¿Y si Blanca Paloma gana Eurovisión?
Dos meses desde que Blanca Paloma rindiese homenaje a la ‘yaya’ Carmen por primera vez sobre la cálida ciudad de Benidorm. Un año del tercer puesto de Chanel y cincuenta y tantos del último triunfo de España en Eurovisión. Mayo acecha de nuevo con la delegación española entre las favoritas al triunfo. Ganar el festival son palabras mayores, pero, ¿y si este es realmente nuestro año?
Blanca Paloma ha pellizcado de nuevo el corazón de los asistentes a la #PrePartyES al son del flamenco y la cantata. La ilicitana ha trasladado sus lagrimitas del Nilo a orillas del Manzanares con EaEa, la anti-nana con la que está dispuesta a alcanzar la tercera victoria de España en Eurovisión 2023.
Aún sin galardón, Blanca Paloma se ha vuelto a pasar el juego. La representante española ha ofrecido dos nuevas versiones de su candidatura con una base más reforzada, aunque sin perder de vista el vanguardismo y la tradición que se esconden bajo la influencia de los versos de Federico García Lorca.
Desde la Costa Blanca, pasando por Portugal, Tel Aviv, Barcelona o La Riviera, los nuevos retoques en la producción, cada vez más abierta a nuevos públicos, no han hecho más que alimentar la histeria colectiva por el ansiado micrófono de cristal. Actuación tras actuación, la tercera victoria de España en tierras inglesas parece cobrar sentido. Cada vez que la representante española se sube sobre el escenario se afianza su favoritismo. Y si no, solo basta con mirar las casas de apuestas.
Cargada de simbolismo, la escenografía establece un atractivo conjunto sujeto a un doble rasero: de primeras, el rojo de los flecos en alusión al mantón de su abuela, que entra en contraste con una iluminación de claroscuros, acompañada por el humo y el palmeo de sus coristas. A su vez, el grito de guerra al que evoca su indumentaria de arquera. Una alegoría a sus raíces, a ese pecho materno que abraza, que abriga, así como al valor lorquiano de la luna, símbolo de la vida y la muerte, de la fertilidad, de la belleza y la perfección.
Y sin quererlo, Blanca Paloma traspasa. Su actuación te mantiene durante tres minutos con los vellos de punta. Una completa odisea, un auténtico estado de trance. Estribillo pegadizo y movimiento de manos al ritmo de la base. Y con sus flechas, te atrapa. Contarlo no es lo mismo que vivirlo. Sin embargo, no hay coraza que se oponga a la realidad.
Candidatura compleja, de amar u odiar, con un cierre en directo menos elaborado que el de la versión en estudio, aunque compensado por la teatralidad coreográfica y una realización cada vez más pulida. Un inicio más intenso, unos instantes en acústico e incluso un ‘trance break’ al final de la canción. Si algo ofrece EaEa en su amplio menú degustación es un plato más arriesgado e innovador que el anterior. Y, desde luego, todavía nos queda mucho por saborear de cara al próximo mes de mayo.
Solo con el excelso trabajo de la delegación española, España ya ha ganado. Porque sí, señores. Chanel dejó el listón muy alto. Sin embargo, segundas partes ‘siempre’ fueron buenas, y Blanca Paloma está dispuesta a servir.