El Vicente Calderón estalla de júbilo ante un nuevo tanto de su estrella. Un futbolista que había aparecido en los corazones atléticos gracias a su esfuerzo, garra, pelea y lucha constante, estaba consiguiendo algo que parecía imposible, hacer olvidar a Radamel Falcao.
Aquellos tiempos en los que el cholismo lucía en su máximo esplendor, Diego Costa arrasaba allí donde pisaba. Daba igual el rival, el defensa, el césped o las condiciones; si la ‘pantera’ estaba enfurecida, no había rival que se resistiese a sus garras. En esos años sin VAR, donde los agarrones en el área se contaban por cientos y las peleas a escondidas con los centrales marcaban el territorio, Diego era único.
En ese Atleti con un cuchillo entre los dientes, con ayudas constantes, con una presión e intensidad que no había manera humana de igualar, nuestro protagonista hizo acto de presencia.
Todo era perfecto, la Liga volvía a casa después de dieciocho años, pero un cabezazo de Sergio Ramos en el minuto 93, envió a nuestro protagonista de camino a Londres. The Special One lo esperaba con los brazos abiertos para convertirlo en su estrella. Y allí brilló, con sus peleas, sus goles, su actitud de canalla y su carácter de soldado, Diego Costa consiguió meterse también en los corazones blues. Logró títulos, pero Mourinho se fue. Antonio Conte aterrizó en Stamford Bridge y todo parecía seguir igual, pero de un día para otro, la ‘pantera’ se vio obligado a abandonar su cueva.
Iba a volver a casa, a su refugio de toda la vida, donde le habían visto crecer, donde brilló por primera vez. Y así, como si no hubiera pasado el tiempo, Costa volvía a enfundarse la rojiblanca a cambio de 65 millones de euros. La gente volvía a corear su nombre, su ‘bestia’ había vuelto. De repente, se volvía a soñar, a creer en un equipo que había sido eliminado de la Champions contra el Qarabag. Y no defraudó, junto a un pequeño astro francés que amenazaba ya con irse al Barcelona, la ‘pantera’ conquistó de nuevo Europa.
Pero lo que parecía un cuento de hadas, pronto se convertiría en una tortura. En la temporada siguiente, una grave lesión le obligó a perderse tres cuartas partes de la temporada y para cuando regresó, la ‘pantera’ ya no volvió a ser la misma. Desconectado, enfadado con el mundo, bajo de forma, sin puntería…. Habría que esperar al año siguiente.
Y otra vez la afición coreaba su nombre, esta vez sí, Diego Costa ha vuelto. El 7-3 contra el vecino ponía las expectativas al nivel de 2014. Parecía que todo volvía a su cauce, pero una especie de deja vu volvió pasearse por el Wanda. Nadie sabe por qué, pero la ‘pantera’ no ruge, los goles no llegan, ya no es el mismo. Ni siquiera después de ponerse a tono aprovechando una pandemia mundial, Costa ha vuelto a ser aquel animal que levantaba al Calderón de su asiento.
Sí, hay que aceptarlo y por mucho que les duela a los atléticos, aquellos tiempos felices ya no van a volver y puede que haya llegado el momento de verle rugir por última vez.