Una influencer que podría ser tu amiga
La historia de Iris Armiño es de superación. Ella, su trasparencia y su naturalidad han conquistado a sus seguidores. Ya suman más de 15.000 en Instagram, red social en la que se define como lo que siempre ha sido: artista.
Pregunta: Empezamos con una breve presentación tuya. Cuéntanos un poco cómo empezaste, tu trayectoria, tus estudios…
Respuesta: Me hace mucha ilusión poder abrirme sobre temas que seguro que son súper interesantes. Te cuento un poquito, me llamo Iris, tengo 23 años y soy original de Burgos. Estudié el Bachillerato de Artes, así que ahí ya empecé a encaminar mi mundo artístico. Desde pequeña siempre me ha gustado el arte, bailar y «todo eso». Luego estudié diseño de moda, en Burgos también, que es algo que siempre he tenido muy claro: me gustaba mucho desde pequeña y no me arrepiento para nada. Y bueno, ahora estoy en Madrid.
P: ¿Cómo definirías la carrera?
R: Es una carrera muy dura, pero que me ha servido mucho también para construirme a mí misma. Creo que entre el mundo de la moda y el de las redes hay muchas similitudes, demasiadas, cada día me doy más cuenta. A nivel emocional te prepara también para este mundo de las redes.
P: ¿A qué te refieres con lo de que te prepara para las redes? ¿A nivel de exigencia?
R: Sí, completamente, y a nivel de competencia también. Creo que ambos son mundos muy elitistas, y ahora que quizás me estoy metiendo más al «mundillo» y poniéndole cara a mucha gente me doy cuenta de ello.
P: Y ahora además que te has mudado a Madrid, donde se mueve más gente y más eventos, te habrás visto envuelta de repente en un mundo totalmente nuevo.
R: Sí, yo me considero una chica muy transparente, valoro mucho la humildad, y me doy cuenta de que en este mundo a la gente le falta mucho de eso.
P: Mucha empatía quizás.
R: Sí, no sé, quizás cuando tienen tanta fama se olvidan un poco de dónde vienen.
P: ¿Y actualmente qué estás haciendo?
R: Actualmente estoy apostando un poquito más por la redes, también me dedico a cositas de modelo y publicidad, pero me gustan mucho las redes y la parte creativa que muestro en ellas. Me gusta que si hago un vídeo sea bonito, esté elaborado y tenga una esencia. Y aunque ahora estoy apostando un poco por eso, tengo varias cosas que me gustaría hacer. No descarto dedicarme también a algo de la moda, pero en un plano más creativo.
P: ¿Y cómo gestionas el combinar las redes con tu vida diaria?
R: De momento bien. Ahora que me he mudado a Madrid intento estar más enfocada en ellas porque es lo que me mantiene allí y lo que me da un sustento económico. Lo malo de las redes es que no desconectas. Ayer, por ejemplo, estuve grabando un vídeo de YouTube hasta la hora de dormir; hoy me he despertado, he grabado cuatro TikToks y luego he editado de camino a Burgos. Todo el rato tienes que estar conectada. A mí no me importa porque me gusta y lo hago con pasión, pero sí que es verdad que exige un trabajo en el que hay que estar «24/7», y si desconectas un poco te sientes culpable… pero es que somos personas, hay que descansar.
P: Otro tema del que hablas bastante en las redes es sobre salud mental. Cuentas tus experiencias en primera persona de manera muy cercana. ¿Cómo estás ahora mismo y cómo te encuentras en esta nueva etapa de tu vida?
R: Muchas gracias por preguntar por esto porque creo que es muy importante visibilizarlo y a mí me gusta mucho hablar de ello. Ahora mismo me encuentro bien porque a nivel personal me he superado en muchísimos aspectos y estoy muy orgullosa de mí misma; pero sí que es verdad que tengo una sensación un poco rara. Atravieso una temporada donde estoy sola y donde estoy apostando por mí, y al final yo, que tengo ansiedad, es ahí cuando me enfrento con mi gran problema: los pensamientos de auto-sabotaje. Es un conflicto, pero estoy bien: me estoy superando y haciendo cosas que antes ni me imaginaba. Hace seis meses me decías «vas a estar en Madrid sola» y no me lo creía. También me es difícil luchar contra la soledad y mis miedos.
P: Te has superado en muchas cosas, porque a veces has comentado que no te veías capaz de viajar sola en transporte público, pero sigues viendo una limitación en otras, ¿no?
R: Sí, yo creo que también es que con la ansiedad, aunque haya cosas buenas, siempre ves los miedos y cosas irreales que no tienen ni por qué pasar, pero no te permites a ti misma disfrutar de todo lo que estás consiguiendo porque siempre hay una parte negativa. Y en la soledad es cuando peor lo paso.
