La moda vive en ciclos, lo que se llevaba hace 20 años se ve hoy en las calles. Mi madre no vestía muy diferente a como yo visto hoy. Esto es algo bastante generalizado, muchos son conscientes de esta ciclicidad de la moda.
No todos son conscientes de que la moda es, además, un reflejo de la realidad en la que vivimos. Fue Coco Chanel la que dijo que la moda es «la forma en la que vivimos, lo que está pasando». Llevamos un par de años en los que la moda de los 2000 está en auge. Pantalones de tiro bajo, colores vivos y el maximalismo dominan tanto las calles como las pasarelas, al igual que en la primera década de este siglo. Sin embargo, en los últimos meses se está viendo una tendencia hacia lo contrario.

Frente a la moda Y2K que incita al consumismo, a lo aparatoso y al riesgo con nuevas piezas en tendencia cada semana (las llamadas microtrends), se están haciendo paso colecciones minimalistas, de mayor calidad y más prácticas con colores más básicos. ¿Lo curioso de esta tendencia? Llega en un momento en el que se prevé que el mundo está a punto de entrar en recesión económica, y estos dos datos están más intercalados de lo que se piensa.
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El Recessioncore
En las redes sociales se le ha puesto nombre a este fenómeno, el Recessioncore. Pero esta idea de que la moda y la economía van en paralelo no es nueva, se lleva estudiando desde el siglo pasado y hemos vivido ya unos pocos ejemplos. El más reciente fue en la crisis de 2008, pero esto se vio ya, por ejemplo, en la moda antes y después de la Gran Depresión o con las Guerras Mundiales.
Una de las conclusiones más expandidas es que la moda tiene la función de indicadora de una crisis próxima. El indicador más conocido es quizás el de la falda. Es un hecho que, en los momentos de mejor situación económica, las faldas son más cortas, y, al contrario, cuanto peor vaya la economía de un país, más largas van a ser las faldas. En la realidad lo podemos ver reflejado, por ejemplo, en la prenda estrella de la temporada, la falda larga vaquera frente a las minifaldas tan comunes de la moda dosmilera.
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Los elementos clave
No solo se ven los efectos del Recessioncore en la ropa, la belleza lo acompaña también. El clean look lleva en tendencia ya mucho tiempo. Tras la cuarentena se le dio más importancia a la naturalidad frente a los maquillajes glamurosos que se llevaban los años antes. El pelo recogido con gomina y el maquillaje que te da efecto de buena cara sin parecer que vas maquillada no pueden estar más de moda.
Esta preferencia por lo más natural y minimalista puede estar provocado por este cambio en la mentalidad de las personas que, con la inminente crisis, buscan aparentar lo mejor posible con la máxima sencillez.

La característica común a todos los elementos es su practicidad y durabilidad, pues se busca la calidad por encima de la cantidad. Esta tendencia prioriza que todo lo que se compre pueda durar mucho tiempo y no pasar de moda, lo que conocemos como «fondo de armario». Para poder considerar a una prenda como tal, se buscan colores apagados, como el beige o el azul marino, con estructuras simples y pocos riesgos en cuanto a diseño.
El objetivo es combinar las mismas prendas de multitud de formas diferentes, se apuesta por la reutilización por encima del consumismo. La moda vintage no es nueva, pero tiendas como Shein llevan años incitando al que compremos de forma excesiva ropa barata. Con esta nueva moda se pretende acabar con ello.
En las pasarelas empezamos a ver indicios de la tendencia en marcas como Paloma Wool o The Row, la marca de lujo de las gemelas Olsen. Sin embargo, es en la moda masculina donde más se están desarrollando estas ideas. La androginia se ha convertido en la nueva normalidad, tanto en las colecciones de mujer y como en las de hombre. Sin embargo, mientras las pasarelas femeninas siguen estando en cierto nivel influenciadas por las microtrends, la moda masculina ha avanzado hacia piezas unisex básicas.
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DE LA CALLE A LAS PASARELAS
Esta tendencia ha llegado incluso a las alfombras rojas. Con los Oscar´s se daba por finalizada la temporada de premios, y las numerosas ceremonias han sido testigos de este fenómeno. Acostumbrados a ver a las celebridades luciendo sus mejores galas, muchos se sorprendieron cuando empezaron a ver cómo muchas optaban por prescindir de la joyería llamativa.
No han sido pocas las que han lucido sus vestidos con cuellos descubiertos y pendientes pequeños. Muchas son las teorías que intentan explicar esta tendencia, pero las más populares indican que es esta Recessioncore afectando incluso a los que menos afectaría una crisis.
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Es precisamente por esto que incluso los más ricos participan, aunque no sea por necesidad. Maria Antonieta ya en sus tiempos nos dio el ejemplo de cómo actúa el público general ante los más ricos que lucen sus riquezas en una mala situación económica (spoiler: perdió la cabeza). Por ello, podemos decir que el Quiet Luxury está de moda. Los más ricos están adoptando este lujo silencioso como norma.
Cada vez se llevan menos las prendas llenas de logos de marcas de lujo, y en su lugar vemos prendas básicas y eternas de cientos de dólares. Hablamos también de bolsos de lujo desgastados con el uso, o de blazers hechas a medida, que les hacen parecer uno más, aunque lleven encima piezas de alto valor.

No es una locura pensar que, ante una mala situación económica, las personas cambiarían sus hábitos para adaptarse a ella. La ropa, aunque esencial para el día a día, es la primera afectada. Que la moda está en todas partes, está viva y avanza con nosotros es una realidad. Las personas influyen a la moda y la moda influye a las personas, y este tipo de tendencias son el vivo ejemplo de ello. Ya vivimos hace 15 años este paso de lo maximalista a lo minimalista, y ya sabemos que la historia tiende a repetirse.