La noche del 14 al 15 de abril de 1912 se produjo el hundimiento del transatlántico RMS Titanic. Una tragedia inolvidable que marcaría para siempre la seguridad del transporte de pasajeros en la industria naviera.
Sin duda, se trata de uno de los naufragios más conocidos. Estremeció a la sociedad por muchas razones contextuales y es un hecho relevante hasta el día de hoy. La memoria continúa amparada siempre en el recuerdo de todas las víctimas. Y conociendo que a raíz de la tragedia se salvaron muchas vidas con posterioridad, gracias a optimizaciones reglamentarias.
El barco «insumergible»
Empezó a construirse en 1909, como propuesta de la clase Olympic de la compañía naviera White Star Line, e inició su viaje inaugural el 10 de abril de 1912. Partió del sur de Inglaterra, del puerto de Southampton, con destino a Nueva York. Apenas cinco días más tarde, en las últimas horas del 14 de abril, choca contra un iceberg y tarda poco más de dos horas y media en hundirse. El desgarrador resultado fue la muerte de 1500 de las 2224 personas que viajaban a bordo.
Todavía hoy se desconoce qué fue exactamente lo que pasó, los errores humanos que llevaron al hundimiento tras el choque contra el iceberg y si haber tomado decisiones diferentes hubiera podido disminuir la dimensión de esta catástrofe. Una tardía evacuación, incumplimiento de órdenes y quizás una maniobra precipitada que terminó rasgando el casco por debajo de la línea de flotación. Además, la falta de botes salvavidas terminó de sentenciar el futuro de muchos pasajeros.
Irrecuperable
Robert Ballard fue el oceanógrafo responsable del descubrimiento del Titanic en el fondo del océano en 1985, a unos 600 kilómetros de Terranova, Canadá. Desde entonces, la fascinación popular por lo ocurrido hace más de un siglo ha conducido a valientes propuestas encaminadas a convertir los restos del barco en una atracción turística. Ya se ha hecho en otras ocasiones: hoy es posible visitar en Estocolmo el Museo Vasa, creado para refugiar los restos del navío Vasa, que pasó 333 años sumergido tras su naufragio en 1628, también en su viaje inaugural.
Sin embargo, la idea de rescatar los restos del Titanic parece lejana a la realidad. La corrosión salina, bacterias que comen metales y corrientes profundas continúan deteriorando y erosionando la superficie del barco. La debilidad del estado de los materiales se suma también a la profundidad de 3,8 kilómetros a la que se encuentra.
Entonces, la única opción si quieres ver el Titanic y tienes el dinero suficiente, puede ser visitarlo en el fondo del océano de la mano de empresas emprendedoras, como Blue Marble Private.
Los diez españoles del Titanic
Los diez del Titanic es un libro publicado en 2012 que aborda de manera precisa una investigación exhaustiva sobre los trabajos científicos y periodísticos que trataron de arrojar luz al acontecimiento. Así como se trata de un análisis de las vidas que se perdieron y el golpe social que se vivió entonces. Hasta hoy.
Javier Reyero, Cristina Mosquera y Nacho Montero son los autores del libro y los responsables de ocho años de investigación acerca de los españoles que viajaron en el Titanic. Y de contar su historia. Preguntamos a Javier Reyero al respecto y nos dice: «El 70 % del libro es la historia de los españoles, pero el contexto habla de todo lo que hay en el barco: la distribución, las cifras, la tripulación… Y con los españoles se entrecruzan algunas otras historias que son igual de apasionantes».
Se trataba del icono del lujo, «el insumergible«, el «barco de los sueños» y un sinfín de buenos atributos y alabanzas que rodeaban al gran navío. Javier Reyero nos cuenta que para algunos de los pasajeros se trataba de una estupenda oportunidad para cruzar el charco y otros habían volcado sus esperanzas en este viaje: «Juan Monrós también tiene una historia muy peculiar porque está en el barco sin tener ninguna necesidad de estar allí, él de hecho no era camarero y le enrolan en el Titanic porque él sabe idiomas […], va allí y ve la oportunidad de quedarse en Estados Unidos».
El naufragio fue una tragedia que arrebató cientos de vidas y cambió muchas otras para siempre. Y es un acontecimiento que nos acompaña hasta la actualidad de muchas formas, más allá del cine y la memoria colectiva. «Sirvió para que se solucionaran muchas cosas a posteriori: se cambiaron muchas normas de navegación relacionadas con el accidente del Titanic», recuerda Reyero.
