El campo y los recuerdos son los hilos que cosen las prendas de esta firma de moda española
La diseñadora Estela Clares presenta su colección “Carrichete”, inspirada en la figura de su abuela y en los hogares de los pueblos rurales de España.
Es fácil describir el talento de alguien. Las palabras salen automáticamente sin necesidad de pensarlas demasiado. Enseguida, la perfección del trabajo bien hecho se desborda y ahí es cuando sabes que unos puños están bien rematados sin saber siquiera lo que significa eso. La esencia es esquiva y no se puede atrapar con palabras. No se deja describir con facilidad porque la esencia enmudece y encandila. Estela Clares crea patrones con esa esencia que recuerda a la inocencia y la infancia, a la sencillez y el raigambre de una casa donde se merienda pan con chocolate por las tardes.

La tierra y la memoria sirven a Estela Clares para crear una colección que mira al pasado con los ojos del presente. Andalucía es la tierra que la diseñadora ha querido homenajear en “Carrichete”, concretamente la provincia de Almería, de donde es originaria. En algún lugar del sureste español hay una casa cueva de los años 50 que ha visto crecer la gran pasión de Clares: la moda. La colección también es un mensaje de agradecimiento a sus raíces, a sus abuelos pero, sobre todo, a la figura de su abuela Maruja, parte esencial de la firma. La diseñadora almeriense reconstruye con sus prendas la historia de su familia y recupera el imaginario de la tradición lorquiana para apostar por el valor de las piezas de artesanía.

Materiales naturales y orgánicos
Los tejidos que utiliza Estela Clares reflejan la importancia de recurrir a prendas con una historia que contar. “Me inspiro en los materiales que hay en la casa de mi abuela. En la colección quería reflejar un poco ese caos de estampados que me encuentro en el hogar de mi abuela. A lo mejor las cortinas son de rayas, el mantel es de un color diferente y le pone un tapete de ganchillo a la mesa camilla de flores”. La diseñadora recupera tejidos, telas y tapices de la casa familiar que no se encuentran en ningún otro sitio. Las prendas se convierten en piezas únicas e irrepetibles, confeccionadas con detalle y mimo.

Estela Clares aprende de Álvaro Calafat en su taller de Málaga. Cuando piensa en el futuro, los pies están en la tierra y se muestra humilde y agradecida. “Mi intención ahora mismo es aprender mucho de diseñadores, y ya no solo diseñadores, me encanta relacionarme con fotógrafos, con estilistas, todo lo que he hecho ha sido mediante colaboración“. Su sueño es tener su propio taller, en un lugar tranquilo, donde poder tener unas manos como las de su abuela que la sigan guiando.