Todd Haynes ha armado un retrato de The Velvet Underground con una independencia artística tal que (casi) está a la altura de la obra de la banda. En el documental, el director se adentra en la estética, el significado y la vanguardia de la agrupación. Conforma un filme gloriosamente parcial en su enfoque: que esté dedicado a la memoria de Jonas Mekas no es algo casual.
El documental de Haynes narra el recorrido de los artistas que conformaron la banda neoyorkina The Velvet Underground. Abarca desde los inicios en el mundo de la música hasta la definitiva separación de la banda, rescatando después trabajos en solitario y ocasionales reencuentros. Una de las principales obsesiones del director es conseguir retratar a sus personajes principales, es decir, Lou Reed (cantante, guitarrista y letrista de la banda) y John Cale (multiinstrumentista). Esta es también una de las principales virtudes del documental, pues a través del cruce de relatos, metraje encontrado y entrevistas consigue meternos en la cabeza de los líderes de la ‘Velvet’.
El siguiente y lógico paso en este viaje sin frenos, alucinado y caleidoscópico, es situarnos en el momento histórico. Explicarnos qué estaba pasando en Nueva York en los años sesenta. Explicarnos por qué The Velvet Underground estaba en la cresta de la ola y al mismo tiempo en las catacumbas del movimiento cultural de la época. Y Haynes sale de nuevo laureado de esta gesta. Coloca el telescopio en Andy Warhol, en Jonas Mekas, en el Theatre of Eternal Music y, en definitiva, el avant-garde y el mix cultural que definía a la ciudad. Todo esto para explicarnos cómo la banda apadrinada por Warhol resultaba ser la pieza más brillante de este desigual, sonoro y bizarro engranaje.
Digo caleidoscópico, pero bien podría decir collage, pues Haynes tira de inventiva para narrar esta compleja historia y no se arruga en trocear la pantalla. Proyecta de esta forma imágenes diversas. Algunas de ellas cuentan una historia, otras no. Otras apelan a los sentidos como las hojas de los árboles o el ruido blanco y negro de un televisor. Porque ¿De qué forma se puede entender la música de The Velvet Underground si no es parcial o totalmente a través de los sentidos? Todd Haynes acierta de nuevo. Nos sitúa de forma elegante y eficiente en el sentir de la década y apelando directamente a las obras de Warhol y Mekas.
Si se le puede poner un pero a la obra sería el de la parcialidad, pero yo no lo voy a hacer. Quiero entender el documental como una forma de expresión artística más y, como tal, la subjetividad se asume. La expresión del artista y su visión de la realidad es lo que vemos en The Velvet Underground. Cuando nos sentamos a verla, miramos a través de los ojos de Haynes las caras de Lou Reed, de John Cale y de los demás integrantes. Y también vemos un poco de su mente y de su alma. Quizá no sea la mejor obra para conocer todos los detalles de la historia de la banda neoyorkina, o quizá sí. Lo que sí es, sin ninguna duda, es un filme de una sobresaliente factura y un brillante enfoque que hace que debamos considerarlo como lo que es: una obra de arte. Lo de didáctico y lo de fiel a la realidad mejor para los manuales de historia.