Una nueva entrega de la famosa franquicia igual de impactante visualmente que las anteriores, pero con una historia más centrada en el desarrollo de todos los personajes presentados en su predecesora
James Cameron trae de vuelta a las salas uno de sus fenómenos más aclamados: la saga Avatar. La nueva entrega, titulada Avatar: fuego y ceniza, llegará a los cines el 19 de diciembre y tiene una duración de 3 horas y 17 minutos. Esta vez la familia Sully (los protagonistas de la primera película y sus hijos) deberá enfrentarse a una nueva amenaza. No son solo los humanos los que van tras ellos, sino otros Na’vi.
La importancia de la familia y el duelo, los pilares de la película
Tras el final de la segunda entrega, Avatar: el sentido del agua, y la (alerta spoiler) muerte del hijo mayor de Jake (Sam Worthington) y Neytiri (Zoe Saldaña), Neteyam, toda la familia se encuentra de luto y llevando el duelo cada uno a su manera. Esto supone una separación entre los miembros de la familia nunca antes vista y que va contra uno de sus dos mayores ideales: los Sully se mantienen unidos.
Y eso es un peligro para ellos, ya que sus enemigos siguen tras su pista y siguen buscando a la familia incansablemente. El coronel Quaritch (Stephen Lang) vuelve a estar tras sus pasos y, tras la revelación de que es el padre de Spider, el hijo humano adoptado por la familia, más que nunca. Un lazo familiar más que es fundamental para el argumento de esta nueva entrega.
Una nueva aventura para conocer Pandora en mayor profundidad
En esta nueva entrega vemos Pandora, el planeta originario de la raza Na’vi, como no la habíamos visto antes. Esto es debido a que, en la primera película, la historia debía centrarse más en explicar las características básicas de este nuevo mundo y se enfocó solo en la tribu a la que pertenecía Neytiri (Zoe Saldaña), los Omaticaya y la relación de los humanos con este nuevo lugar.
Posteriormente, en la segunda entrega ya se mostraba más del planeta y las demás comunidades que los habitan. En El sentido del agua los protagonistas se vieron obligados a huir y esconderse con un clan Na’vi acuático, los Metkayina. Esto permitió a los espectadores ver más sobre otras culturas y costumbres dentro de esta especie, pero no tanto como en la nueva entrega.
En esta tercera película, se muestran más clanes y, el más importante de ellos es el de la nueva villana, Varang. Esta tribu, o clan de la ceniza, adora al fuego como su deidad. Sus costumbres son hasta ahora las más diferentes al resto de habitantes de Pandora.
El regreso de los protagonistas y algunas caras nuevas
Para esta entrega vuelven a sus papeles los dos protagonistas principales, Sam Worthington como Jake Sully y Zoe Saldaña como Neytiri. También están de vuelta su familia al completo, conformada por Lo’ak (Britain Dilton), Kiri (Sigourney Weaver), Tuktirey (Trinity Jo-Li Bliss) y Spider (Jack Champion). Junto a ellos, Kate Winslet vuelve como Ronal, la esposa del jefe del clan acuático, junto a todos los demás integrantes, y Stephen Lang también retoma su papel como el Coronel Miles Quaritch.
Además, la presentación de los nuevos clanes trae consigo la introducción de nuevos personajes y, lo más importante, una nueva villana. Oona Chaplin, nieta de Charles Chaplin e hija de Geraldine Chaplin y nacida en Madrid, da vida a Varang, esta nueva e interesante villana.
Creatividad a raudales, pero unas expectativas algo bajas
Cameron ya demostró que este universo que había creado era algo nunca antes visto. Ya sea por sus efectos visuales, su fotografía o la asombrosa creatividad presentes desde la primera entrega, esta saga no ha dejado indiferente a nadie hasta ahora.
Sin embargo, la secuela no hizo unos números tan buenos como la primera, y sus críticas tampoco fueron tan buenas. Lo más valorado de esta fueron los efectos visuales, que son impecables, pero eso ya estaba en la original. El argumento se consideró flojo y la novedad que suponían las escenas acuáticas que tanto costaron grabar no compensaba la espera de 13 años desde su predecesora.
La primera fue todo un bombazo por la originalidad, los efectos especiales y la belleza visual que poseía. La segunda película y la tercera comparten esos rasgos, pero estos ya no son tan novedosos. La secuela decepcionó en cierta manera y eso se debió a las expectativas creadas por la larga espera y a que su argumento suponía prácticamente una introducción para la acción de esta tercera entrega.
Pero esta última presenta una trama más interesante y, ya que esta anterior sirvió como introducción, la nueva narración puede centrarse en la acción y no en la contextualización. Además, la nueva perspectiva de que sean los propios Na’vi quienes se enfrenten entre ellos es un interesante giro que aporta frescura a la historia.
