Hoke lanza su segundo álbum de estudio: Tres Creus
Tras dos años de silencio, el rapero valenciano sorprendió anunciando con tres días de antelación la publicación de su segundo disco: Tres Creus. Desde que salió BBO en 2022 apenas habíamos tenido noticias de Hoke. Acostumbrados a su hermetismo, cada aparición en colaboraciones con otros artistas ha sido motivo de debate y especulación. En mayo los rumores llegaron a su fin con el anuncio oficial de que en 2024 habría nuevo disco, aunque sin fecha cerrada. No Puede Ser fue el tema que salió junto al anuncio del álbum, lo que se interpretó como un adelanto del mismo. A menos de 15 días de terminar el año, el disco anunciado y del que Hoke no había dado nueva información finalmente vio la luz, con la sorpresa de no incluir en su tracklist el que era su primer tema en solitario desde BBO.
Tres Creus, siguiendo la línea de su álbum debut, cuenta con apenas 10 canciones y 25 minutos de duración. También repiten colaboración Ébano y Ergo Pro, a los que se suman Quevedo y Morad. Pero el cambio más significativo se encuentra en la producción (A.Dense, Nuviala, Lex Luthorz, Gese da O, Steve Lean, Joxean Rivas, Mark Luva, Saint Lowe, Allan Parrish, El Secreto), donde participan hasta 12 artistas incluyendo al propio Hoke. La ausencia de Louis Amoeba es la diferencia más sustancial a nivel de sonido entre ambos trabajos, algo que se aprecia en todos los sentidos en esta nueva obra. Desde las instrumentales hasta los registros vocales, el sonido de este trabajo es nuevo y, al mismo tiempo, por momentos recuerda al de temas como Moondial, previos a BBO.
Tema a Tema
Aimbot, en tan solo un minuto y medio, adelanta lo que va a ser el resto del disco. Hoke opta por un registro vocal más teatral que acompaña el mensaje de sus letras. Su tono, a medio camino entre el susurro y el gemido, pasa prácticamente desapercibido en contraposición a las instrumentales, que suenan majestuosas y en ocasiones actúan más de colchón atmosférico que de base rítmica. Lo que no cambia es la calidad lírica, que se mantiene soberbia. La musicalidad de su interpretación junto a sus métricas hacen que los temas – ya cortos de por sí -, se pasen volando. El valenciano, que no se caracteriza por recurrir al ego trip, sí lanza una declaración de intenciones en este tema de apertura: «Están mirando mi futuro, pero no hay quien lo gafe. Me da igual la carta que salga y las veces que baraje».
Telekinesis es el corte más breve y sirve de interludio para dar paso a la primera colaboración del disco: ABC, con Quevedo. El canario se adapta al estilo de Hoke y muestra una de sus mejores versiones en años, llevándose el protagonismo en un tema menos arriesgado que los demás. El estribillo funciona y los versos son buenos, y aunque a nivel general no aporta mucho en discurso ni sonido, es innegable que la canción es fácil de escuchar y pegadiza. Masa Madre, por su lado, retoma una fórmula clásica con un rapeo y una instrumental al viejo estilo. El ritmo, menos protagonista que en otras canciones, combina a la perfección con la interpretación de Hoke, que se mantiene sobria y melancólica.
M.A.N suena como solo puede hacerlo una producción de Saint Lowe, que deja su seña de identidad desde el primer segundo. Como ocurre con todo Brown Boy, la instrumental consigue que el oyente no pare de mover la cabeza. El estribillo, que es menos cantable que el de Olympique, en su defecto cuenta con uno de los arreglos más interesantes del disco en cuanto a coherencia lírico-musical. Del trío vocal poco se puede añadir que no se haya dicho ya. Si bien el tema sigue una estructura narrativa poco novedosa, Hoke, Ébano y Ergo Pro no fallan un verso. Con tres flows distintos firman una canción impecable y que sonará en los conciertos de los tres.
Dos caras
Pasado el ecuador del álbum, Infrarrojo / Ultravioleta actúa como separador de sendas mitades. La primera parte de la canción, como la primera parte del disco, es más agresiva que la segunda. Si durante los primeros cinco temas escuchamos a un Hoke que habla con firmeza de su camino al éxito y la certeza de su futuro, en los cinco últimos se muestra más vulnerable que nunca.