P: Es el típico pensamiento de cuando te pasan cosas buenas y piensas que algo malo tiene que venir.
R: Sí, sí, sí, totalmente. Hay gente que me dice “qué guay lo que haces”, y yo digo “bueno…sí…” cuando debería ser “no, qué guay, claro que sí, qué guay”. ¿Por qué luego tengo que reflexionar para llegar a esa conclusión? Y no es por falsa modestia, es que de verdad que en el momento no lo valoras tanto. Por el miedo, no sé.
P: ¿Puedes hablarnos un poquito de la ansiedad? ¿Cómo se vive en primera persona?
R: Yo comencé a ser consciente de que tenía ansiedad con 12 años, que experimenté mi primer ataque de ansiedad: ese fue mi culmen. Es verdad que no hay por qué llegar a un ataque de ansiedad y que a cada uno se le manifiesta de una forma. Yo, por ejemplo, me quedo sin respiración, siento que me ahogo, que me estoy mareando, y solo pienso en que me voy a morir porque no me entra aire.
He crecido en un entorno donde lo tenía mucho más presente por familiares muy cercanos. A mí me intentaban ocultar lo que me estaba pasando, hasta que ya llegó un momento con 18-19 años que me dio un ataque muy fuerte, me tuvieron que dar tranquilizantes y ya ahí me empecé a preocupar. Y luego llegué a moda: la carrera por excelencia donde la ansiedad aumenta.
P: Digamos que eso no te ayudó nada.
R: No, no, no. De hecho llegó un momento que ya exploté. Quiero distinguir que el ataque de ansiedad es el momento donde una se rompe, pero hay síntomas previos a eso. Yo me levantaba y tenía mareos, fiebre, las cervicales como rocas, me costaba hacer todo, me dolía el cuerpo, tenía hasta febrícula, muchísimo malestar… Y era así todos los días. Tampoco podía dormir, todo me sentaba mal…
Ahí empezaron los diagnósticos médicos, y encima sin ningún tipo de ayuda psicológica. Para mí ese fue el peor año de mi vida y derivó en una depresión. No sabían qué tenía, me tuvieron hasta que sacar líquido de la médula espinal, sin anestesia ni nada. A mí ya me daba igual, solo quería saber lo que me estaba pasando porque estaba acojonada.
P: Se te juntaba estar así con el no saber lo que tenías y, además, con diagnósticos falsos…
R: Claro. Me decían: “Igual tienes esclerosis múltiple”, y estaba dos semanas en mi casa pensando que tenía esclerosis múltiple. Imagínate la tortura de estar dos semanas en la cama solo pensando… A mí eso me mató. Y ahí ya empezaron los pensamientos de “me quiero morir, no siento pasión por nada, no valgo nada…”. Eso fue lo peor.
P: ¿Y buscaste ayuda psicológica?
R: Sí, para empezar la ayuda que me dieron fue ir al psiquiatra, y lo primero que dije fue que no quería depender de pastillas y que quería buscar otra solución, porque yo en este proceso tomaba muchísimo paracetamol y me veía adicta a él. Me dio pastillas y estaba peor. Luego me llevaron también a la psicóloga, que era la de la Seguridad Social, y terrible, terrible, terrible.
Tuve tres sesiones con ella y encima vino el covid, o sea imagínate… Era muy fuerte porque me preguntaba: “Perdona, ¿cómo era tu nombre?, ¿qué te pasaba a ti?”. O le decía que me daba pánico coger el autobús para ir a clase y me decía: “Pues cógelo”.
P: ¿No te daba ningún tipo de herramientas?
R: No, me decía: “Enfréntate, haz unas respiraciones y hazlo”. Y luego también le contaba un poco de mi vida, si me había pasado algo con mi familia, etc.; y me decía: “Bueno, bastante bien estás para lo que tienes encima”. Eran unos comentarios… La última sesión terminó con un “ya te llamaré”, y sigo esperando.
P: ¿Y te gustaría encontrar una buena terapia?
R: Sí, me gustaría ir a terapia, pero es tan cara… y me da tanto respeto el no encontrar a un buen profesional después haber tenido esa mala experiencia. Muchas veces he comentado que para mí ha sido fundamental mi ayuda. Cambié el chip porque vi que no me estaban ayudando ellos y que tenía que salir de ahí. Pero creo que sigo necesitando terapia porque hay muchos temas que yo no puedo afrontar y para eso están los profesionales. Por eso sí quiero ir a terapia, pero bien.
P: ¿Tú crees que las redes sociales y la ansiedad son buenos aliados?
