El país caribeño vive una situación insostenible que refleja una historia de inestabilidad
La raíz del problema
Haití es un país donde más que sucederse diversas crisis, se ha vivido en una crisis continua desde que se independizara de Francia. Fue el primer país de las colonias galas que consiguió independizarse, en 1804, a través de un movimiento revolucionario que buscaba entre otros aspectos abolir la esclavitud. Si bien podía parecer un gran paso, este fue el inicio de todos los problemas que hoy día continúan en el país.
Francia le exigió compensaciones a Haití por la pérdida de la colonia y por tanto de una de sus fuentes de esclavos. Desde este punto el país caribeño ha ido arrastrando esta deuda. Dicha problemática lo han llevado a estar entre el primer o segundo país más pobre de América, con más del 58% de la población viviendo bajo el umbral de la pobreza. Una de las consecuencias de este atraso económico es que muchos de los jóvenes haitianos solo ven una salida posible a la pobreza, unirse a los grupos criminales que operan en su país.
Aunque esa inclusión en grupos criminales pueda suponer para muchos arriesgar su vida o llegar a perderla, ante un país marcado por la inestabilidad, los golpes de estado, las dictaduras, el alto analfabetismo… para la mayoría resulta la mejor manera de poder subsistir. Dentro de esa casi inexistente capacidad de acción por parte del gobierno en cuanto a servicios se refiere destaca una gran debilidad, la corrupción de la policía. Ante unos sueldos bajos, un escaso armamento y unas pandillas cada vez mejor preparadas, la policía haitiana cede a las presiones.
El problema actual, que tiene como principal foco la revuelta de las pandillas, encuentra su raíz en los años 90. Jean-Bertrand Aristide, que fue el primer presidente de Haití elegido democráticamente usó a estas bandas para su defensa privada. Se apoyó en estas organizaciones ilegales para que lo protegieran tanto a su persona, de posibles ataques, como a su régimen, de posibles golpes de Estado. De manera que aunque en un principio, las principales bandas actuaban bajo el brazo del Estado, actualmente y desde hace bastantes años, han sobrepasado el control del gobierno.
La situación actual
Dado todo este contexto se encuentra un caldo de cultivo perfecto para que todo el país se venga abajo. Todo comenzará en 2021, cuando el último presidente del país, Jovenel Moïse es asesinado en su propia casa por un grupo de 28 mercenarios pertenecientes a las pandillas. Entonces pasa al mando el Primer Ministro, Ariel Henry. Desde entonces el país se vuelve totalmente inestable y las bandas comienzan a ganar el control en las calles.
En abril de 2023 tras haberse desplegado en octubre del 2022 fuerzas internacionales, figuras relevantes como el canciller dominicano Roberto Álvarez declara ante la ONU que Haití vive una situación insostenible. Se suceden entre otras las manifestaciones contra Henry por no convocar elecciones mientras que este se escuda en que para ello será necesario que el país alcance una cierta estabilidad
En agosto de 2023, según la Unidad de Derechos Humanos de la Oficina Integrada de las Naciones Unidas en Haití, cerca de 4.000 personas fueron víctimas de asesinatos, lesiones o secuestros durante los primeros seis meses del año. Se llega así, con fuerzas internacionales desplegadas para apoyar a la policía haitiana, al 2 de marzo de este años, Ese día las bandas asaltaron la Penitenciaria Nacional de la Capital, Puerto Príncipe, y más de 3.000 presos se fugarán. Este hecho coincidirá con Henry fuera del país, y al que las bandas, que tienen controles en las carreteras, han prohibido la entrada.
#Internacional || Al menos 10 muertos en Haití tras el ataque de bandas armadas a la cárcel de Puerto Príncipe
Testigos dan cuenta de cadáveres de al menos 10 personas, algunos de ellos despedazados por los perros, como consecuencia de una noche marcada por la violencia. pic.twitter.com/jIA8sy4hp4
— AVN Titulares (@avnve) March 3, 2024
Los criminales que están asolando el país caribeño se dividen principalmente en dos bandas. Estas son denominadas Familia G9, dirigida por Jimmy Chérizer, y G-Pep, dirigida por Johnson André. Aunque durante muchos años ambas bandas han luchado entre ellas de manera violenta por quedarse con el poder del país, ahora parecen haberse unido. La cara más reconocible es la de Jimmy Chérizer, alias Barbacue, quien amenazó con un genocidio en el país si Ariel Henry volvía al país. La unión de las dos pandillas se presenta como un grupo revolucionario ante un sistema político corrupto. En sus filas cuentan con expolicías y soldados además de los centenares de jóvenes haitianos.
La opción de Bukele
Todo lo relacionado con las pandillas suena familiar. Hasta hace no mucho El Salvador era uno de los países donde más incidencia negativa tenían este tipo de bandas, hasta que llegó Nayib Bukele. Con su política de tolerancia cero, más o menos cuestionable, ha conseguido que el país se convierta en uno de los más seguros del mundo. De manera que el líder salvadoreño se ha erigido como una posible solución para ayudar a Haití a salir de esta situación. Para ello, necesita primero el consentimiento del propio país, una resolución favorable del Consejo de Seguridad de la ONU y que se le aseguren el pago de los gastos.
We can fix it.
But we’ll need a UNSC resolution, the consent of the host country, and all the mission expenses to be covered. https://t.co/GPqMVo7MTN
— Nayib Bukele (@nayibbukele) March 10, 2024