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Intrahistoria F1: Brasil, tierra de glorias y fantasmas

De Barrichello a Hamilton, cuatro historias que demuestran por qué Brasil es mucho más que una parada en el calendario

Hay circuitos que parecen tener alma. Lugares donde los motores no solo rugen: también recuerdan, emocionan y duelen. El Autódromo José Carlos Pace, también conocido como Interlagos, es uno de esos templos. Allí, la Fórmula 1 ha vivido algunos de los capítulos más intensos de su historia moderna. 

El héroe sin combustible

En 2003, el sueño de un país se encendía con un Ferrari rojo. Rubens Barrichello, hijo predilecto de São Paulo, había conseguido la pole y lideraba con autoridad. Tras adelantar a David Coulthard en la vuelta 45, parecía tenerlo todo bajo control. La multitud en Interlagos rugía convencida de que por fin el ídolo local lograría su primera victoria en casa.

Pero en la vuelta 47 el motor del Ferrari número dos enmudeció. La telemetría habló de un fuel feed problem, un fallo en la alimentación de combustible. Para los aficionados, simplemente, se había quedado sin gasolina. Barrichello se bajó del coche con la mirada perdida. Había vuelto a ocurrir: Brasil, otra vez, le daba la espalda. «No merecía esto«, dijo el brasileño después, entre la resignación y la rabia.

Fue uno de esos momentos que trascienden lo deportivo. Interlagos estalló en un silencio que todavía duele veinte años después. La Fórmula 1 puede ser cruel, pero pocas veces lo fue tanto como con Barrichello en su propia casa.

El campeón por treinta segundos

Cinco años después, Brasil volvió a soñar. Felipe Massa, otro paulista criado a la sombra de Ayrton Senna, llegaba a la última carrera del año con el título en juego frente a Lewis Hamilton. El guion era de película: si Massa ganaba y Hamilton terminaba sexto o peor, el campeonato sería suyo.

Massa cumplió con su parte. Cruzó primero la línea de meta, desatando el delirio. En el muro de Ferrari, los mecánicos se abrazaban. Su familia lloraba. Por unos segundos, Felipe Massa fue campeón del mundo.

Pero en la última curva de la última vuelta, Hamilton adelantó a Timo Glock, que rodaba con neumáticos secos sobre una pista húmeda, y recuperó el quinto lugar necesario para el título. En cuestión de segundos, el cielo de Interlagos se desplomó.

Massa, sin embargo, salió al podio con la cabeza alta. Sonrió. Saludó al público. En una escena que quedó grabada en la memoria de la Fórmula 1. «Hemos ganado hoy. No el campeonato, pero hemos ganado el respeto de todos», dijo el piloto.

Aquella derrota lo convirtió en leyenda. Brasil había tenido un campeón por treinta segundos, y eso bastó para que toda una generación recordara que el honor también se puede vestir de derrota.

Años más tarde, la historia volvió a agitarse. En 2023, Felipe Massa presentó una demanda formal contra la FIA, la Fórmula 1 y la empresa Liberty Media, reclamando que se le reconozca oficialmente como campeón del mundo de 2008. Su argumentación se apoya en el escándalo del Crashgate del GP de Singapur, cuando Nelson Piquet Jr. se estrelló deliberadamente para beneficiar a Fernando Alonso. Aquel incidente provocó un safety car que arruinó la carrera de Massa y, a la postre, sus opciones al título.

Massa sostiene que la FIA y la FOM conocían los hechos antes de final de temporada y que, al no actuar, permitieron que un campeonato manipulado siguiera su curso. Por eso exige que se revise la clasificación final y se le otorgue el título que considera legítimamente suyo. El proceso sigue abierto, y aunque las probabilidades de que el veredicto cambie la historia son escasas, la batalla de Massa ha reavivado un debate que parecía cerrado: que en la Fórmula 1, incluso quince años después, un campeón puede seguir esperando justicia.

