El mes de octubre culminó con el festival vallisoletano de cine en su sesenta y ocho edición
La Seminci despliega su alfombra verde un año más en el su anual Festival Internacional de Cine. Personalidades del mundo del cine y un buen número de cinéfilos han inhundado la capital castellano leonesa entre el 21 y el 28 de octubre. El festival ha terminado con varias sorpresas filmográficas y un potente mensaje en pos del cine independiente.
La Semana Internacional de Cine de Valladolid nació a mediados del siglo pasado como un muestra de cine, esencialmente religioso, cuyo foco estaba puesto en los valores humanos. Con los años se ha convertido en un festival laico pero continuando con la mira puesta en los valores y derechos humanos. Hoy es un festival de referencia europea que aboga por esas películas “únicas, irrepetibles, inimitables que escapen del Big data y de la repetición».
Secciones
Además de la Sección Oficial, la Seminci cuenta con un variado número de secciones de diferentes temáticas que, de nuevo, realzan esa idea de cine plural. La Sección oficial opta a las tan ansiadas Espigas de oro o de la plata, entre otros premios. Aunque también hay largometraje o cortometrajes fuera de concurso en esta sección que podríamos calificar de producciones ya “consagradas» (tienen en su mayoría una trayectoria).

Por otro lado encontramos secciones tan apasionante y con nombres tan apetecibles como “Tiempo de Historia”. No es un capítulo del Ministerio del Tiempo, aunque igual que la serie las producciones fluctúan entre lo realidad documental y la ficción. Archivos, reconstrucciones y creatividad: una mezcla que transporte hacia pasados lejanos o historias olvidadas.
“Memoria y Utopía”, de forma paralela a ese tiempo de historia intenta rescatar viejas glorias o no tan glorias: películas olvidadas o prohibidas que en su momento lo tuvieron difícil para salir adelante. Películas que, a pesar de las circunstancias, no han desaparecido
Las secciones como “Punto de Encuentro”, “Alquimias” o “Seminci Joven” Buscan nuevos enfoques, temas, estilos y nuevas promesas del séptimo arte. De lo universal a lo local, todas dan altavoz a directores nóveles.
La “Miniminci” o el “Cine Gourmet” fomentan ese conocimiento del cine. La primera en los más pequeños mediante unas producciones educativas, de nuevo en valores humanos. La segunda estimula el debate mediante cine, vino y aperitivos. Porque el cine, con una buena compañía y una buena mesa se disfruta mucho más: el viaje de ir al cine es más que la película.
Este año el país invitado ha sido India. Con el que la ciudad tienen fuertes lazos desde hace tiempo gracias a la Casa de la India. Se ha podido disfrutar de ponencias y películas que acercan a los espectadores a una cultura allende los mares, además de personalidades del cine hindú y del país como el embajador Dinesh K Patnik.
Finalmente el homenaje a la tierra se clarifica en dos secciones “Castilla y León en largo” y “Castilla y León en corto”.
Premios
Las secciones como “Punto de encuentro”, “Tiempo de historia” o “Alquimias” cuentan con sus propios premios.
Aunque sin duda, son los premios de la Sección Oficial la que tiene mayor fama debido al prestigio de estos. Este año los grandes galardonados han sido Laura Ferrés con Imagen Permanente y Alice Rohrwacher con La Quimera, que se han llevado las espigas de oro y plata respectivamente. Además Ken Loach se ha alzado con el premio del público gracias a El Viejo Roble y la película de de Molly Manning Walker, How to have a Sex, se ha llevado el premio a mejor dirección novel y también el de el Jurado Joven.

Además, continuando con esa identidad de “cine de valores”. El festival otorga algunos premios especiales como la Espiga Arcoiris (promueve la sensibilidad y visibilidad del colectivo LGBTQ+), este año la película galardonada ha sido Desconocidos, de Andrew Haigh. La Espiga Verde, por su parte pretende sensibilizar sobre la importancia del cuidado del planeta y el medioambiente, se lo ha llevado Muyeres, de Marta Lallana. Ambos son premios conmemorativos a los que optan cualquier película o corto de cualquier sección.
Otros premios especiales continúan con el legado de la Seminci como festival de referencia internacional y destacan la importancia de los derechos y valores humanos. Es por ello que se ha convertido en un festival esencialmente de carácter social, tanto dentro como fuera de las pantallas: no solo es un festival participativo: premios del público, del jurado joven… también es un escaparate y una oportunidad de formarse en este arte que es el cine. La Seminci cuida a su público tanto como a sus visitantes.
Este año Blanca Portillo, Nathalie Baye, Charlotte Rampling y Kiti Mánver se han llevado las espigas de honor por su espectacular carrera como actrices. Trabajadoras incansables con una trayectoria brillante.
Además la fotógrafa Cristina García Rodero se ha alzado con el premio especial a la creación artística por toda una vida detrás de le cámara: “He tenido la suerte de recorrer el mundo con mi cámara y meterme en la vida de cualquier pueblo o ciudad. Lo que siento es no tener más años para contar más cosas”.

El cine ha sido y será una forma de viajar. No es solo la producción: son las historias, los sueños de los que las cuentan y la forma de transportarse del espectador. El cine hace olvidar la realidad al tiempo que se toma conciencia de ella. Por eso es tan importante el cine social y los festivales que den altavoz a todos aquellos cineastas que tienen una buena historia que contar.
La Seminci ha puesto a Valladolid en el mapa del cine, pero también ha dado la oportunidad de exponer y ver historias tan lejanas y que, a la vez, pueden ser tan cercanas. Por eso, la Seminci seguirá expandiendo su alfombra verde y seguirá consagrando a nuevas personalidades del cine. Como en su momento fueron Truffaut (Los cuatrocientos golpes) o Kurosawa (Akahige) y este año Laura Ferrés (La imagen permanente). Todos ganadores de la Espiga de oro: símbolo de Tierra de Campos y símbolo del buen cine independiente.