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martes, 26 septiembre, 2023

La moda un paso más cerca del público general

La 77 edición de la MBFW ha estrenado un nuevo modelo de negocio y ha ofrecido la posibilidad de comprar entradas para acudir al recinto y a los desfiles. La Cibeles es una de las primeras pasarelas que pone precio a tales eventos y, tras finalizar la edición, se podría decir que ha sido un “éxito de ventas”.

En años anteriores, todo aquel que se registrase en la web de Ifema podía entrar al Cibelespacio de forma gratuita, recinto plagado de stands de patrocinadores en los que se puede participar en diferentes juegos y sorteos para ganar tote bags, revistas o un café. Este año ha tenido un coste de 10 euros por una sola jornada, y sin la posibilidad de salir y volver a entrar. A simple vista, la zona lucía exactamente igual que años anteriores. El precio no ha traído novedades a excepción del desembolso.

A pesar de haberse agotado las entradas, algunos clientes no están satisfechos con su experiencia. Tras preguntar a las personas que hacían cola el domingo para entrar a los desfiles, dos chicas afirmaban: “no merece la pena, es igual que otros años o incluso peor”. Decían que entendían que se cobrase una entrada, ya que la vida en general había subido de precio, pero no creían que la cantidad estuviese acorde a las actividades del recinto.

El atractivo principal de acceder al recinto es, sin duda, el aumento de status social que se asocia con él. Pagando 10 euros, cualquiera tiene la posibilidad de pasearse entre diseñadores y personalidades importantes del mundo de la moda y las redes sociales.

Sin embargo, el deseo de todo aquel que acude a ese recinto es acceder a ese cubículo negro donde se aloja la pasarela. Una cola detrás del showroom de Allianz Ego era lo único que separaba a los asistentes del acceso a los propios desfiles. Hasta ahora esta experiencia era elitista y bastante inalcanzable.

Democratizar el mundo de la moda

Según informan diversos medios, la nueva forma de negocio que ha implantado la organización ha sido un éxito. Se han vendido todas las entradas de 60 euros que incluían un desfile a elegir y acceso a la Kissing Room, la famosa sala VIP a la que se acude tras el desfile. Esta sala es otro ejemplo del elitismo del evento. Es una zona acordonada más en la que famosos, invitados y prensa hacen cola para poder echar mano a un cóctel, cortesía de los patrocinadores.

El objetivo de esta sala es darles un espacio a los asistentes ‘importantes’ para esperar entre desfiles. En un ambiente relajado, el diseñador aparece de manera fugaz y se hace unas cuantas fotos mientras las diferentes personalidades socializan entre sí. Hasta ahora, era una sala VIP exclusiva a la que no podía acceder el público general. Ahora, pagando puedes entrar.

Desfile de Alejandre | Fuente: Alba Ramos y Paula Escarcena

La pregunta es, ¿estamos ante la democratización de la moda o ante una forma más de sacar un rédito económico que acabará en manos de quién no lo necesita? ¿Podemos comparar un desfile con un concierto?

Hablar de democratizar pagando una suma de 60 euros chirría un poco. Al final del día, todo aquel que sea amante de la moda y quiera acceder a un desfile, pero no se pueda permitir esa cantidad, se quedará fuera. Si antes había que estar invitado o ser famoso, ahora hay que tener dinero, otra vara de medir más para ver si eres ‘merecedor’ de la experiencia.

Se podría argumentar que 10 euros no es una cifra excesivamente elevada. Es menos de lo que puede pagar un joven para salir de fiesta un fin de semana cualquiera en la capital. Sin embargo, pagar este precio para acceder a lo que no tenía precio hace apenas seis meses, sin ningún cambio ni añadido, da la impresión de que simplemente se quieren lucrar de la ilusión que le hace al público rodearse de moda a la que no pueden acceder normalmente. Han visto una oportunidad de negocio en una experiencia sin ningún esfuerzo extra, el Cibelespacio iba a existir de la misma forma con o sin los compradores.

El fin del exclusivismo del sector

Si este formato continúa, ¿llegará un momento que sea más interesante económicamente para el organizador recortar, por ejemplo, pases de prensa y aumentar las entradas para ganar más? Y si esta forma de ver desfiles democratiza tanto el sector, ¿por qué no se ha implantado ya en Milán, Nueva York, París o Londres?

Cierto es que ha habido algún desfile en ciudades como Milán en el que las invitaciones han alcanzado los 20.000 dólares. En 2019, el British Fashion Council puso a la venta una serie de entradas de entre 135 libras a 245 libras. Sin embargo, la idea no ha calado mucho. Las firmas más internacionales no están dispuestas a mercantilizar la asistencia a sus desfiles, por mucho que nos pese, la exclusividad es una de las mejores armas de las firmas.

La brecha entre la marca y el público necesita otra forma para curarse, la solución no es cobrar por los desfiles, y menos en la situación económica en la que nos encontramos. Es primordial apoyar a la moda española, la cultura no debe dejarse de lado en tiempos de crisis, pero este modelo de negocio, aunque le da cierta accesibilidad al evento, también limita a muchas personas que no se lo pueden permitir.

La mayoría de gente sabe que organizar un desfile es caro, que sacar adelante una firma de moda es caro y que, si no se apoya económicamente al sector, es cuestión de tiempo que a nivel nacional desaparezca. Pero ¿la solución es pagar por asistir a desfiles y Cibelespacio o adquirir piezas de marcas emergentes? ¿No deberían apoyar económicamente los que más poder adquisitivo tienen si tanto dinero hace falta en la industria?

Está claro que el público ha apoyado el modelo, no se puede negar que las entradas se han agotado. Lo que no se sabe es si se repetirá, pues muchos estaban ya descontentos con la experiencia y decían esperarse algo más que lo que ya se vivió en ediciones pasadas con entrada gratuita. Indudablemente se cuestiona que el negocio se sostenga a lo largo de las ediciones.

Siempre hay alguien que se quedará fuera, y más en este sector. La moda ha sido siempre un mundo elitista, frívolo y muy difícil de penetrar. Sin embargo, esta exclusividad tiene los días contados, los eventos de moda han ganado accesibilidad. El público está pidiendo a gritos un cambio en la industria de la moda, y estamos viendo los tímidos primeros pasos. Pero ¿están haciéndolo de la forma correcta?

Por: Paula Escarcena Muñoz y Alba Ramos Robles

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