Amor-odio con Brasil

En 2007, Interlagos ya había sido escenario de una de las noches más amargas de Fernando Alonso. En su primer año en McLaren, compartiendo garaje con un debutante Lewis Hamilton, el español llegó a Brasil con opciones de conquistar su tercer título consecutivo. Pero todo se torció: el joven británico sufrió problemas mecánicos, Kimi Räikkönen aprovechó la oportunidad y Ferrari celebró un inesperado campeonato. Alonso terminó tercero en el Mundial, empatado a puntos con Hamilton, y cerró una temporada que cambiaría su carrera para siempre.

Cuatro años después, el destino volvió a elegir a Ferrari junto a Interlagos para escribir otro desenlace de película. Fernando Alonso llegaba al GP de Brasil de 2012 con una última oportunidad de conquistar su tercer título mundial. Sebastian Vettel lo aventajaba por trece puntos. Solo un milagro podía invertir la historia.

Y por momentos pareció posible. Vettel tuvo un toque en la primera vuelta con Bruno Senna y cayó al fondo de la parrilla. Alonso, mientras tanto, avanzaba posiciones con la precisión de quien siente que el destino vuelve a mirar hacia él. Durante buena parte de la carrera, el título pareció flotar en el aire.

Pero la estrategia, la suerte y un Red Bull implacable decidieron otra cosa. Vettel remontó hasta el sexto puesto y selló su tercer campeonato consecutivo. Alonso terminó segundo y subió al podio con la serenidad de quien lo había dado todo.

Fernando Alonso tras perder el mundial
Fernando Alonso tras perder el mundial | Fuente: @F1 (X)

Años más tarde, Luca di Montezemolo, entonces presidente de Ferrari, resumiría aquel desenlace: «Perdimos el campeonato en Brasil. No por Alonso, sino por el conjunto«. Para el asturiano, Interlagos quedó como el escenario de un «qué hubiera pasado si…» Una derrota silenciosa, sin lágrimas ni gasolina vacía, pero igual de cruel.

Sin embargo, la historia aún guardaba una última escena. En 2023, con Aston Martin, Alonso volvió a subir al podio en Interlagos, su octavo del año, tras una batalla épica con Sergio Pérez que se resolvió por apenas 53 milésimas. Dieciséis años después de aquel primer desengaño y once después de la última gran oportunidad, el piloto español regresó al mismo circuito, un recorrido en el que el piloto español no ha ganado, pero que sirvió  para recordarle al mundo que el tiempo puede pasar, pero el talento y la fe en uno mismo no caducan.

La resurrección del campeón

Si las historias anteriores hablan de frustración, la de Hamilton en 2021 es la de la resistencia. En un fin de semana que parecía condenado, el británico fue descalificado de la clasificación del viernes por una infracción técnica en su DRS y, además, recibió una penalización por cambio de motor. Por tanto, arrancó último en la carrera sprint.

Lo que siguió fue una de las mayores demostraciones de talento y determinación en la historia moderna del campeonato. Hamilton adelantó veinte coches en dos días. En la sprint acabó décimo lo que le daba la oportunidad de salir el día de carrera en dicha posición gracias a la normativa de aquel entonces. Ya el Domingo, remontó hasta ganar el Gran Premio y mantener viva su pelea con Max Verstappen por el título.

Grada de Brasil
Grada de Brasil | Fuente: @F1 (X)

El público brasileño, siempre exigente, se rindió a él. Un año después, el Congreso de Brasil le concedió la ciudadanía honoraria. Hamilton, emocionado, pronunció unas palabras que condensaban su vínculo con aquel país: «Ahora sí puedo decir que soy uno de vosotros», comentó el británico.

Brasil, el espejo del alma

De Barrichello a Hamilton, de Massa a Alonso, todas estas historias tienen algo en común: Brasil como catalizador de emociones extremas. Allí los coches parecen sentir; las victorias pesan más, las derrotas duelen más.

Interlagos no es solo un circuito: es un escenario donde la Fórmula 1 se despoja del artificio y muestra su costado humano. En cada carrera, bajo el ruido ensordecedor de los V10, los V8 o los híbridos, late siempre la misma verdad: que la grandeza, en este deporte, no siempre se mide por los títulos, sino por las veces que un piloto se levanta después de caer.

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