De niña prodigio a Señora de la Canción. Tras su partida, su legado sigue muy presente entre nosotros
Pese a llevar años luchando contra un cáncer de matriz y de pulmón, un día como hoy, hace ya dieciocho años, murió la folclórica Rocío Dúrcal. Amada en España y toda una deidad en México. Recordamos su vida personal y artística
Nació en el madrileño barrio de Cuatro Caminos hace casi ochenta años. Desde pequeña ya destacaba por sus dotes artísticas en concursos radiofónicos de canto y baile. Fue una de las niñas prodigio más destacadas de la historia del cine español. Se ganó el cariño de toda Latinoamérica y fue apodada como La Reina de las rancheras.
Sus inicios
Era imposible no mirarla. Era una artista de categoría. Marieta, como la solían llamar en la comunidad familiar, provenía de una familia muy humilde. Estudió en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús, ubicado en la ciudad de Madrid. Su madre relataba en numerosas ocasiones que era una niña que conseguía todo lo que se proponía. Su abuelo paterno fue quien le animó a adentrarse en el mundo del espectáculo. Su primera aparición pública fue en Primer aplauso, de Televisión Española. A partir de ese momento Luis Sanz, un reconocido director de películas de la época, la lanzó al estrellato, al igual que lo hizo con otras figuras como Marisol o Joselito.
Su nombre real era María de los Ángeles de las Heras Ortiz. ¿Cómo fue la elección de su nombre artístico? De una forma muy pintoresca. Rocío es un nombre muy español y por eso idearon llamarla así. En cuanto al apellido pidieron a la joven promesa que, con los ojos vendados, pusiese el dedo índice sobre un lugar en el mapa de España. La fortuna se la llevó Dúrcal, un pueblo granadino cercano a Lanjarón.
Dúrcal también despuntó haciendo obras de teatro o interpretando a personajes en series de televisión, pero, sin duda, todos la conocen por su papel como cantante.
Triunfo en LATAM y despedida
Marieta se casó en enero de 1970 con Junior Morales, del grupo Juan y Junior, en el Monasterio de El Escorial (Madrid), y formó una familia con él. Carmen, Antonio y Shaila de los Ángeles fueron sus hijos. Mientras Junior se quedaba en casa cuidando de los pequeños, Rocío triunfaba en Latinoamérica de la mano del cantautor de rancheras Juan Gabriel. Más tarde inició su carrera musical en solitario.
En México la amaban. Era toda una deidad. Conciertos, giras, entrevistas, eventos, condecoraciones… Era la mejor embajadora que España podía tener en el país azteca. Toda una vida de ensueño mientras su hija Carmen se formaba como actriz, Antonio se centraba en el mundo de los negocios y Shaila intentaba imitar los pasos de su madre.
Pero toda felicidad acaba. En 2001 a Marieta le detectan un cáncer de útero, del que finalmente se recupera. Meses más tarde los médicos ven unas manchitas en los pulmones, el cáncer se había extendido. Rocío hacía lo que podía. Ella siguió de giras hasta el último momento. No quería morir en un escenario, ella tenía claro que iba a ganar la batalla.
Le empezaron a dar quimioterapia, el pelo se le caía, se hinchó… Pasaban los días, las semanas, los meses. La enfermedad no cesaba y Marieta no era tonta, sabía que el cáncer iba ganando la batalla.
El 25 de marzo de 2006, a los 61 años, Rocío Dúrcal muere en su casa de Torrelodones rodeada de todos sus familiares. Sus restos mortales fueron trasladados al Tanatorio de La Paz y su cuerpo fue incinerado por deseo expreso de la familia. Hoy en día, la mitad de sus cenizas reposan en la Basílica de la Virgen de Guadalupe en México, la otra mitad en la localidad madrileña.
