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La nueva vida de los estadounidenses

Los aranceles impuestos por Trump a prácticamente todos los países del mundo repercutirán -y mucho- a los propios ciudadanos de Estados Unidos

El presidente Donald Trump ha cumplido su promesa electoral de imponer aranceles a los productos extranjeros que quieran entrar en el mercado estadounidense. Ni sus principales socios comerciales, Canadá, México y China se han salvado. El empresario justifica estas medidas como parte de la lucha contra la inmigración irregular y el tráfico de drogas, especialmente del fentanilo vendido por China que entra a través de la frontera sur con México.

Estas medidas reflejan la visión proteccionista que, aunque es popular entre ciertos sectores de la población, puede generar problemas económicos, políticos y sociales, tanto para Estados Unidos como para el resto de países. A continuación, se irán analizando cada una de estas posibles consecuencias.

Inflación

La inflación es lo que más preocupa a los economistas ya que, en su anterior legislatura, la iniciada en 2018, Trump ya impuso aranceles que hicieron que materiales importados como al acero y aluminio se encareciesen. Algunas empresas recurrieron a proveedores nacionales o de otras regiones que ofrecían materiales similares, pero a precios significativamente más altos: al haber menos competencia en el mercado, las empresas restantes pueden formar un oligopolio, y ponerse de acuerdo en subir los precios. Como consecuencia, industrias clave como la automotriz y la de electrodomésticos tuvieron que aumentar los precios de los productos para mantener sus márgenes de beneficio.

Evidentemente, este aumento en los costos de producción afecta de manera directa a los consumidores estadounidenses, especialmente en aquellos hogares con menos recursos. Volviendo al ejemplo anterior de la industria automotriz, los aranceles sobre el acero y el aluminio afectaron tanto a los fabricantes de vehículos como a los proveedores de sus componentes. Las empresas no solo tuvieron que afrontar precios más altos por los mismos materiales, sino que también vieron alteradas sus cadenas de suministro, lo que generó retrasos y mayores costos operativos.

Esquema sobre las consecuencias de los aranceles. | Imagen: Generación propia.

PYMES

En este contexto, las PYMES (las pequeñas y medianas empresas) son, a diferencia de las grandes multinacionales, mucho más vulnerables a las fluctuaciones del mercado. Esto es porque no tienen la capacidad de ofrecer grandes descuentos, reducir los costes de los productos o diversificar su producción como lo harían las grandes corporaciones. Aunque solemos asociar a Estados Unidos con grandes multinacionales, las PYMES juegan un papel crucial en su economía. Son responsables de generar una gran cantidad de empleos directos que sostienen a muchas familias. Por eso, el cierre de estos negocios podría desembocar no solo en una pérdida masiva de puestos de trabajo, sino también en protestas sociales.

El inicio de una guerra comercial

En un primer momento, estos aranceles se iban a poner en marcha el martes cuatro de febrero y, ante este anuncio, tanto la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, como el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, no han tardado en reaccionar con represalias comerciales, en lo que podría ser el inicio de una guerra comercial a nivel global que acabe perjudicando a terceros países, como los miembros de la Unión Europea.

El Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, México y Canadá llevaba en vigor más de treinta años. Es por ello que, la decisión unilateral de Estados Unidos de abandonar este acuerdo, junto con la imposición de aranceles a sus antiguos socios, ha generado tensiones con estos dos países. Además, al romper tratados de forma unilateral, EEUU corre el riesgo de que tanto los acuerdos vigentes como los futuros carezcan de seriedad y credibilidad.

La reacción del resto del mundo

Precisamente, después de que Trump diese luz verde a la imposición de aranceles a sus principales socios comerciales, sería el turno, en la madrugada del 3 de abril, del resto del mundo. Las polémicas reciprocal tariffs están calculadas en base al déficit comercial que tiene ese Estado o bloque (como es el caso de la Unión Europea) con EEUU. Dicha cifra, tal y como lo explicaba el El Mundo, se debe dividir por las importaciones de bienes (y no de servicios) norteamericanas.

 

Cada día estos aranceles van cambiando según las decisiones unilaterales de los países. Esta incertidumbre que rodea a la política arancelaria afecta negativamente a las inversiones extranjeras en Estados Unidos. Y es que los inversores, al ver que las relaciones comerciales son inestables pueden optar por retirar su capital y llevarlo a mercados más seguros. Esta fuga de capitales tiene un impacto negativo directo en el crecimiento económico del país, porque reduce el flujo de inversión necesario para el desarrollo de sectores clave e impulsa la desaceleración económica.

Consecuencias a largo plazo

Dejando a un lado las consecuencias más inmediatas, a largo plazo, uno de los principales problemas será la reducción de la competitividad en el mercado estadounidense. Precisamente, una de las ventajas de la globalización es que la competencia internacional impulsa la innovación y la reducción de costos. Esto se traduce en precios más bajos para los consumidores.

Sin embargo, con estos aranceles, los productos extranjeros se encarecerán y las empresas nacionales no tendrán competidores. Aunque pueda parecer que favorece a la producción nacional, acabará teniendo repercusiones negativas porque no las incentiva a innovar y reducir sus costes.

Como los aranceles son insostenibles a largo plazo se acabarán eliminando y, cuando esto ocurra, las empresas estadounidenses habrán perdido competitividad frente a sus rivales internacionales que sí han continuado mejorando y adaptándose a las nuevas tendencias del mercado.

Los aranceles hacen menos competitivos a las industrias nacionales. | Imagen: Elaboración propia.

Es cierto que una política arancelaria también puede ser positiva. Puede ayudar a asegurar sectores estratégicos, como la defensa, la producción energética, el desarrollo tecnológico y la agricultura. Aunque la producción nacional en estos ámbitos no siempre resulte económicamente rentable, su existencia es fundamental para la estabilidad y seguridad del Estado. En estas áreas, se debe tender a una autosuficiencia, porque depender exclusivamente de proveedores externos podría poner en riesgo la supervivencia del país, especialmente durante crisis internacionales (como la vivida en el coronavirus) o guerras.

Conclusiones

Para resumir, en un corto plazo, los aranceles impuestos por Trump pueden llegar a ser beneficiosos para ciertos sectores industriales al ofrecer una protección temporal frente a la competencia extranjera. Sin embargo, a largo plazo, los anteriores beneficios se desvanecen y los problemas se vuelven más evidentes.

Para que una economía sea verdaderamente sostenible y competitiva en un futuro, es fundamental encontrar un equilibrio entre las políticas liberales y las proteccionistas. En lugar de imponer aranceles que generen tensiones diplomáticas, se deben impulsar estrategias que favorezcan la integración con el resto del mundo. Un buen ejemplo de esto sería reforzar los acuerdos comerciales y fomentar una competencia que beneficie tanto a empresas como a consumidores.

Los consumidores de Estados Unidos tendrán que gastarse más para llenar la cesta de la compra. | Imagen: Generación propia.

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