La actriz se mete en la piel de Sally Bowles en una versión cruda y realista del clásico musical
En el musical Cabaret, bajo la dirección de Federico Bellone, Amanda Digón interpreta a Sally Bowles. Lo hace desde una postura cruda, realista y emocionalmente arrasadora. En esta entrevista, la actriz reflexiona acerca del proceso de creación de su personaje, el efecto que tiene la propuesta escénica y las similitudes entre el Berlín de 1929 y el mundo contemporáneo.
Pregunta: ¿Cómo estás viviendo este momento tan especial con tu nuevo personaje, Sally Bowles?
Respuesta: Lo estoy viviendo con muchísima ilusión porque es un personaje que no estaba en mis planes particularmente, pero sí estaba entre mis sueños. Lo he cogido con muchísimas ganas porque encuentro que tengo mucho que ver con Sally. Me ha pillado en un momento de mi carrera y de mi edad que creo que es perfecto. Es un personaje que tiene mucha luz, pero también mucha oscuridad. Dentro del teatro musical, que suele ofrecer personajes más blancos para chicas de mi edad, encontrarme con uno que tiene tantas sombras lo ha hecho mucho más interesante que otras cosas que he interpretado.
P: Cuando te ofrecieron el papel, ¿te lo pensaste en algún momento?
R: No me lo pensé nunca. De hecho, estaba en un proceso de selección para otra cosa que también me hacía mucha ilusión, y aun así no dudé. Había llegado bastante lejos en ese otro proceso, pero algo en mí cambió rápido. El corazón me dijo: “Quiero ser Sally”.
P: ¿Cómo te preparaste para interpretar el papel? ¿Hubo alguna escena que te costó más construir?
R: La escena que más respeto me daba era la de la canción Cabaret. Es una propuesta muy alejada de lo que la gente ha visto antes. Como actriz, no trabajo pensando en lo que espera el público, pero sí que sentía que esa escena podía impactar. No es una interpretación alegre, es todo lo contrario. Sally está en un estado preocupante, y eso se ve. Junto al director Federico Bellone, quisimos llevarla a un lugar mucho más realista. Hoy día creo que es mi escena favorita, porque se convierte en ese momento en el que Sally puede decirle al mundo lo que piensa de él. Y eso, como actriz y como persona, me abre un canal espectacular.
P: ¿Qué parte de Sally te ha tocado más personalmente?
R: La creencia tan arraigada que tiene de que no merece que nada le salga bien. Eso la lleva al autosabotaje constante. Me conmueve mucho porque es algo muy humano. Sally es esa persona que, antes de que la rechacen, se va. Para no enfrentar el dolor de otro rechazo más.
P: El musical se representa en formato inmersivo, dentro del Kit Kat Club. ¿Cómo cambia esto a la hora de actuar y conectar con el público?
R: Al principio me daba recelo. No soy muy amante del teatro tipo dinner show, me gusta el orden, que el público tenga su sitio y yo el mío. Pero ahora lo disfruto muchísimo. La sinergia se retroalimenta. La gente está tan cerca que les oigo respirar, emocionarse, conmoverse. Y eso me ayuda a meterme más en el personaje. Sally habría tenido gente alrededor en el cabaret, así que tiene todo el sentido.
P: ¿Cómo os movéis entre escena y escena en la oscuridad total?
R: Honestamente, es bastante peligroso. No vemos nada. Las luces están muy bien conseguidas y el suelo está marcado, pero hay lío con las entradas y salidas. Yo tengo suerte porque en muchas escenas estoy con mi compañero Pepe, que ve mejor en la oscuridad que yo y me guía. Pero hay actrices en la compañía que lo llevan peor. Yo soy absolutamente ciega en la oscuridad.
P: La historia de Cabaret se sitúa en el Berlín de 1929. ¿Ves algún paralelismo con el mundo actual?
R: Muchísimos. El que más me impacta es cuando el personaje de Fraulein Kost hace un comentario antisemita por agradar a Ernst, el simpatizante nazi. Eso lo veo todos los días. Comentarios racistas, islamófobos, que parecen pequeños pero son semillas que crecen. Muchos partidos políticos los utilizan. Son comentarios incendiarios que terminan en problemas arraigados. Así empezó todo entonces, sin que nadie lo viera venir.
P: ¿Qué esperáis que se lleve el público al salir del teatro?
R: Que reflexione. Por eso hemos suprimido los saludos finales. El final es tan dramático, con la cámara de gas, que queremos que la gente se vaya conmovida. Y lo conseguimos. La gente sale tocada. Y nosotros también. Es imposible hacer lo que hace Abril Zamora al final y no sentir algo. Esto no es un número de claqué. Es dar voz a personas a las que esto realmente les pasó. Necesitamos actores comprometidos para llevarlo a cabo con la seriedad y el cariño que merece.
P: ¿Qué tipo de proyectos te ilusionan para el futuro?
R: Este es mi décimo musical. No me cierro al género, pero Sally me ha despertado el deseo de trabajar más texto. Me gustaría meter la cabeza en el audiovisual. Me encanta el cine, aunque no he hecho nada aún. Creo que soy una actriz que no se limita al musical, aunque es el que más me ha dado hasta ahora.
P: ¿Qué consejo le darías a una actriz joven que sueña con protagonizar un musical como Cabaret?
R: Que se forme. Que nunca deje de aprender. Incluso cuando estás en activo, merece la pena seguir yendo a clase. Que se interese por las historias que está contando, que investigue. Y que no compita con nadie. Esto no es una carrera de Fórmula 1. Las cosas llegan cuando tienen que llegar. A veces sueñas con un papel, te preparas, y luego no es. Yo me preparé muchísimo para hacer Chicago, y no fue. Pero luego llegó Sally.
