propia

Este reciente estudio preclínico ha demostrado que los ratones a los que se les inyectaron los anticuerpos presentaron una mejor respuesta a la vacunación y estaban mejor capacitados para luchar contra infecciones virales. Esto supone un gran descubrimiento, teniendo en cuenta que estas son dos grandes flaquezas de un sistema inmune envejecido.

Si bien es cierto que el empeoramiento de la inmunidad adaptativa también está relacionada con defectos por la edad propios de las células linfoides, el estudio del equipo de Ross abre la posibilidad de que, atrapando estas células madre “superproductoras de células mieloides”, se pueda mejorar la inmunidad en personas mayores, reduciendo la mortalidad relacionada a las infecciones.

A pesar de tratarse de un estudio preclínico, el hecho de que los cambios que ocurren en el sistema inmune de los ratones se correspondan con los que tienen lugar en humanos con la edad sugiere que este estudio podría apoyar al desarrollo de terapias para “rejuvenecer” el sistema de producción de sangre en personas, ayudando a trazar el camino que debe seguirse para averiguar si esta terapia puede ser viable en humanos.

No cabe duda de que tendrán que pasar unos años antes de que podamos ver este conocimiento aplicado a pacientes, pero la mera idea de que en un futuro se pueda “rejuvenecer” el sistema inmune de una persona abre un mundo infinito de posibilidades apasionantes para la medicina.

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