Actualmente, las tallas más vendidas en España son la 42 y la 44, pero en la mayoría de las empresas fast-fashion más populares es imposible encontrar tallas por encima de la 40. Esta gordofobia y exclusión existente son algunas de las causas que acentúan la dismorfia corporal y el desarrollo de TCAs.
Suponiendo el 3% del Producto Interior Bruto en España, el sector de la moda genera beneficios billonarios año tras año. Sin embargo, ¿están todos los cuerpos incluidos en este sector? Objetivamente, no. La exclusión de las tallas grandes está a la orden del día. Esto se traduce en la exclusión de un interminable número de personas de la industria textil.
Solamente con acercarse a cualquier tienda se puede observar cómo en la mayoría de ocasiones las prendas no superan la talla 40 y 42. Esto se acentúa aún más en las tiendas fast-fashion como aquellas del grupo Inditex o Brandy Melville, que solo fabrican prendas de una talla.

Para las personas gordas ir de compras se puede convertir en una real pesadilla. Además de no encontrar tallas que se ajusten a su cuerpo, aquellas que sí que lo hacen son prendas diferentes con muy poca variedad. En la mayoría de ocasiones estas no se ajustan a las tendencias actuales ni tienen el objetivo de resaltar su cuerpo, sino de ocultarlo tras un trozo de tela. Esto se hace a través de colores oscuros, prendas totalmente holgadas, vestidos largos que resaltan lo mínimo de un cuerpo con curvas. Rebeca Gómez Polo, una de las fundadoras del portal bodypositive We Lover Size, explicaba en una entrevista para El País esta situación: “Así es como nos han enseñado a vestir. De azul marino o negro para disimular. Y nada de bolsos pequeños porque queda desproporcionado. Se trata de ir como una mesa camilla o quedarte directamente en casa”.
Teresa López Cerdán, actriz e influencer, explicaba hace unos meses una situación que vivió relacionada con la exclusión de tallas.
@teresalopezcerdan Llamadme loca, pero quiero ir hecha una DIOSA el día de la boda de mi hermano. Mi cuerpo no tiene nada malo, mi cuerpo no tiene nada que disimular, mi cuerpo se merece ser vestido. Marcas de ropa y diseñadores del mundo, ya basta.
Mal tallaje
Pero el problema no cesa aquí, y es que la pesadilla se puede prolongar hasta para la gente con cuerpos considerados socialmente normativos por la sociedad, como es la talla 38. Las tallas cada día son más pequeñas y lo que está etiquetado como una 38 puede llegar a tener la medida de una 34. Patricia Sevillano explicaba también en el portal de We Lover Size una situación como esta cuando su pareja le fue a hacer un regalo: “Había unos pantalones en Zara que me enamoraron por completo y que si me compraba eso o algo de ropa, tenía que ser la talla 38. Imaginaros mi sorpresa cuando me lo regaló y no me entraba. Tuve que armarme de valor, ir a la tienda y cambiarlos por una talla más. Cuando llegué a casa me los probé, pensando que la talla 40 me quedaría perfecta y ni me cerraba. Fui a por una 44, totalmente decidida, y efectivamente, esa talla me quedaba bien, aunque algo justa”.
Este tipo de situaciones lo que generan es un completo cuestionamiento del valor del cuerpo y puede llegar a crear confusión sobre si realmente se ha engordado o no. El problema está en el patronaje en la mayoría de ocasiones y en que las marcas han insistido en crear tallas cada vez más pequeñas. Muchas veces se vende la idea de inclusividad en tiendas como Zara porque parece que hay hasta la talla 46, pero ¿realmente es una talla 46 o es una 42 mal etiquetada?
Esto se supone que está regulado. En el año 2007 el Ministerio de Sanidad firmó un acuerdo con el sector de la moda en el que se unificaban todas las tallas. Parece ser que en la mayoría de ocasiones esto no se cumple. En una entrevista para RTVE, Gema Librero, directora de Diseño y Moda Vélez-Per, explica que este acuerdo suponen “las normas que establecen una serie de criterios que tienen que tener las tallas y que son de obligado cumplimiento. Pero no lo cumplen.”
Consecuencias psicológicas
Lo más importante de esta situación son sobre todo las consecuencias psicológicas que pueden ser desarrolladas. Actualmente, en España entre el 4 y el 5% de la población padece un trastorno de la conducta alimentaria. Esto se traduce en un total de 400.000 personas aproximadamente. La gran mayoría son mujeres adolescentes. Es un dato preocupante, ya que con el estallido de la pandemia, estos datos se han multiplicado exponencialmente. Durante el confinamiento aumentaron los casos un 264% y durante las primeras salidas un 826%.
El no poder encajar en una talla, además de un TCA, puede generar otras consecuencias. Estas son la dismorfia corporal (percepción errónea sobre la imagen corporal), baja autoestima, aislamiento social, fobias, dietas restrictivas, sentimientos de culpabilidad y un largo etcétera que lo único que hace es perjudicar la salud mental y emocional. En 2019 se realizó un estudio por parte del Gobierno de Aragón y la Asociación Aragonesa de Familiares de Enfermos con un Trastorno de la Conducta Alimentaria, donde revelaba que el 70% de las personas sufren malestar psicológico en aquellas ocasiones en las que no encuentran talla en tiendas de ropa.
Shein, la solución de muchas
Shein, la plataforma china que está arrasando internacionalmente y que actualmente supera a Inditex en beneficios se ha convertido en la solución para muchas. Aunque la plataforma se basa en la compra online, se realizan miles de pedidos diariamente. Su gran variedad de tallas, desde la más pequeña hasta la 66 (6XL+), y su bajo precio hace que Shein sea una prioridad a la hora de comprar.
Para las personas gordas, Shein se convierte en la única solución a sus problemas para encontrar prendas que se ajusten a su cuerpo, que sean asequibles y que además siga las tendencias de moda. La actriz Mara Jiménez lo explicaba en una entrevista para El País: “Las gordas damos la vida por Shein. Nos salva la vida. Encuentras ropa sexy, cómoda, práctica, toda. Ya me gustaría usar ropa más sostenible, sin explotación laboral y española, pero no hay para mí. Ha dado una oportunidad a la gente diversa”.

Raquel Carrera, fundadora de la cuenta SoyCurvy de Instagram, reivindicaba el barato precio de la plataforma y la imposibilidad de comprar en estas condiciones en otras tiendas: “¿Se puede vestir bien teniendo talla grande sin tener que recurrir a Shein? Sí. ¿Vas a necesitar un presupuesto mucho más alto que una persona con un cuerpo más normativo? También”.
Se puede llegar a la conclusión de la evidente exclusión de las personas gordas en el mundo de la moda. Las marcas no quieren vestirlas, no quieren tenerlas en su tienda. Los TCAs van aumentando por momentos y una de las causas es la discriminatoria industria textil. El cambio hacia la igualdad e inclusión urge y es más que necesario.