En sexto orden, se encontraba Alice Wonder. Posiblemente una de las intérpretes donde el público tenía más expectativas y ojos puestos. Empezó la actuación con la cantante a solas con un piano, un estilo propio y un foco alumbrado la intimidad de su tema, Yo quisiera. Pese a tener luego más movimiento, con ballet acompañándola incluido, la disparidad de opiniones en cuanto a la actuación, la voz y la propuesta se ha sembrado en el debate eurovisivo. Sea como fuere, Alice consiguió obtener el segundo billete a la final gracias a la confianza del voto del jurado, ya que el demoscópico y el televoto la clasificaron como penúltima y quinta.

Alice Wonder brilla por si sola allí donde va. Su puesta en escena engrandece aún más la leyenda que ella misma firma en cada actuación.