Eugenia Kononenko apuesta por la introspección personal y el conflicto emocional en un viaje intergeneracional
El último deseo se adentra en los territorios más frágiles de la experiencia humana: aquello que se anhela, aquello que se pierde y aquellas decisiones que, aún tomadas en búsqueda mejores oportunidades, dejan una marca profunda en la memoria. Siguiendo un manuscrito póstumo e inédito de Iván Ivak, una vieja gloria de la literatura soviética, su descendencia se embarca en un viaje incómodo al pasado familiar.
Kononenko logra una novela absorbente al mezclar la intriga con la honestidad brutal sobre la moralidad humana. Al abordar temas como la culpa y el perdón, la autora analiza las cicatrices del siglo XX. Demuestra cómo la literatura puede dar luz a los rincones oscuros que la historia ha intentado ocultar. De este modo, la obra no se centra tanto en lo que ocurre, sino en cómo lo vivido resuena en la consciencia de los personajes y en cómo ha forjado su forma de ser.
De padres a hijos, así comienza la historia
Valeri Ivak recibe un misterioso paquete con la supuesta autobiografía de su difunto padre. En aquellas páginas de El último deseo desvelan secretos personales, a la vez que traza un puente entre el trauma de la gran guerra del ayer y la necesidad de claridad del hoy. En un viaje desde la ocupación alemana en Ucrania hasta nuestros días, la autora muestra cómo los vínculos se construyen tanto a partir de las palabras como de las ausencias.
Con la obra de Iván Ivak en el centro y en capítulos que alternan el presente de Valeri con el pasado de Iván, la autora recorre las confesiones y los recuerdos mejor guardados de la familia. La autora da voz y sentido a las decisiones del pasado de Iván. Estas se mantuvieron ocultas por la guerra, la culpa y el miedo a la represión. La lectura de Valeri lo lleva por un camino de intento de redención personal con su familia, su identidad y su pasado a través de la escritura.
El último deseo de Eugenia Kononenko
Kononenko es autora de numerosos relatos breves. También es traductora literaria del francés y del inglés. En 1993, fue galardonada con el Premio Zerov por su traducción de sonetos franceses. El último deseo es su primera novela traducida al castellano.
La obra de la autora se caracteriza por tener una mirada atenta a los conflictos internos de sus personajes. Con especial atención a aquellos atravesados por la memoria, la culpa y el peso del pasado histórico. La literatura contemporánea con prosa sobria y contenida propia de la escritora carece de juicios explícitos. Kononenko no propone respuestas cerradas ni lecturas unívocas. Presenta situaciones complejas y contradictorias, dejando al lector la tarea de interpretar y evaluar las decisiones de los personajes.
