Con esta exposición inaugurada el 31 de octubre, el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid pretende mostrar el arte desde una perspectiva feminista, a través de obras firmadas por mujeres a las que la historia condenó al olvido, artistas consagradas que hoy vuelven a ser reconocidas como lo que son, como “Maestras” y precursoras de la historia del arte.
Comisariada por Rocío de la Villa, esta exposición temporal que podrá visitarse hasta el 4 de febrero, está compuesta por más de un centenar de piezas pertenecientes a distintos períodos históricos que abarcan desde finales del siglo XVI hasta las primeras décadas del siglo XX. Una visita a través de ocho escenas que sirven de hilo conductor para entender el camino de la mujer hacia su emancipación.
A través de este relato se entremezcla el arte con los aspectos estéticos y sociales de la época. Cuestiones candentes ante las que cada artista toma posición, aportando una mirada alternativa y adelantada a su época, desafiando en ocasiones, lo comúnmente establecido.
Sororidad
La primera escena titulada Sororidad, traslada al público a la Italia del siglo XVII, con Lavinia Fontana y Fede Galizia, que junto con Artemisia Gentileschi y Elisabetta Sirani, conforman tres generaciones distintas. Artistas que centran su pintura en el relato bíblico, mostrando como heroínas a personajes degradados del Antiguo Testamento, como es el caso de Judit, pintada por Lavinia Fontana, que con su espada consiguió dar muerte a Holofernes cuando éste se disponía a aniquilar a su pueblo, para posteriormente huir con su cabeza en un cesto.
En esta sala también se puede observar a Porcia, a la que Elisabetta Sirani pinta hiriéndose en el muslo, pues tras sentirse ninguneada en un mundo dominado por hombres, intenta demostrar su fortaleza. Estas artistas respaldadas por mecenas triunfaron con su visión renovada hacia los relatos más clásicos.
Botánicas, conocedoras de maravillas
La segunda escena titulada Botánicas, conocedoras de maravillas, muestra un período de esplendor artístico para las pioneras del bodegón. La mirada artística se complementa con la mirada científica. Muchas ilustradoras como Giovanna Garzoni en Italia y las hermanas Rachel y Anna Ruysch en Holanda, comienzan a cultivar la botánica, analizándola y trasladándola al lienzo. La representación de objetos inanimados se abrió camino en una muestra clara de escisión entre el ser humano y la naturaleza.

Tras la revolución científica, inventos como el microscopio vertebran este tipo de pintura, mostrando la naturaleza muerta como un ecosistema en el que habitan pequeños insectos, detalles que se pueden apreciar perfectamente en el cuadro Naturaleza muerta con melón en un plato, uvas y un caracol de Giovanna Garzoni. Son dos elementos vivos los que llaman la atención del espectador, más concretamente un caracol que recorre la rama de una hoja y una mosca posada sobre la fruta.
Sin embargo, es también en este momento histórico cuando las mujeres comienzan a ser expulsadas del conocimiento botánico y de sus beneficios médicos debido al surgimiento de las primeras sociedades científicas, en las que su entrada no estaba permitida, quedando exentas de estos saberes y siendo perseguidas por lo que tiempo después se conocería como “caza de brujas”.
Ilustradas y académicas
La siguiente escena Ilustradas y académicas muestra el despertar de las mujeres como ciudadanas, logrando al fin una ansiada condición de pertenencia social. Artistas como Angelica Kauffman, una de las dos únicas mujeres pertenecientes a la Royal Academy of Arts o la pintora parisina Élisabeth Vigée Le Brun conocida por sus pinturas de la controvertida María Antonieta, desarrollaron su carrera entorno al retrato.
Fue durante la ilustración cuando escritoras, mecenas o artistas tuvieron la posibilidad de intervenir más activamente en la esfera cultural, un espacio hasta entonces reservado para hombres. En esta sala se puede descubrir el retrato de una de las mujeres más relevantes de la época, Madame de Staël, una figura clave para comprender el pensamiento político de finales del siglo XVIII, que expresó sus ideas más allá de la censura y demostró ser una defensora férrea de la igualdad.
Por otra parte, en la escultura destacan Marie-Anne Collot conocida por sus retratos esculpidos y Anne Seymour Damer a la que se la describía como un “talento frío”.
Orientalismo y Costumbrismo
Bajo el título de Orientalismo y Costumbrismo las artistas plasman en el lienzo lo que observan en sus viajes, dejando atrás el exotismo como objeto de sexualización palpable anteriormente en obras de artistas masculinos.
La cultura española entre otras, llamó la atención de pintoras como Mary Cassatt, la impresionista estadounidense quedó fascinada ante la obra de Velázquez durante su visita a Madrid, tanto le gustó nuestro país que no pudo evitar alargar su estancia en España trasladándose a Sevilla. Una vivencia que sin duda transformó por completo su manera de pintar, incluyendo en su colección majas y gitanas, ataviadas con flores en el pelo y mantilla.
Trabajos, cuidados
Amas de casa, pescadoras o cuidadoras de enfermos son algunas de las representaciones plasmadas en Trabajos, cuidados, en esta sala se muestran escenas con oficios diversos, reivindicando un espacio para la mujer no solo como trabajadora, sino también como consumidora.

(1882) | Fuente: Lucía Martínez-Campos
Nuevas maternidades
Y llegamos a lo que ha sido la cuna de la inspiración para multitud de obras de arte. Desde las venus paleolíticas que representan la fertilidad hasta llegar a la Piedad de Miguel Ángel. La maternidad es uno de los temas representativos más antiguos en la historia del arte. Es a causa de la mistificación que la rodea, por lo que artistas como Tamara de Lempicka crean nuevas iconografías.
Con Nuevas maternidades las artistas se oponen a la visión tradicional de la mujer como “ángel del hogar”. De aquí en adelante, se encargan de mostrar la dureza de la crianza a través de distintas escenas, aportando una imagen propia y personal de este tema universal.

(1897) | Fuente: Lucía Martínez-Campos
Sororidad II. Complicidades
Pero, ¿De qué hablan las mujeres? ¿Qué es lo que piensan? Esto es a lo que intentan responder las impresionistas Berthe Morisot, Marie Bracquemond, Louise Breslau y Cecilia Beaux. En Sororidad II. Complicidades se muestra el concepto de amistad y complicidad a través de conversaciones en el campo o paseos en barca como refleja Un día de verano de Morisot.
Emancipadas
Y esta exposición culmina con la llegada al siglo XX. Emancipadas es el fruto del esfuerzo del sufragio femenino. Una última sala que se despide con las Verbenas de Maruja Mallo, una de las principales artistas de la Generación del 27 española, perteneciente además al grupo de las Sinsombrero. Esta obra nos traslada a los felices años veinte, a través de una muchedumbre que nos recibe en una gran verbena, inspirada en las fiestas populares de la capital madrileña.

De la Generación del 27 tenemos también a la pintora catalana Ángeles Santos con Niña (Anita y las muñecas), que junto con la artista mexicana Frida Kahlo y su obra Retrato de Lucha María, una niña de Tehuacán ponen el broche de oro a esta exposición. Todo un ejemplo de trabajo y perseverancia con pincel en mano, que sin duda vertebra la historia del arte tal y cómo la conocemos ahora.

