Una historia sobre la amistad femenina, sobre nada en particular y sobre todo a la vez. Sobre miedos, sentimientos y momentos de complicidad. Una historia sobre la vida
No es ninguna sorpresa que Itsaso Arana haya terminado sacando su faceta de guionista en solitario, después de observar su trayectoria como dramaturga en La Tristura, el colectivo de artes escénicas que creó en el año 2004 en el que no solo dirige, sino que también escribe y actúa. Además, ya se había aventurado en el mundo del guion de cine en 2019, cuando escribió el de La virgen de agosto junto a Jonás Trueba, película en la que fue a su vez protagonista.
Las chicas están bien se estrenó a finales de agosto, y logra transportarnos a un ambiente familiar y relajado en el que cualquiera se sentiría cómodo; una casa de pueblo, fiestas de verano, risas y amistad son algunos de los elementos que resumen la esencia de la película. La trama se basa en cinco mujeres que se reúnen varios días a ensayar una obra de teatro, aunque en realidad el peso de la historia reside no en la obra en sí, sino en la naturalidad de sus conversaciones, y en sus emociones comunicadas de la manera más transparente, casi cómo si el espectador fuera una más de ellas.
Itsaso Arana ha logrado transmitir su propia visión de la vida con una verosimilitud y sencillez tal que cualquiera se puede sentir identificado con las emociones de las protagonistas. Algo que hace que este efecto sea aún más fuerte es el hecho de que las actrices (Itziar Manero, Irene Escolar, Bárbara Lennie y Elena Izquierdo) hagan en parte el papel de ellas mismas. Las cuatro, que también prestan sus nombres para la película, hicieron una entrevista dirigida por la directora antes de cerrar el guion, y de esta forma sus personajes tienen con elementos reales de la personalidad cada una, contando con hasta bromas personales. De esta forma se crea una mezcla de realidad y ficción que da una sensación de realidad imposible conseguir de otra forma.
Al ver la película tuve realmente la sensación de ser una más de las chicas, y me sentí incluso triste cuando terminó, ya que de alguna forma no quería separarme de ellas. La cercanía con la que está grabada Las chicas están bien, casi rozando un formato documental que rezuma espontaneidad, hace que se cree un balance perfecto entre los temas más filosóficos y humanos, y la tranquilidad de sentirse cómodo en un grupo y poder ser. Es impactante la naturalidad con la que la directora consigue crear conversaciones profundas sin caer en un sentimentalismo excesivo ni acercarse al dramatismo, y logra modelar un ambiente íntimo y relajado del que el espectador se siente un silencioso partícipe.
Las chicas están bien es una película sobre la sencillez de la vida, pero también sobre todas sus complicaciones. Recoge las más profundas preocupaciones de prácticamente todo el mundo, y refleja cómo nos sentimos en un ambiente distendido, en el que podemos ser nosotros mismos. Llegado a un punto no sabes distinguir entre realidad y ficción, y quizá sea esto lo que haga que el film te llegue tanto. Creer que conoces no solo a los personajes sino a las actrices, y sentirse una más, genera un ambiente de intimidad en el que te sientes seguro de poder contarles todos tus secretos, y de que ellas te darían el mejor consejo del mundo.
