Su naturaleza, playas paradisíacas, historia y precios asequibles convierten Montenegro en uno de los destinos más sorprendentes de Europa
A menudo eclipsado por sus vecinos más turísticos, Montenegro sigue siendo una joya por descubrir en el corazón de los Balcanes. Viajar a este pequeño país es una experiencia que combina la belleza natural de sus montañas y costas con un patrimonio cultural impresionante, todo ello sin vaciar el bolsillo. Y aunque hay mucho por explorar, hay cuatro lugares que resumen a la perfección el alma de Montenegro: Perast, Kotor, Budva y Sveti Stefan.
Bienvenido a Montenegro
Montenegro ofrece una diversidad paisajística y cultural que sorprende a cualquier viajero. Desde playas que parecen sacadas del Caribe hasta montañas que se elevan imponentes sobre pueblos medievales, este país lo tiene todo. Y lo mejor: es barato, poco masificado y perfecto para recorrer por carretera. Por eso, lo primero que deberían hacer al llegar es alquilar un coche. Solo así podrán moverse con libertad y descubrir sus rincones más especiales.
Perast, el secreto mejor guardado entre montañas
Perast es una pequeña localidad a orillas de la bahía de Kotor que parece detenida en el tiempo. Con apenas unas calles, rodeada de vegetación y altas montañas, su encanto radica en su tranquilidad y su atmósfera marinera. Aunque pequeña, Perast guarda una gran historia. Fue una villa próspera durante el dominio veneciano entre los siglos XV y XVIII, lo que dejó como legado 19 palacetes barrocos que hoy albergan hoteles, museos y restaurantes con vistas de ensueño. Además, es famosa por sus iglesias: San Nicolás, San Marcos o Nuestra Señora del Rosario son solo algunas de las muchas que se encuentran este pueblo que fue mucho más que un puerto pesquero.

Una de las actividades más recomendadas es tomar una pequeña barca hacia la isla de Nuestra Señora de la Roca, un islote artificial con una iglesia pintoresca en medio del agua. El viaje cuesta apenas 5 euros y las aguas cristalinas del entorno lo convierten en un plan imperdible. Consejo importante: hay aparcamiento gratuito en Perast, así que no caigas en la trampa de pagar por uno.

Kotor y sus murallas
A pocos minutos en coche está Kotor, probablemente la ciudad más impactante de Montenegro. Su casco histórico amurallado está tan bien conservado que ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Entrar por una de sus tres puertas (la del mar, del río o del sur) es como viajar a otra época. Calles empedradas, iglesias como la de San Trifón o San Nicolás, y una atmósfera medieval única. Kotor también es famosa por sus gatos —sí, gatos por todas partes— y por las vistas desde el castillo de San Giovanni, al que se accede tras subir cientos de escalones. Merece la pena: desde arriba, se contempla toda la bahía y las murallas que la rodean, iluminadas al caer la noche, creando un paisaje absolutamente mágico.

Budva y Sveti Stefan: perfectos para un baño en el adriático
Siguiendo hacia el sur encontramos Budva, el destino más animado del litoral montenegrino. Aquí se mezcla la historia de su ciudadela amurallada con playas de aguas turquesas y una vida nocturna muy activa. Es el sitio ideal si quieres combinar cultura, mar y fiesta.
Por último, no puede faltar en la ruta Sveti Stefan, la imagen de postal por excelencia de Montenegro. Se trata de una pequeña isla unida a la costa por un istmo de arena, coronada por antiguas casas de piedra reconvertidas en un lujoso resort. Aunque hoy no se puede acceder si no eres huésped, verla desde la costa o desde algún mirador cercano ya es una experiencia en sí misma. Es uno de los lugares más fotografiados del país y un símbolo de su elegancia discreta.
Montenegro es la definición perfecta de un destino infravalorado. Tiene historia, playas, cultura, comida deliciosa, precios accesibles y paisajes que te roban el aliento. Y lo mejor: aún conserva esa autenticidad que muchos otros países ya han perdido. Montenegro se presenta como una alternativa ideal para quienes buscan un viaje distinto, alejado de las multitudes y lleno de descubrimientos. Un destino aún poco conocido que sorprende y cautiva sin previo aviso.