Triple Six es uno de esos temas en los que se puede apreciar con claridad la evolución del artista valenciano desde 2018. La producción vocal y su forma de rapear se asemeja a la de canciones antiguas como Sundial o Moondial, pero con una ejecución mucho más profesional y conseguida. La variación de registros y la forma en la que combinan de forma natural demuestran que Hoke siempre tuvo una visión artística de lo que quería alcanzar con su sonido, siendo este LP la culminación de un proyecto de más de un lustro.
Ya en la recta final llega Dálmatas, una de esas canciones que ponen la piel de gallina. Si después de siete temas alguien no había entendido el porqué del tono susurrado, esta canción es la respuesta. Producida por Steve Lean, Dálmatas representa todo lo que es Tres Creus. Con una instrumental que combina lo atmosférico con secciones rítmicas y una voz rota, el tema presenta un storytelling sobresaliente. Es verdaderamente difícil encontrar un tema mejor en cualquier sentido. Líricamente roza la perfección, métricamente está al nivel que nos tiene acostumbrados, y la interpretación es la mejor que ha hecho en su carrera. Seguramente sea la canción más sincera y emocional de su repertorio.
El noveno corte es Nos Creíamos Kies, junto a Morad. Al contrario que en la canción con Quevedo, en esta ocasión es el valenciano quien se adapta al estilo del artista invitado. Manteniendo la dinámica melancólica, la instrumental brilla por su sencillez y minimalismo. Con una melodía de piano especialmente inspirada es suficiente para que Hoke siga brillando con una ejecución distinta a la que suele entregar en este tipo de bases. Por su parte, Morad aporta su granito de arena a un disco que toca su fin.
Tres Creus cierra el álbum homónimo por todo lo alto. No hay un verso sin contenido, sin coherencia o sin rima. Es reconocible al 100% pese a mantenerse firme en las señas de identidad del LP. El final del disco suena como tal, no le queda nada por decir y se toma el privilegio de despedirse explícitamente y que suene como lo propio. Resulta natural porque el discurso de Hoke es coherente y su mensaje trasciende más allá de los roles de artista y público.
De BBO a Tres Creus
Las comparaciones son odiosas y carecen de sentido desde el punto de vista humano. El debate está servido y es inevitable, pero no está de más recordar que los fanatismos suelen acabar perjudicando a la obra que se idolatra. Tres Creus es distinto en prácticamente todo a su predecesor. Para bien o para mal – cada cual que juzgue con su propio criterio -, Hoke ha decidido hacer algo diferente a lo que le dio un salto nacional. Si hubiera repetido la fórmula, se le hubiera criticado por no evolucionar en dos años sin sacar música; por haberla cambiado se le dice que ya no mola tanto como antes. Lo de siempre. Aún así, es posible hacer un análisis de esta evolución y encontrar qué hay de nuevo y cuáles son las claves de este cambio.
La ausencia de Louis Amoeba es significativa y es lo primero que se nota al escuchar ambos álbumes. No es solo que Lucho lograra una de las mejores producciones del rap en español con BBO, es que la experiencia de su escucha está completamente condicionada por la simbiosis entre Hoke y él. La decisión de prescindir de Amoeba y contar con 12 productores para Tres Creus tiene sus ventajas e inconvenientes. Las ventajas son evidentes. Más variedad a nivel musical y explorar sonidos a los que el artista seguramente no hubiera llegado de haber repetido fórmula y equipo. El inconveniente principal es que el álbum no suena tan compacto como BBO.
Tres Creus es un gran proyecto que cobrará importancia con el paso del tiempo, cuando el público recuerde que la excelencia no es la norma. Hoke mantiene la capacidad para escribir con una coherencia sublime al mismo tiempo que juega con las palabras como quiere. Los recursos métricos y literarios que emplea están al alcance de muy pocos, lo que le ha situado en la cúspide del rap español y ser respetado por los más grandes del gremio. BBO, por su lado, es algo que no se va a volver a repetir en ningún sentido. El fenómeno BBO fue de tal magnitud que se realizó una gira aún con el disco por estrenar en la que la gente ya coreaba las canciones.
El hecho de que Tres Creus sea un muy buen álbum solo refuerza el mérito de Hoke y Louis Amoeba por haber creado un nivel de expectación irreal. Disfrutar de ambos discos es algo que solo quienes quieran entender que la música es arte y no una competición van a poder hacer. Quizá algún día el público aprenda que los «antes molabas más» solo sirven para romantizar el pasado, perderse el presente y ahogar el futuro. De momento, Hoke sigue haciendo historia, creando una discografía única y construyendo un personaje con aura de leyenda. De Patraix al estadio y de Valencia al mundo.