R: Sí, yo cuando estuve tan mal, que no salía de mi cama prácticamente, para mí era una tortura ver el móvil porque veía que todo el mundo hacía cosas y yo estaba todo el día llorando porque no podía. Entiendo la situación de alguien que esté pasando por eso y vea que la gente es súper dinámica, hace mil cosas al día, están siempre felices…
Creo que hay que poner el punto de “no todo es tan feliz” y yo lo intento mostrar. Ahora mismo me están pasando cosas buenas y comparto lo bueno, pero siempre siendo realista. No todo lo que ves es lo real, y por eso me gusta tanto YouTube: porque enseñas tu día a día, y en el día hay tantos picos… es que en una foto de Instagram yo no te puedo decir “estoy feliz pero antes de comer he llorado media hora”.
P: ¿Dónde está el punto?
R: Yo también he visto que sí que ayudas a la gente, pero que la gente también se compara. Recuerdo un seguidor que me hablaba para preguntarme cómo cogía el metro teniendo ansiedad; yo le explicaba que me había enfrentado a ello aunque al principio estaba acojonada, pero ya me empezaba a preguntar qué experimentaba, qué sensaciones tenía, si había sentido despersonalización, etc. O sea, comparando síntomas, y yo le decía que por favor no se comparase conmigo porque cada proceso es muy diferente, que necesitaba ayuda y que yo no era una profesional.
P: Ver que la gente se compara contigo te puede limitar en cierto modo a publicar porque al final te hace sentir mal…
R: Eso también lo he notado un poco ahora, porque estoy haciendo tantas cosas yo sola que a veces pienso “no quiero que la gente se crea que me lo he inventado todo y que no es real que haya tenido ansiedad”.
P: Y en cuanto a las críticas, ¿cómo lidias con ellas?
R: Gracias a Dios no tengo muchas críticas. Sí que es verdad que he tenido alguna puntual, pero muy estúpida. Aunque sí que he de decir que me he dado cuenta de que hay un paso muy pequeño del fanatismo al odio. En las redes sociales hay mucha gente que se cree con mucha libertad.
P: Por salud mental, ¿hasta dónde crees que es bueno mostrar en redes sociales? ¿Qué límites pones?
R: A mí las redes sociales me dan un poco de miedo cuando muestro estos temas porque me siento muy vulnerable. He grabado muchos vídeos de YouTube y los he desechado porque salía todos los días mal, transmitía mal rollo, se me notaba que no estaba bien… Yo no quería influenciar a la gente, pero es que era lo que estaba viviendo.
Es que no soy un títere de feria, yo hay muchos días que no hago grandes cosas. De hecho, en la temporada que estaba tan mal me costaba mogollón subir cosas porque todas eran malas y no sabía qué publicar para no decirle a la gente que estaba en la mierda. Eso me limitó mucho y reduje mucho el contenido.
P: Cuando publicas sobre algún tema más delicado, ¿piensas en el impacto que puede tener? ¿Pones límites a la hora de publicar?
R: Intento enfocarlo de una forma positiva. Yo, por ejemplo, tuve que cambiar mi alimentación porque no podía comer la comida que comía antes. Intento comer de manera saludable pero al final como de todo, en YouTube lo enseño, incluso a veces sé que hay algo que me sienta peor pero lo sigo comiendo. Lo último que quiero es que la gente tenga una relación tóxica con el deporte y la comida, porque yo también lo he pasado muy mal.
Sí que es verdad que recibo algún comentario de si estoy a dieta o de por qué he adelgazado tanto, y muchas veces siento que tengo que dar explicaciones de lo delgada que estoy. Parece que la gente quiere que reconozca que tengo un problema alimenticio y no lo voy a hacer porque no es real. No sé cómo hablar de este tema porque no quiero influir en la gente joven, hay mucha comparación y yo he sido la primera que ha estado en esa edad en la que te sientes tan vulnerable.
P: ¿Cómo surgió lo tuyo con las redes sociales?
R: Empecé en YouTube con 13 años. Esos vídeos ya no existen, los borré. Pero empecé ahí. Luego lo dejé porque empecé bachillerato y lo retomé cuando empecé a estudiar moda. Lo tenía como hobby, porque me gustaba mucho hacer fotos, vídeos… y además me ayudaba a explayarme artísticamente, pero ahora sí que estoy mucho más centrada. Nunca lo vi como un negocio, de hecho era la rara.
P: ¿Y actualmente qué metas tienes con las redes sociales? Tanto a nivel personal como profesional.
