La industria comercializadora del cine americano vuelve a las andadas, y es que lo bueno dura poco.
Esta vez, la obra de arte que perderá toda legitimidad y creatividad será Guilty, aún en cartelera y de la cual hablábamos ya la semana pasada. La policíaca danesa está rompiendo galas de premios y festivales (Sundance, Seminci, Rotterdam) de camino a los Oscar. La ópera prima del director de cine sueco Gustav Möller fue estrenada en España hace menos de un mes, el pasado 23 de noviembre. Sin embargo, los americanos ya tienen grandes planes para hacerla suya: la nueva versión estará protagonizada por Jake Gyllenhaal, actor de Donnie Darko (2001) y El hombre duplicado (2013).
No sabemos muy bien qué esperar de esta nueva versión comercializada, que probablemente carezca completamente del carácter experimental e innovador de la obra de Möller. Sin duda, nos lleva a preguntarnos si hay algún fin, más allá de la apropiación del guion original y la capitalización del mismo. Lo hemos visto en películas europeas perfectamente accesible como Intocable (la original es la francesa, de 2011) o en Un funeral de muerte, comedia originaria de Reino Unido (2007); en este último remake incluso se eligió al mismo actor para desarrollar el mismo papel: Peter Dinklage (Tyrion Lannister en Juego de Tronos). No se trata de adaptaciones, se trata de copias «baratas», siendo esta palabra peligrosa, pues la calidad baja y el precio sube. Estos remakes hacen que el cine estadounidense inunde Europa mientras que el cine europeo pocas veces alcanza a Norteamérica, a pesar de su indudable riqueza.