Anita Carmona, jugadora del Vélez CF de los años 20, convenció a sus compañeros para jugar disfrazada de hombre. Con su desaparición se llevó un secreto guardado por su equipo durante décadas.
Su único delito era su gran pasión. Anita Carmona Ruiz, Nita, tuvo la desdicha de ser mujer en una época en la que estaba penalizado serlo. Esta joven, nació el 16 de mayo de 1908 en Málaga y fue una rompedora sin pretenderlo haciendo lo que mejor sabía: burlar los estándares de la época, disfrazarse y ocultarse con tal de conseguir su objetivo, que no era otro que jugar al fútbol de manera profesional.
No fue un camino sencillo. Su mayor enemigo también fue su mayor aliado. La mentalidad machista de la época, que no veía bien que una chica se pusiera pantalones y comenzara a sudar dándole patadas a un balón, no acertaba a imaginar que esa misma mujer se disfrazase de hombre, se cortara el pelo, disimulara su pecho y adoptase un pseudónimo para jugar en un equipo masculino de balompié. Y Anita lo hizo.
La historia de Nita va de la mano con la historia del fútbol femenino en nuestro país. Ella, hija de un estibador del puerto de Málaga y de una mujer a la que no dejaron ser nada más que una señora de casa, como a todas sus contemporáneas, tuvo que contar con el favor de un clérigo para desarrollar sus habilidades futbolísticas. Nita y Míguez enseguida congeniaron, a él no le importaba que fuera chica, sólo veía en ella una jugadora que se dejaba la piel.
De Anita Carmona a `Veleta´
Las primeras barreras que encontró Nita surgieron en su propia casa. «Algunas veces, a raíz de que recibiera arañazos y magulladuras entre tantas patadas y empujones, sus padres la castigaban prohibiéndole salir de casa», relata Hurtado, que descubrió su caso mientras escribía la historia del Vélez CF. No eran los únicos que veían punible que una mujer se calzase las botas. Porque la fuerza física, el sudor y la competitividad estaba restringida a los hombres.
Para entrar al campo contó con su mejor cómplice, su abuela, ya que con ella Anita no tenía que ocultar su pasión. De esta forma, consiguió jugar algunos partidos con el equipo del pueblo. Eso sí, todos los que no se jugaran en casa para no ser reconocida. Pero la medida no resultó del todo eficaz. Algunos jugadores rivales no toleraban jugar contra una chica. Tampoco su presencia sentaba bien en ciertos sectores del público. En cuanto se supo que era una mujer, «la denunciaron y delataron».
La única solución entonces fue huir del pueblo para evitar la cárcel. E, incluso allí, se las ingenió para seguir dándole patadas al balón en partidos oficiales. Los días de partido entraba al estadio como limpiadora, salía al campo como uno de los mejores jugadores del equipo y volvía a salir como una chica más. De ahí que sus compañeros le pusieran el apodo de `Veleta´, el cual utilizaban en las alineaciones en un intento de que no fuera descubierta nuevamente.
Aún así, Anita Carmona Ruiz estuvo jugando al fútbol con el Vélez Football Club hasta mediados de los años 30, poco antes de que comenzara la Guerra Civil. Fue entonces cuando ya no pudo ingeniárselas más para pasar desapercibida. Murió muy joven, con apenas 32 años. Pidió ser enterrada con la camiseta del Sporting de Málaga, el club de sus amores.
