Söyüncü, Maníaca y estoicismo: una nueva forma de sentirse
El single de Abraham Mateo, Maníaca, compendia a la perfección aquella idea estoica de «rehacerse y resarcir». También el fichaje de Söyüncü por el Atleti. Las nuevas músicas y tendencias del momento vuelven a antaño. Vuelven a la pulcritud del pasado. Camisetas retro, vestimentas e indumentarias clásicas, prendas anchas y mangas bombeadas, zapatos grandes y calcetines altos. Ya pasó la era ‘ajustada’, con el don de lo entallado para favorecer la estética ‘cani’ o choni’. Ya pasaron los tupés, las crestas y las coletillas. Justo cuando Cristiano Ronaldo se las quitó. La humanidad retrocede simultáneamente al avance, paradójico. ¿Por qué? Pregúntenselo a Schopenhauer que de seguro les responderá: «La vida es una mentira continua».
En tal que el ser humano descubre una mina por explotar, la explota, la ‘re-explota’ y continúa haciéndolo enésimas veces hasta que acaba con la cal, la arena y todos los mimbres extraíbles y por extraer. Las modas, o como llamo yo: el péndulo de los ricos. Ir a la moda o volver al pasado: dos direcciones inmodificables. «No vistes bien, no vas a la moda»: palabras vacías como vientos que soplan desde la nada más hueca y hostil. Depílate o no te depiles, hazte un mohicano, tatúate y, además, consume todas las sustancias que los indeseados de tus colegas quieren que consumas. Vive con la cabeza gacha y sin replicar a los estigmas y cánones que te hagan sucumbir. Y así, desaborido y sobrecargado de presiones y cánones estándares de una sociedad vacía, le gustarás a la gente hueca.
Lee, compone, adereza tu periplo actual con música reconfortante, emprende tus proyectos, arréglate según tu estilo y péinate como desees. Haz vídeos de lo que te guste, practica deporte o ingiere la comida sana que más fortifique tu armazón. Sal a la calle, solo y con personalidad, con el mentón alto y el pecho bien sostenido. Y así, adecentado y fortalecido con todos los enseres y los ávidos proverbios de la grandeza filosófica y corpórea, te gustarás a ti, y no al rebaño. Usted será quien desee ser si y sólo si sigue sus consejos y los de nadie más. Gane fortaleza, recompóngase y resucite de la muerte de pertenecer al ganado estándar, preestablecido y frívolo; veleidoso, azaroso y humeante.
Sea, en definitiva —y, por favor, no haga caso de los débiles fuegos fatuos y de los esclavos del sistema— una isócrona figura que reafirme su voracidad y talento, así como calidad y seguridad, con movimientos idénticos entre lo bueno y lo mejor. Sea —hágalo, se lo ruego— alguien recordado por emprender su sueño, sea el ídolo de los jóvenes, deshágase de los oropeles y guiñapos (si me permiten emular a G. A. Bécquer) de pertenecer a la muchedumbre, y cumpla todas sus metas. «El cementerio ya está lleno de valientes», así que inténtalo. Lucha, sueña y cree. Sé como Çağlar Söyüncü y ponte los zapatos de claqué.
