El último fin de semana en Estados Unidos se ha caracterizado por una serie de protestas contra la gestión de Donald Trump
Al grito de ‘No Kings’ miles de ciudadanos han salido a las calles porque creen que Trump no está gobernando el país adecuadamente y que debe cambiar. Pero estas manifestaciones no son nuevas. Desde el 14 de junio, diversas ciudades de la nación, como Seattle o Chicago, han sido el centro de las protestas. Estas grandes urbes tienen en común que la mayoría de sus alcaldes son demócratas, por lo que al partido del burro azul le viene como anillo al dedo para ganar votos entre la población.
Las protestas, respaldadas por organizaciones de la sociedad civil como la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU), entre otras, reunieron a siete millones de personas fuera y dentro de los Estados Unidos, ya que Madrid o Roma fueron también epicentros para manifestarse contra Trump.
Algunos manifestantes temían que Estados Unidos se convierta en un país militarizado internamente y otros creían que no se está protegiendo las libertades civiles. La respuesta de Trump y de su gobierno fue antidemocrática, ridícula y superflua; lo primero por considerar que los manifestantes son «antiamericanos», y lo segundo porque Trump publicó un vídeo en el que se «bombardea» a las personas que se manifestaban. Lo que debería, como mínimo, darle vergüenza y reflexionar por qué protestan.
Sin embargo, Trump no es el único culpable. Los manifestantes se equivocan al decir que Trump quiere «militarizar» Estados Unidos. El despliegue de la Guardia Nacional sólo se hizo para acallar las protestas contra redadas de ICE en Los Ángeles el pasado junio (algo que podría ser cuestionable), pero no lo es cuando se trata de que Estados Unidos sea más segura, ya que en Washington y Chicago, así como en otras ciudades, la función que hará la Guardia Nacional será meramente luchar contra la delincuencia, ayudando a los cuerpos de seguridad locales.
Resulta curioso cómo el discurso cambia. Cuando Joe Biden fue presidente desde 2020 a 2024, las manifestaciones que tuvieron lugar fueron la mayoría de las veces por temas internacionales, como protestar en los campus a favor de Palestina, pero en casa, prácticamente solo salieron a las calles a decirle a Biden que hiciera más por el clima. ¿Es que en Estados Unidos no hubo tiroteos durante esos cuatro años, problemas económicos o un trato inhumano a los inmigrantes? ¿Consiguió Biden que Estados Unidos tuviese un sistema sanitario gratis para todos o frenar el crimen en su país?
Las respuestas a esas preguntas son obvias, y si bien es cierto que entiendo el motivo de los manifestantes durante estas protestas «No Kings», no deberían tener una sola vara de medir y saber que si bien hay cosas de Trump que se pueden cambiar, cuando los demócratas vuelvan al poder, deberían luchar igual, porque Biden también engañó a miles de jóvenes universitarios, familias, inmigrantes y demás habitantes en Estados Unidos con muchas promesas que no se cumplieron realmente y que hizo que una gran parte de su electorado e indecisos votasen a Trump.
Es cierto que Trump se equivoca al expulsar a todos aquellos inmigrantes que vienen a Estados Unidos a contribuir a la economía nacional y que algunos se sienten parte de esa nación. Protestar contra eso de forma democrática es adecuado, pero no es justo que ahora los manifestantes se lleven las manos a la cabeza para exigir cuenta.
También estas protestas multitudinarias se producen días después de que Trump lograse que Israel y Hamás firmaran un plan de paz para Gaza; que será mejor o peor, tendrá puntos débiles que mejorar, pero es un gran paso para conseguir la paz en Oriente Medio, algo que, por cierto, muchos jóvenes criticaban a Biden, que fue incapaz de manejar el asunto y solo contestó con silencio a las protestas propalestinas que miles de estudiantes llevaron a cabo en las universidades de Columbia, Los Ángeles y Nueva York.
Manifestarse no se basa en echar la culpa al partido que está en el gobierno, sino en luchar por lo que crees que es justo. Es mejor reconocer los errores dentro del partido al que se vota y pedir más cambios reales y hacer lo mismo cuando el partido opuesto está en el poder. Las manifestaciones «No Kings» son un reflejo de lo que los estadounidenses se olvidan de que Trump no es el culpable de todos sus males —sin restar importancia a su mala praxis— y de que Biden tuvo muchos fallos que podrían haberse resuelto —quizás— con mayor presión social.
