Josephine Nivison no solo fue la musa representada en la mayoría de los cuadros de Hopper, sino que jugó un papel crucial en su lanzamiento al estrellato dejando atrás su propia carrera como artista.
Josephine Nivison nació en 1833 en Manhattan. Dedicó varios años de su vida a estudios de educación, aunque tras terminarlos decidió dedicarse al arte. Cuando conoció a Hopper, en 1923 ,»Jo», como ella se hacía llamar, ya era una artista reconocida. Varios de sus cuadros habían sido colgados junto a los de Pablo Picasso, Amadeo Modigliani y Marguerite Zorach en New Gallery’s The Hundred Dollar Holiday Exhibition, entre otras exhibiciones.
Fue en 1923 cuando se produjo la venta del cuadro The Mansard Roof de Hopper al Museo de Brooklyn en la Exhibición de Pinturas de Acuarelas, Pastel, Dibujos y Esculturas de Artistas americanos y europeos. Esta venta fue el punto de inflexión en la carrera de Hopper pues dio el paso a usar las acuarelas, que terminaron caracterizando muchas de sus obras. Fue Nivison quien le impulsó a adentrarse en esta técnica, que ella llevaba años practicando y quien propuso al Museo de Brooklyn la participación de Hopper en este evento.
Es un año después cuando la pareja contrae matrimonio. Nivison revela en sus diarios los altibajos de su relación sentimental con Hopper y su decisión de dejar el arte por impulsar el de su marido. De ahí en adelante el éxito de Hopper fue aumentando hasta convertirse en uno de los pintores más importantes del realismo norteamericano. Sus cuadros destacan por mostrar personajes solitarios y aislados en diferentes paisajes y situaciones cotidianas.

Cuando Hopper muere, Jo dona tanto todas sus obras como las de su marido al Museo Whitney de Arte Americano. La institución se deshace de la mayoría de las pinturas de Josephine, vendiéndolas a hospitales y edificios de oficinas y desde su muerte el 6 de marzo de 1968, nunca ha expuesto ninguna.
Los diarios de Josephine
El Museo de Whitney de Arte Americano también es poseedor de 22 de los diarios que Nivison escribió a lo largo de su matrimonio con Hopper. Es en estos diarios donde se desvela el gran papel que jugó la artista en la vida artística del conocido pintor de la soledad.

En un artículo para Womans´s Art Inc, Gail Levin, historiadora del arte que trabaja para este mismo museo, afirma que al pintar contiguamente, Edward y Josephine se influenciaban el uno al otro. Además, Levin revela el gran papel de Nivison en la distribución y venta de los cuadros de su marido. Jo también le puso el nombre a varias de las obras de Hopper, entre ellas Nighthawks, uno de las cuadros más emblemáticos del pintor.

De artista a musa
Josephine Nivison comenzó su educación artística en la Escuela de Arte de Nueva York de la mano de Robert Henri. Cuando comenzó a centrar sus esfuerzos en la carrera artística de su marido, terminó abandonando la suya. En uno de sus diarios, Josephine escribió: «Si en el mundo del arte solo hay hueco para uno de los dos, es para él».

Es en la década de 1920 cuando Hopper comienza a retratarla como la mujer aislada y solitaria de sus cuadros. En la inmensa mayoría de ellos es Josephine la modelo representada con diferentes alteraciones físicas en cada cuadro, cambiando su color de pelo o su estilo de ropa. La artista pasaba horas posando para Hopper también ayudándole en esta labor.

Josephine Nivison es una figura oculta en el mundo del arte, que formó gran parte de la obra de su marido, no solo como modelo, también como inspiración. Observando las mundialmente conocidas pinceladas de Hopper, podemos también apreciar el trabajo y esfuerzo de Nivison, que ayudaron tanto al desarrollo del pintor como a su posicionamiento en la esfera artística.