La eterna espera, es la eterna esperanza de los aficionados rojiblancos que ven como uno de sus mejores jugadores se está estacando en la filosofía cholista.
Es un gran futbolista, de eso no cabe duda; es un capitán, eso ni se cuestiona, pero su rendimiento en las dos últimas temporadas está siendo muy discutido. Posiblemente sea culpa de su entrenador, posiblemente sea que ya no da más de sí, posiblemente sea porque el juego no le acompaña…pero lo evidente no se puede negar.
Jugar en su posición es algo que Saúl Ñíguez hace mucho tiempo que desconoce en el verde del Metropolitano. Porque todo el mundo ha podido observar que Saúl no pude jugar de pivote, porque todo el mundo ha podido constatar que Saúl no es lateral izquierdo.
Evidencias y más evidencias que parece que el Cholo Simeone no es capaz de observar y si lo hace, me atrevería a cuestionar si “el Mesías” rojiblanco sigue siendo el entrenador adecuado para este equipo.
Porque en los últimos encuentros disputados el equipo no construye, porque en los últimos partidos el equipo está dependiendo de que un tal Álvaro Morata enchufe algún “melón” que le llega desde la banda, porque el Leverkusen te pasó por encima y porque nuestro protagonista se está caracterizando más por sus errores que por sus aciertos.
Ahora llega la selección, lugar donde se siente cómodo, donde se libera, donde es capaz de jugar a lo que le gusta y en donde le gusta y donde se convierte en una pieza importantísima para el combinado nacional, jugando de interior en el 4-3-3 de Robert Moreno.
Ese su espacio, su recreo, donde vemos a Saúl ser el futbolista que de verdad es. Un jugador brillante, con un disparo lejano del que pocos pueden presumir y con una habilidad de conducción, pase, visión y remate que pocos futbolistas tienen.
Pero el problema persiste, y cuando el ilicitano vuelve a casa, se encuentra de frente con la realidad. La de tener que volver a jugar de lateral cuando Lodi no está, la realidad de tener que volver a jugar de pivote o tener que volver a ser lo que el Cholo quiere que seas.
Y así los aficionados rojiblancos pueden seguir sentados, esperando el día en el que su entrenador decida dar a Saúl el protagonismo que se merece.