También conocido como Alejandro III de Macedonia, es uno de los mejores estrategas militares de la historia
Su legado, forjado en apenas 13 años, marcó el curso de la historia y expandió los límites del mundo conocido. A pesar de su breve vida (murió a los 32 años), construyó un imperio que se extendió desde Grecia hasta Egipto y la India, sembrando las semillas del Helenismo.
Alejandro Magno nació en el 356 a.C. en Pella, la capital del reino de Macedonia. Hijo de Filipo II, un rey con dotes militares excepcionales, y de Olimpia, una princesa del Epiro, Alejandro creció bajo la influencia de dos figuras poderosas. Desde joven demostró ser muy inteligente y su educación estuvo a cargo de Aristóteles.
Con apenas 18 años, demostró sus habilidades militares en la batalla de Queronea, donde lideró la caballería macedonia para derrotar a unas ciudades-estado griegas. Esta victoria consolidó el control de Macedonia sobre Grecia y marcó el inicio de su carrera militar.
La campaña contra Persia
Tras el asesinato de Filipo II en el 336 a.C., Alejandro ascendió al trono y heredó un reino entero. Su primer objetivo fue el Imperio Persa, gobernado por Darío III. Alejandro cruzó el Helesponto en el 334 a.C. con un ejército de 40.000 hombres y comenzó su legendaria campaña.
La batalla del Río Gránico marcó su primera gran victoria contra los persas. A esta le siguieron triunfos como la batalla de Issos (333 a.C.) y la de Gaugamela (331 a.C.), donde su genio estratégico y su habilidad para inspirar a sus tropas aseguraron su dominio sobre Persia.
El sueño de unificar el mundo
Alejandro no solo fue un conquistador, sino también un visionario que buscó integrar las culturas de Oriente y Occidente. Fundó más de 20 ciudades que se convirtieron en centros de intercambio cultural, económico y científico. En Egipto fue proclamado faraón y fundó la ciudad de Alejandría.
Para consolidar su visión de un imperio unificado, promovió el matrimonio entre sus soldados macedonios y mujeres persas. Además, adoptó costumbres orientales, algo que generó tensiones entre sus propios hombres, que veían estas acciones como una traición a sus tradiciones.

La expedición hacia la India
En su afán de expandir los límites de su imperio, Alejandro marchó hacia la India en el 326 a.C. Su victoria en la batalla del Río Hidaspes contra el rey Poros demostró nuevamente su ingenio militar, pero también marcó el comienzo de la fatiga en sus tropas, que exigieron regresar a casa después de años de campaña continua.
El misterio de su muerte
Alejandro regresó a Babilonia en el 323 a.C. y comenzó a planear nuevas conquistas, incluyendo Arabia. Sin embargo, cayó enfermo y murió tras varios días de fiebre. Las causas de su muerte siguen siendo objeto de debate: algunos historiadores sugieren envenenamiento, mientras que otros apuntan a enfermedades como la malaria o el tifus.
Sin un heredero claro, su imperio se fragmentó cuando murió, dividiéndose entre sus generales, conocidos como los Diádocos. A pesar de esta fragmentación, el impacto de Alejandro perduró.
Su legado
Su vida ha sido narrada en libros, obras de arte y películas. Aunque su imperio se desmoronó tras su muerte, dejó una gran huella en la historia de la humanidad. Se podría decir que fue un visionario de lo que hoy conocemos como globalización.

