Se acerca el fin de uno de los años más raros de la historia, definido por una pandemia que nos dejó a todos sin aliento y encerrados durante tres eternos meses en casa. Infinitos días en los que aprendimos a (con)vivir y a apreciar aún más a nuestros seres queridos. Quizá todo ha sido un cúmulo de casualidades presentadas por la vida para que nos diésemos cuenta de lo felices y afortunados que éramos… ¡quién sabe! Lo que está claro es que quedan poco más de 24 horas para despedir a este año tan inolvidable y su manera de hacerlo va a ser igual de peculiar que él. Los móviles van a tener un sitio en todas las mesas y probablemente el más importante.
Toda la vida nos han recordado el daño que las nuevas tecnologías hacían en las reuniones familiares o de amigos. Miles de anuncios salían por televisión en épocas navideñas para recordarnos el valor del momento y la poca importancia de chatear en estas fechas tan señaladas del calendario. Y resulta que el año en el que más valoramos los abrazos, reencuentros y el tiempo con nuestros seres queridos, nuestro principal aliado es el teléfono móvil; ese aparato maldito que tantas discusiones causa por estar en la mesa y que tan preciado se ha convertido en este peculiar 2020.
¿Alguna vez habíais pensado en el smartphone como acompañante en la última cena del año? Seguramente no, pero esta vez se ha convertido en nuestro mejor compañero. Los más mayores han aprovechado la cuarentena para aprender a usar estos aparatos, tan incomprensibles para ellos, que les han ayudado a sentir más cerca la sonrisa de cada uno de sus acompañantes.
Ahora nos situamos en diciembre, el mes más mágico, que sirve de broche a un año tan redondo como maldito: el 2020. Nos enfrentamos a una Navidad en la que quedan prohibidos los abrazos, los besos, los reencuentros y esa tan famosa “vuelta a casa”, que se había convertido en la cita más bonita jamás vivida en un aeropuerto o estación y que todo el mundo esperaba con ansia.
Esta vez todos nos tenemos que adaptar. La mesa la presidirá el teléfono móvil, que nos permitirá compartir una cena peculiar con nuestros seres queridos. Gracias a él podremos brindar, comer las uvas, felicitarnos el año y sentir un poco más cerca el calor de los nuestros. Un mes que se va dejándonos tan fríos como él, sabiendo que el mejor regalo de Reyes es seguir teniendo a los nuestros. Y si algo hemos aprendido del 2020 es que, para lotería, los reencuentros familiares.
Ojalá el 2021 nos devuelva todos los abrazos que la pandemia nos ha robado.