R: Te mentiría si te digo que no quiero crecer: quiero crecer pero tampoco tengo prisa. Quiero seguir creando un contenido donde yo muestre mis habilidades y donde las marcas puedan también conocerme a nivel creativo. Y, por supuesto, ser cercana y seguir contando mi vida desde el aspecto que lo hago, que me encanta, y tener una comunidad sana.
P: ¿No miras números?
R: No, ¡qué tóxico! Te vuelve loca. En la agencia en la que estoy a veces tenemos que pasar estadísticas y tenemos que mirarlo, y yo prefiero no hacerlo. No me gusta.
P: ¿Qué elementos diferenciadores tienen tus redes sociales? Porque en este mundo hay muchísima competencia y eso te puede llevar a plantearte qué hacer diferente al resto para que tus seguidores quieran seguirte. ¿Está esto relacionado con las llamadas “crisis de contenido”?
R: Para mí es muy importante ser cercana y mostrarme como una persona real, que podría ser tu amiga, ¿sabes? Esa es mi clave más personal. Lo reflejo en YouTube sobre todo, y sé que mucha gente que me sigue viene de YouTube. Luego también quiero siempre meter ese punto de moda, mi imagen, la creatividad y que se vea que hay un esfuerzo detrás de los vídeos, que hay como un toque diferencial de una persona creativa que ha estudiado esto.
Y respecto a las crisis de contenido, sí, las he tenido y además en diferentes plataformas porque muchas veces no sabes qué te piden en cada plataforma y es una locura. Por ejemplo, en Instagram yo ya no sé si la gente quiere fotos, vídeos o qué es lo que piden.
Muchas veces parece que cuanto más te esfuerzas menos se valora, pero prefiero que me conozcan como una tía que se ha esforzado y ha hecho algo bonito a ser una chica que ha subido una foto sin más. Eso no es un valor diferencial, entonces yo le pongo mimo y me gusta, porque ese sí es mi valor diferencial.
Además, creo que ahora hay un problema en la sociedad. Sobre todo con los chicos más jóvenes, con las nuevas generaciones, porque les gusta un contenido sin jugo.
P: ¿Qué podremos ver en tus redes sociales? Ahora que tu vida ha dado un cambio bastante importante, pues al terminar la carrera, independizarte, etc.
R: Seguiréis viendo vlogs en YouTube, que no los pienso dejar, y me acompañaréis en esta evolución, en cómo dar ese paso adulto del que nadie te habla y donde es muy importante sentirse acompañado, porque es una etapa difícil y de muchos cambios. Y también moda, pelo, que a la gente le gusta mucho (ríe), y, en definitiva, seguir apostando por lo que a mí me gusta.
P: ¿Te gustaría dedicarte exclusivamente al mundo de la moda?
R: Mmm no, no me cerraría solo a moda. Sí es verdad que me gustaría crear mi propia marca, pero es complicado.
P: Y al igual que en las redes sociales, ¿qué elementos considerarías diferenciadores para tu marca?
R: Yo metería prendas customizadas porque creo que ya hay muchas prendas en el mercado. En la carrera siempre metía muchos tejidos reciclados, prendas customizadas. Me gusta el hecho de que no pueda haber dos prendas iguales, algo que muestre esa rama creativa y que sea muy personal. Que sepan que hay una persona detrás. Creo que eso es algo bastante diferenciador.
P: ¿Cuándo nació su pasión por la moda?
R: Desde pequeña, ya ahí les ponía a las muñecas toallitas de culo pintadas con rotus. Y yo me ponía lo que me iba inventando y hacía desfiles en el pasillo de mi casa. Ya con 12 años fui a un campamento de diseño de moda y dije “vale, me encanta”. Ahí lo tenía ya clarísimo.
P: ¿Y la carrera de moda?
R: Es tan amplia, te enseña tantas cosas… No todo se te va a dar bien y es muy exigente, pero a mí me ha servido mucho porque te alimentas en muchos registros y eso está súper bien luego para el mundo laboral. Incluso de las asignaturas más mierda, algo te llevas. Yo la repetiría de cabeza porque me ha gustado mucho, aunque también lo he pasado muy mal.
P: ¿Cómo has lidiado con esa autoexigencia de la que hablábamos?
R: Mal, yo siempre he sido muy autoexigente y llegó moda que es tan competitiva… pero sé que me ha curtido. Me han dado por todos los lados, pero me ha curtido (ríe).
P: Se te juntó la exigencia, el perfeccionismo, la ansiedad, la competitividad…
R: Sí, eso fue el combo-dinamita para lo que me pasó. Mi cuerpo me decía o te relajas o vamos a petar, y petó. En ese momento yo no entendía nada, pero ahora, viéndolo con perspectiva, llevaba encima mucha carga personal y de trabajo.